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Perú, un enigma en el crecimiento económico latinoamericano
Lima, 05 de julio, (Celag).-La economía de Perú ha mostrado un desempeño macroeconómico que vale la pena estudiar como uno de los enigmas del crecimiento económico latinoamericano de las últimas dos décadas.
En el período 2000-2016 la senda de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) peruano dibuja la forma de U invertida (ver gráfico 1), donde se observa una importante aceleración del crecimiento en el período 2000-2008 y una desaceleración en el período 2010-2016, pero siempre con tasas positivas y notables.
Fiel a las estructuras productivas de América Latina, el crecimiento del país andino está explicado por una pujante demanda externa (exportaciones) de materias primas y altos precios que favoreció los términos de intercambio del país. El mismo gráfico 1 muestra que el crecimiento del PIB se acelera cuando las exportaciones aumentan su participación dentro del producto, y disminuye la aceleración del crecimiento al tiempo que las exportaciones pierden importancia dentro de la demanda agregada total.
Hasta aquí, esa parte de la historia resulta ser convencional y conocida en la región; lo interesante es que el modelo de producción vigente logró mantener los precios estables (inflación promedio del 2,8%), el descenso de la pobreza y una reducción modesta de la desigualdad. La pobreza pasó de 49% en 2006 a 20% en 2016, mientras que la desigualdad –medido por el índice de Gini- pasó de 0.49 en el año 2000 a un valor de 0.43 en 2016.
Evidentemente, el ejemplo peruano no demuestra el éxito de las políticas del goteo (“trickle-down”) pues, así como Perú, hay suficientes ejemplos de cómo las políticas neoliberales de oferta han perjudicado a los pobres y han aumentado la desigualdad en América Latina, África y economías en transición (Shorrocks y van der Hoeven, 2005). Por ejemplo, México y gran parte de Centroamérica han seguido la receta de apertura comercial y minimización del Estado, y los resultados son nefastos en cuanto a reducción de pobreza y desigualdad. Incluso su vecino, Colombia, un país con iguales políticas y mayor estructura productiva que Perú, no logra vencer la pobreza y la inequidad.
Por el contrario, otros países como Ecuador, Bolivia o Argentina, durante el boom de las materias primas, también lograron reducir la pobreza y la desigualdad de la mano del Estado y con una estabilidad democrática notable. No obstante, el caso de Perú resulta enigmático pues lo ha logrado con un Estado raquítico y una democracia aparente que ha permanecido a espaldas de los ciudadanos. ¿Qué hace que Perú sea diferente y haya logrado esos resultados? Parece tener algunas condiciones especiales que hacen que el crecimiento económico sea eficaz en reducir la pobreza.
Se debe concordar con muchos analistas en que ni el crecimiento del PIB ni la medición de la pobreza monetaria (“Head Count”) son la mejor radiografía de una economía y de las condiciones de vida de una sociedad. No obstante, lo cierto es que si comparamos a otros países bajo la misma métrica, Perú muestra un desempeño mejor que el promedio: según la ONU fue el que mayor pobreza redujo. Esto hace del país andino un buen laboratorio para entender cómo las condiciones macroeconómicas se están trasladando a las condiciones de ingresos de los hogares. Como señalaba Tony Atkinson, entender el vínculo macro-micro sigue estando en el corazón la disciplina económica y en la agenda de políticas públicas.
Sin embargo, la relación PIB–ingreso personal sigue siendo poco descifrada y es un insumo importante para comprender por qué, en el caso de Perú, el crecimiento ha logrado reducir tanto la pobreza. Al parecer, en Perú existe una relación subyacente bastante robusta entre el crecimiento del PIB y la reducción de la pobreza.
Este artículo plantea más preguntas que respuestas, pero esbozaremos algunas hipótesis que deben ser tomadas en cuenta para balancear todos los aplausos que ha recibido la economía peruana en los últimos años:
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