México, el receptor más grande de remesas de la región, destaca informe de 2025 del BID.
El Independiente, México. 24 de noviembre de 2025. México sigue consolidándose como el principal receptor de remesas en América Latina y el Caribe, una tendencia que se mantiene en 2025 pese a la desaceleración global en los flujos migratorios y las tensiones económicas en Estados Unidos. De acuerdo con el nuevo estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), titulado “Las remesas a América Latina y el Caribe en 2025: adaptaciones en un contexto de incertidumbre”, el país registró una entrada récord que continúa transformando la estructura económica de millones de hogares. El organismo subraya que México absorbe por sí solo más del 40% del total de remesas regionales, una cifra que confirma su peso demográfico, migratorio y financiero en la economía continental.
El estudio destaca que más del 95% de las remesas que llegan al territorio mexicano provienen de Estados Unidos, un dato que refleja la dependencia directa del desempeño económico norteamericano, especialmente en sectores donde la mano de obra mexicana es predominante: construcción, servicios, agricultura y manufactura ligera. Aunque el crecimiento del empleo hispano en Estados Unidos se ha moderado, el BID señala que los migrantes continúan mostrando un compromiso financiero constante hacia sus familias, lo cual evita caídas drásticas en el flujo aún en períodos de desaceleración.
Además, el documento subraya la creciente digitalización del envío de dinero como un motor de eficiencia, reducción de costos y mayor seguridad para los migrantes, fenómeno que México ha adoptado con rapidez, especialmente en zonas urbanas y en los estados que tradicionalmente concentran los mayores volúmenes de recepción: Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Estado de México y Puebla. Sin embargo, la dependencia de millones de familias mexicanas respecto de estos ingresos plantea retos estructurales: en muchas regiones, las remesas superan el impacto del gasto social y representan un ingreso más estable que el empleo formal disponible localmente.
América Central: resiliencia en medio de la inestabilidad
El BID subraya que Centroamérica mantiene una extraordinaria resiliencia en la captación de remesas, pese a las presiones migratorias, políticas y laborales que afectan a países como Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador. En estos cuatro países, las remesas representan entre el 20% y el 30% del PIB, lo que subraya una dependencia estructural más profunda aún que la mexicana.
El crecimiento del flujo en 2025 ha sido principalmente sostenido por la migración irregular hacia Estados Unidos, que continúa aumentando en todas las nacionalidades centroamericanas. Sin embargo, el estudio advierte un fenómeno emergente: el alza del número de trabajadores que se han establecido formalmente en Estados Unidos en sectores con relativa estabilidad salarial. Esto ha contribuido a que los envíos no hayan disminuido aún con la desaceleración económica estadounidense.
El informe también remarca la importancia creciente de los servicios digitales de transferencia, que han desplazado en buena parte a los agentes físicos tradicionales. En la región centroamericana, esta transformación no solo está reduciendo costos, sino que está permitiendo un mayor acceso bancario, especialmente para mujeres que reciben remesas como principal ingreso. El BID considera que, de sostenerse la migración actual, la región seguirá mostrando dinamismo, aunque advierte que cualquier choque económico en Estados Unidos impactará de manera mucho más súbita que en México o Sudamérica.
El Caribe: una realidad marcada por la dependencia económica
La situación del Caribe es aún más delicada, según el BID. Países como Haití, Jamaica y República Dominicana dependen de las remesas de forma mucho más profunda que el resto del continente. En Haití, por ejemplo, más del 50% de los hogares recibe dinero del extranjero, lo que convierte el flujo de remesas en un salvavidas literal frente a la crisis política, social y alimentaria que enfrenta el país.
El BID explica que la diáspora caribeña en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido es uno de los factores que mantiene estos ingresos en ascenso. Sin embargo, también alerta sobre un fenómeno preocupante: la fuga de capital humano. Cada año, miles de jóvenes que podrían contribuir al crecimiento económico local emigran definitivamente, debilitando la capacidad productiva de sus países y reforzando un ciclo de dependencia financiera externa.
En República Dominicana, en cambio, el impacto migratorio se complementa con un ritmo económico más dinámico, lo que permite que las remesas funcionen como un acelerador del consumo y la bancarización. La expansión de las plataformas digitales también es notable y está permitiendo ampliar el acceso financiero en zonas rurales.
Sudamérica: diversidad económica y nuevos destinos migratorios
Sudamérica sigue mostrando una heterogeneidad profunda en los flujos de remesas. Países como Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia han visto incrementos sostenidos en los envíos desde Estados Unidos, pero también desde Europa, particularmente España e Italia. Este cambio refleja la diversificación histórica de sus comunidades migrantes, que desde principios de los años 2000 se han establecido en distintos mercados laborales.
El BID indica que el flujo de remesas hacia Sudamérica está ligado, en buena medida, al sendero laboral de los migrantes: a medida que logran empleos estables, mejoran su poder adquisitivo y aumentan sus envíos de dinero. No obstante, países como Venezuela se encuentran en una situación distinta. El colapso económico interno ha obligado a más de 7 millones de venezolanos a abandonar el país en menos de una década, convirtiendo a la diáspora en un soporte financiero fundamental para las familias que permanecen en territorio nacional.
En el caso de Brasil, el volumen de remesas es menor en comparación con otras economías, pero el país comienza a convertirse también en un generador de migración hacia Norteamérica y Europa, lo que podría modificar sus estadísticas en los próximos años. El BID señala además que la integración bancaria y la reducción de costos de transferencias siguen siendo una asignatura pendiente en la región, lo que provoca que los migrantes pierdan cada año millones de dólares en comisiones evitables.
El estudio concluye que las remesas seguirán siendo un pilar estratégico para el sostenimiento económico y social de América Latina y el Caribe en 2025. Sin embargo, el BID plantea múltiples retos: la dependencia estructural de muchos países respecto de estos recursos, la vulnerabilidad ante los vaivenes de la economía estadounidense y europea, y la falta de políticas públicas orientadas a transformar este ingreso en proyectos productivos sostenibles.
La expansión de servicios digitales, la mayor bancarización de los receptores y el fortalecimiento de la educación financiera son, según el BID, los tres caminos más sólidos para convertir las remesas en un motor de desarrollo más allá del consumo inmediato.
México, Centroamérica, el Caribe y Sudamérica enfrentan desafíos distintos, pero comparten una realidad ineludible: nunca tantos hogares habían dependido de un familiar migrante para sostenerse. En un contexto global de incertidumbre y tensiones económicas, las remesas se han convertido en el verdadero amortiguador social de la región, y su futuro dependerá tanto de la estabilidad de los mercados de destino como de la capacidad de los gobiernos locales para aprovechar su impacto de forma inteligente y sostenida.