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Seminario online: Puertos Exponenciales
Seminario online: Puertos Exponenciales
Los puertos y sus cadenas logísticas, requeridos por el papel central que desempeñan en el funcionamiento de una economía globalizada, se enfrentan, día tras día, a requisitos de rendimiento y niveles de eficiencia, seguridad, flexibilidad, adaptabilidad y resiliencia más dinámicos y exigentes, tendencia que la irrupción de la COVID-19 ha contribuido a acelerar drásticamente. Los avances que viene experimentado la Inteligencia Artificial (IA) y una variada constelación de tecnologías tales como las comunicaciones inalámbricas (5G/LTE), IoT, Edge Computing, blockchain, robótica, automatización, etc., a las que se les suele agrupar bajo la denominación de “Tecnologías Exponenciales”, designadas así debido a que sus tasas de desarrollo son cada vez más rápidas y se aceleran simultáneamente; y la irrupción de herramientas 4.0 como los gemelos digitales, además de facilitar el cumplimiento de dichos requerimientos e impulsar la competitividad y sostenibilidad de los puertos, están comenzando a forjar el patrón de los puertos del mañana, los denominados “Smart Ports”. En efecto, la irrupción de estas tecnologías en los puertos y sus cadenas logísticas promete ir más allá de proporcionar mejoras incrementales y nuevas capacidades; ya que están llamadas a provocar disrupciones en todas las esferas de la actividad portuaria, incluidas sus reglas de juego y modelos de negocio; a redefinir sus fronteras; así como a la forja de nuevos paradigmas aún por visualizar. En definitiva, a reinventar los puertos.

19 al 28 de abril de 2022

VI Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Comunidades Logísticas Portuarias
VI Encuentro Latinoamericano y Caribeño  de Comunidades Logísticas Portuarias
La Secretaría Permanente del SELA y CAF-banco de desarrollo de América Latina, a través de su programa CAF-LOGRA, iniciaron en el año 2014 el “Programa para la Creación de la Red Latinoamericana y Caribeña de Puertos Digitales y Colaborativos: hacia el fortalecimiento de comunidades logístico-portuarias, estándares de servicio e innovación tecnológica para un comercio exterior globalizado, logísticamente competitivo y sustentable” (en adelante, Programa Red Puertos DyC),  con el objetivo de proponer a la región un nuevo sistema de colaboración interinstitucional y cooperación técnica especializada que fomente el fortalecimiento de políticas públicas para el sector portuario nacional y promueva la implementación de recomendaciones técnicas a nivel local, en cada sistema portuario. Desde entonces la Red de Puertos se ha enfocado en construir un modelo de referencia de innovación institucional y tecnológica para las comunidades logísticas portuarias, incorporando las buenas prácticas internacionales ajustadas a las realidades específicas de los países participantes. En este sentido, se han constituido líneas de acción institucional, operacional y tecnológica que coadyuvan a cerrar brechas de sustentabilidad y competitividad logística. La Red de Puertos DyC está conformada por instituciones públicas, privadas y regionales tales como ministerios de transporte, institutos nacionales, comunidades portuarias formalizadas, autoridades portuarias, autoridades marítimas, gremios, universidades y empresas relacionadas con el sector marítimo-portuario. Desde mayo de 2021 representantes del SELA y CAF- banco de desarrollo de América Latina; así como, del Comité Directivo de la Red, han efectuado reuniones progresivas con el propósito de definir la ruta de trabajo de la Red para los próximos años y para consolidar su funcionamiento interno, desarrollar sus objetivos estratégicos y seguir colaborando en la gran tarea de perfeccionar la integración regional, mediante la migración a una nueva fase de la Red. En este contexto, el 24 de noviembre de 2021 se llevó a cabo la Asamblea General del Comité Directivo y Miembros de la Red de Puertos Digitales y Colaborativos, donde se dieron a conocer los avances y los resultados de las mencionadas reuniones. Asimismo, se destacó la necesidad de considerar el aspecto de su institucionalización y formalización, con el fin de mantener los niveles de reconocimiento, legitimidad y cohesión del programa. El VI Encuentro será un espacio que permitirá el rencuentro con los actores del sector marítimo-portuario, quienes mostrarán sus avances y experiencias en materia de intermodalidad, digitalización, sustentabilidad, seguridad portuaria; así como, conocer las buenas prácticas en torno a la relación ciudad-puerto.  Este evento es organizado por la Secretaría Permanente del SELA, con el apoyo institucional de CAF-banco de desarrollo de América Latina y la Autoridad Marítima de Panamá (AMP).
Cuidad de Panamá, Panamá

16 al 18 de marzo de 2022

Seminario Virtual sobre la Experiencia Portuaria en el Caribe
Seminario Virtual sobre la Experiencia Portuaria en el Caribe
El Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) conjuntamente con la Asociación de Estados del Caribe (AEC), y con la colaboración de la Red de Puertos Digitales y Colaborativos y la Asociación de Gestión Portuaria del Caribe (PMAC, por sus siglas en inglés), organizan el Seminario Virtual sobre la Experiencia Portuaria en el Caribe, el cual se llevará a cabo entre el 25 y 26 de octubre de 2021. El transporte marítimo es fundamental para el comercio caribeño, y es por ello que, uno de los principales objetivos de las operaciones portuarias es mejorar la gestión y la eficiencia operativa dentro de la región. La pandemia puso de manifiesto la imperiosa necesidad de modernizar, digitalizar e innovar en los procesos y las actividades marítimas-portuarias. El cierre de las cadenas de suministro y los recurrentes cuellos de botella en los puertos demuestran las deficiencias que se han generado en el sector, por lo que se ha convertido en un desafío mantener el movimiento rápido, eficiente y rentable de la carga, a menores costos y en el menor tiempo. Por otro lado, la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia también ha aumentado el nivel de interés en las Asociaciones Público-Privadas (APP), específicamente las relacionadas con la infraestructura y los servicios de transporte. El desafío es generar las condiciones económicas, financieras, técnicas y regulatorias que permitan mantener estas alianzas, colaboración y cooperación entre sectores. Las tendencias mundiales y la necesidad de un sistema de transporte robusto e innovador requieren una importante inversión intensiva en capital. En este sentido, las asociaciones público-privadas (APP) representan mecanismos potenciales para apoyar el desarrollo de los puertos en la región. La investigación ha demostrado que las APP, que combinan las capacidades del sector privado con las responsabilidades sociales del sector público, pueden marcar una diferencia significativa en el desarrollo de un sistema de transporte sostenible. Dentro de este marco, las APP se vuelven críticas para gestionar eficazmente las operaciones portuarias, especialmente en el contexto de un mundo en rápida digitalización. Con este nuevo impulso para la aceleración digital que incluye el empleo de herramientas, metodologías y tecnologías innovadoras, contar con los recursos adecuados debe ser un pilar clave para el desarrollo portuario en la región. Por lo tanto, es fundamental desarrollar las capacidades para mantener eficazmente estas relaciones y aprovechar los recursos disponibles a través de estas relaciones. En este sentido, este seminario virtual se centrará en crear conciencia y capacidad para utilizar eficazmente las APP como una herramienta para la eficiencia de la gestión portuaria. Junto con esto, destacarán ejemplos de mejores prácticas y procedimientos innovadores utilizados por las Autoridades Portuarias en la región para administrar los puertos y facilitar el comercio. Este evento constituirá una plataforma de diálogo y un espacio para compartir ideas, lecciones aprendidas y experiencias que mejorarán el entorno portuario de la región y promoverán la integración regional.
Cuidad de Panamá, Panamá

25 y 26 de octubre de 2021

Panorama digital de las MiPymes en América Latina
Panorama digital de las MiPymes en América Latina
Las Micro, Pequeñas y Medianas empresas (MiPymes) son un componente fundamental del tejido empresarial en América Latina y el Caribe, lo que se manifiesta en su participación en el número total de empresas; la región cuenta en la actualidad con alrededor de 12,9 millones de MiPymes distribuidos en 17 países, así como en la creación de empleo, ya que estas son responsables de más del 60% del empleo formal, según estudios de la CEPAL. La comparación con la Unión Europea es significativa, en los países que forman parte de esa comunidad de Estados, las MiPymes constituyen un componente fundamental, dinámico e integrado de la estructura productiva. Además, las políticas implementadas para esas empresas han sido consideradas, en más de una oportunidad, una referencia de buenas prácticas para las estrategias de fomento en el mundo. La estructura productiva heterogénea y la especialización en productos de bajo valor agregado, que caracterizan a América Latina y el Caribe, influyen de manera decisiva en el desempeño de estas empresas y se manifiestan en la brecha de productividad y en una baja participación en las exportaciones. Adicionalmente, factores como el alto nivel de informalidad, el precario o nulo acceso a financiamiento y la baja digitalización, son los principales obstáculos para el desarrollo de las Pymes. Estos rezagos representan uno de los aspectos de la elevada heterogeneidad estructural de las economías de la región (CEPAL, 2010). Dicha heterogeneidad es también una de las causas de la aguda desigualdad social a nivel regional. De esta manera, las elevadas diferencias de productividad (entre sectores y entre empresas) reflejan y refuerzan las brechas en lo que se refiere a capacidades, incorporación de progreso técnico, poder de negociación, acceso a redes sociales y opciones de movilidad ocupacional ascendente a lo largo de la vida laboral. La pandemia del COVID-19 colocó en evidencia la necesidad de acelerar el proceso de transformación digital[1] de las empresas, con el objetivo de adaptarse al entorno adverso y poder seguir con su funcionamiento. En este contexto heterogéneo, cabe preguntarse ¿Cuál es el estado de este proceso de transformación digital en las MiPymes de la región?, para luego pensar en cómo ayudar a que este proceso se mantenga y potencie en el tiempo. En este sentido, el SELA en su misión de impulsar la cooperación y la integración entre los países de América Latina el Caribe a través de estrategias económicas y sociales que favorezcan a la región, firma un acuerdo de cooperación con Gia Consultores para colaborar en la realización de un estudio sobre madurez digital de las MiPymes de América Latina. El propósito de esta alianza estratégica fue medir el nivel de madurez digital de las empresas, a través de un conjunto de indicadores agrupados en dos grandes conceptos: el primero se refiere a Capacidad digital, que es la fuerza de la base digital de la organización. Este aspecto va más allá de la infraestructura de tecnología física, abarca todos los aspectos de la organización que le permiten obtener valor de la tecnología y así crear una cultura ágil e innovadora. El otro concepto es el vinculado con Impacto digital, que va referido a cómo se aprovechan las tecnologías digitales para responder a la demanda de los consumidores y los cambios en el mercado a través de mejores ofertas de productos y servicio. Cabe señalar que, este estudio es un paso necesario para conocer las fortalezas y debilidades del proceso de transformación digital regional y así poder avanzar en el diseño de políticas que ayuden a su consolidación. [1] El Índice de Digitalización DiGiX 2020 de BBVA Research, que mide el grado de digitalización en 99 países del mundo, da cuenta de la mejora de algunos países de la región respecto a 2019, ubicándose en la posición 42 con Chile, seguido de Uruguay (53), Costa Rica (54), México (65) y Brasil (64).

16 de septiembre de 2021

Taller: La seguridad social frente a los desastres
Taller: La seguridad social frente a los desastres
Las redes de protección social son un conjunto de políticas públicas dirigidas a proteger a la población ante contingencias sociales que se presentan a lo largo del ciclo de vida. Es así que tienen el potencial de resguardar el bienestar social y económico por medio de transferencias monetarias, a manera de prestaciones económicas que están sujetas al tipo de régimen de seguridad social y a manera de programas focalizados y/o condicionados, además de transferencias en especie y servicios sociales. Para muestra, ante la actual pandemia por COVID-19 las redes de protección social materializadas en programas dirigidos a proteger los ingresos de los hogares mediante bonos de emergencia, la ampliación de la cobertura de servicios de salud, la exención de pagos de servicios sociales, entre otros, han sido clave para la resiliencia de los hogares en la región. América Latina y el Caribe están expuestos a múltiples amenazas de origen natural. En las últimas dos décadas se registraron 1 302 desastres por fenómenos naturales que han dejado un saldo aproximado de 155 millones de personas afectadas.1 Es urgente potenciar la resiliencia ante fenómenos naturales en la región debido a sus altos índices de desigualdad y pobreza, asociados con mayores vulnerabilidades y exposición a amenazas. En este sentido, es fundamental impulsar y consolidar las redes de protección social en toda la región latinoamericana y caribeña, además de ampliar las contingencias sociales a los impactos de los fenómenos naturales y los eventos vinculados con el cambio climático. Para ello, se requiere de instituciones preparadas para operar y responder en situaciones de emergencias y desastres, en correspondencia con las prestaciones y servicios que brindan. Las instituciones de seguridad social son primordiales para las redes de protección social en caso de desastres. El Marco de Sendai 2015-2030 establece como prioridad el invertir en la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia, lo que implica promover el desarrollo de redes de protección vinculadas a programas de mejora de los medios de vida. En tanto, la cobertura de seguridad social se mantiene reducida en los países de la región, así, por ejemplo, casi la mitad de las personas trabajadoras no cotiza al sistema de pensiones,2 no obstante, la cobertura se amplía en el caso de los programas universales de pensiones, de servicios de salud, educación, transferencias monetarias y en especie, dirigidos a hogares en situación de pobreza y pobreza extrema, mujeres embarazadas, niños, niñas, y personas con discapacidad. Es decir, que los diferentes esquemas de redes de protección se complementan, y la seguridad social requiere adaptarse ante el riesgo de desastres. Por consiguiente, el desarrollo de redes de protección social entraña la generación de capacidades técnicas y logísticas para asegurar, en principio, la entrega en tiempo y forma de las prestaciones y servicios en todo momento. La resiliencia social y económica de la región depende, en cierta medida, de que las instituciones de seguridad social se preparen mejor frente a los desastres con base en la continuidad de las operaciones, la priorización de funciones sustantivas, y la puesta en marcha de los programas emergentes para proteger a la población afectada y en situación de vulnerabilidad.

07 al 09 de septiembre de 2021

Incidencia de la corrupción en la estructura productiva y el desarrollo socioeconómico de América Latina y el Caribe
Incidencia de la corrupción en la estructura productiva y el desarrollo socioeconómico  de América Latina y el Caribe
La corrupción es un fenómeno social, político y económico que afecta a todos los países del mundo, realidad de la que no escapa la región de América Latina y el Caribe (ALC).  Sus graves consecuencias afectan la estructura productiva y el desarrollo socioeconómico de los países, así como la estabilidad de las instituciones democráticas y el estado de derecho. En muchos países de ALC la corrupción es vista como consecuencia inevitable del ejercicio de poder.  Causas de este mal endémico son variadas, pero sobresalen la debilidad institucional, la opacidad en el manejo de los recursos por parte del sector público, y la apatía de la población en la defensa de sus intereses.   En los últimos años la corrupción ha alcanzado niveles alarmantes y diversas formas de manifestarse. Sus modalidades penetran a los sectores público y privado en forma de prácticas de soborno, fraude, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, desvío de recursos, nepotismo, hasta el uso de información privilegiada para fines personales, entre otras.  En el caso del sector público se presenta principalmente en las áreas de contratación pública; infraestructura pública; empresas estatales; administración de aduanas; y servicios públicos, de acuerdo con el Banco Mundial (BM).[1]  Los impactos de la corrupción son universalmente conocidos, pero al abarcar a sectores del Estado, como contrataciones e infraestructura públicas, sus implicaciones son más graves para los países de bajos ingresos por su incidencia en el Producto Interno Bruto (PIB).  Los contratos sin licitaciones, la ausencia de competidores, los sobrecostos excesivos de tiempo y dinero, el poco o ningún mantenimiento, obras monumentales sin concluir, y la baja calidad de las obras finalizadas terminan afectando negativamente el crecimiento económico, el alivio a la pobreza, y la inversión privada, en particular las inversiones de las empresas multinacionales cada vez más sometidas a la competencia internacional. Consecuencias graves también se generan del trato preferencial por parte del Estado. Se abusa del manejo de fondos para subsidios directos e indirectos, amortizaciones de deudas y exenciones fiscales y compensaciones para llevar a cabo objetivos no comerciales, que pueden ser desviados para beneficio personal o político. Como el caso de las empresas estatales en quiebra que suelen disfrutar del fácil acceso a préstamos sin fines de lucro por parte de bancos estatales para mitigar los daños causados. La corrupción en las aduanas no es diferente. Se afecta la capacidad de un país para beneficiarse de la economía global al haber retraso en el procesamiento de las importaciones y exportaciones. Igualmente actúa como desincentivo para los inversores extranjeros al aumentar los costos de hacer negocios, y reducir la competitividad de las empresas. No menos importante son los efectos de la corrupción en la prestación de servicios que deberían estar garantizados por el Estado. Se erosiona la gestión pública y el funcionamiento administrativo del Estado cuando se altera el normal cauce de los trámites administrativos para la obtención de un servicio público debido a un soborno.  La complejidad de este flagelo demanda respuestas integradas. La comunidad internacional ha hecho esfuerzos en este sentido al adoptar primeramente la Convención Interamericana contra la Corrupción (1996), primer instrumento jurídico internacional en este campo que reconoce la trascendencia internacional de la corrupción y la necesidad de promover y facilitar la cooperación entre los Estados.  Posteriormente, fue adoptada la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (2003), instrumento internacional anticorrupción jurídicamente vinculante. Sin embargo, las aristas de la corrupción son tan diversas que estas herramientas no han sido suficientes para el logro de una solución duradera.  Se necesita algo más que redoblar la cooperación internacional para ejecutar satisfactoriamente las principales áreas de dichos instrumentos como son: prevención de la corrupción, penalización y aplicación de la ley, cooperación internacional y recuperación de activos. Más allá de identificar las buenas prácticas de algunos países que contribuyen al diseño de estrategias globales y al fortalecimiento institucional de la capacidad de respuesta a este problema mejorando el papel y la eficacia de las agencias anticorrupción, las administraciones tributarias y de auditoría y los sistemas de justicia, los gobiernos están obligados a implementar políticas públicas que ataquen la raíz del problema y sus devastadores efectos en la estructura productiva y en la sociedad.  Son muchos los desafíos que enfrentan los gobiernos al abordar la corrupción, entre ellos identificar qué instrumentos tienden a funcionar y por qué.  No sólo se trata de contar con instituciones sólidas y la creación de marcos legales dirigidos a perseguir y penalizar a los que hacen un uso indebido de los recursos públicos sino también en lograr una mayor transparencia pública, mejor gestión gubernamental, participación ciudadana e inclusión social. De igual importancia es dotar de herramientas tecnológicas a los gobiernos para que apunten a reformas dirigidas a sentar las bases de una gestión gubernamental con un espíritu de transparencia, integridad, inclusión y colaboración.  Se debe profundizar en la digitalización global de gobiernos y ciudadanos para cambiar el rostro de la gobernanza del sector público y sus efectos en la lucha contra la corrupción.   El acceso a la información y una mejor colaboración entre el Estado y la sociedad son herramientas claves para el logro de tal propósito. La falta de información sobre el presupuesto y la gestión administrativa de los recursos públicos impide la contraloría social sobre las actividades y resultados de los gobiernos facilitando así las condiciones para el surgimiento de corruptelas.   En este contexto, el desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe requiere de estrategias que promuevan la participación ciudadana y su colaboración activa en la formulación de políticas públicas específicas y que atiendan a sus necesidades.  El progreso que se alcance en estas áreas dependerá de las herramientas que se adopten. El fortalecimiento de la capacidad institucional y el Estado de derecho de la región son elementos indispensables en la lucha contra la impunidad de los actos de corrupción.  La promoción de la adopción de tecnología y la innovación para el monitoreo de los recursos públicos, así como el aumento de la movilización de recursos de las entidades financieras internacionales pueden hacer la diferencia en este sentido. El uso de las tecnologías de la información y la comunicación también son herramientas de monitoreo que fortalecen la noción de la transparencia y la rendición de cuentas al favorecer la simplificación administrativa reduciendo las oportunidades de corrupción al evitarse el contacto con funcionarios públicos con un comportamiento discrecional en los procesos administrativos.  En conclusión, las consecuencias sociales y económicas de la corrupción afectan de forma negativa el desarrollo de los países. Por una parte, generan pérdidas en el crecimiento productivo como consecuencia del mal uso de los recursos públicos o la concentración de estos fondos en manos corruptas.  Por otra, producen desigualdad social, en la medida que son favorecidos sectores de la población vinculados a las altas esferas políticas con acceso a la administración de los recursos del Estado.    Entre los impactos de la corrupción en las diversas estructuras de los países, destacan los siguientes: Socavamiento de las inversiones y agravamiento de la pobreza. Distorsión de incentivos a la inversión privada local o extranjera lo cual reduce la eficiencia económica y en consecuencia la producción a largo plazo. Exceso de inversión gubernamental en proyectos de capital por la facilidad de captar las rentas de la contratación pública y reducir el retorno de la inversión. Deterioro del ambiente de negocios en el sector privado. Se prefiere invertir en actividades de ganancias rápidas y excesivas en corto tiempo en lugar de las netamente productivas. Falta de visión e innovación en el sector empresarial. La producción de las empresas no depende de su competitividad sino de su capacidad de influencia en los tomadores de decisiones respecto a la regulación o el destino de su actividad productiva. Desarrollo de estructuras monopólicas u oligopólicas en los mercados en el sentido que por lo general el mismo grupo de empresas es el favorecido en la asignación de contratos. Fuga de capitales en la medida en que los beneficios de actividades corruptas son depositados en el extranjero, o están asociados con procedimientos relajados contra el lavado de dinero. Provisión de infraestructura deficiente, lo que aumenta los riesgos de accidentes y costos de desgaste, así como el pago de impuestos adicionales sobre los ciudadanos. Freno a la innovación y el desarrollo creativo al desproteger la propiedad intelectual. Las empresas al pagar sobornos para mantener su competitividad, ya sea con la reducción o exención arancelaria o créditos subvencionados, dejan de invertir en patentes o permisos de funcionamiento. Distorsiones sociales y políticas. Las sociedades pueden enfrentar una pérdida de valores al ver como natural este tipo de actividad. Asimismo, pueden ver seriamente afectados sus sistemas políticos al ser penetrados en la búsqueda de cómplices. Desviación de recursos. Parte del gasto público se destina, ya sea para la lucha contra la corrupción o para el aprovechamiento de actividades corruptas, en lugar de actividades con fines socialmente más productivos como la educación y salud. Disminución significativa de la recaudación de ingresos del gobierno. El BM estima que entre el 30%-50% de los ingresos fiscales totales en países en desarrollo se ven comprometidos por las prácticas corruptas. Afectación de las administraciones aduaneras en cuanto a la facilitación del comercio y protección de las fronteras incluyendo la puesta en riesgo de requisitos de seguridad para el tráfico de mercancías ilícitas, incluyendo armas y narcóticos. Alto costo para la sociedad. El contribuyente que se somete al pago de sobornos paga por la ineficiencia en la prestación de servicios, y varias veces por el mismo servicio. Perjuicio para el consumidor. Cuando la corrupción se vuelve necesaria para adquirir un insumo productivo o evitar controles de calidad mínima, los mercados reciben bienes y servicios en cantidades insuficientes, de menor calidad o más costosos. [1] (http://documents.worldbank.org/curated/en/986521600118147288/Executive-Summary)

01 de septiembre de 2021