Informe: Para detener el aumento de la migración desde Centroamérica se deben abordar sus causas fundamentales y necesidades inmediatas

23 de noviembre de 2021
Fuente: https://elpais.com/

Amy Pope hace referencia a un término que es difícil traducir al español: weaponization, una metáfora bélica para definir cómo un concepto, idea o situación se utiliza como herramienta o arma para alcanzar un fin político o beneficio personal. “Hemos visto cómo en la pasada Administración la política migratoria ha sido utilizada como un arma, usada de forma muy efectiva para dividir a la población estadounidense”, señala, “eso echó raíces, no se fue por el hecho de que Biden fuera elegido presidente”.

La funcionaria agrega que no es un fenómeno exclusivamente estadounidense, sino que se ha extendido a Europa y Sudamérica, cuando se agitan los discursos antimigrantes y la xenofobia o cuando las personas migrantes se convierten en monedas de cambio en los choques entre países, como ha pasado entre Bielorrusia y la Unión Europea, en las renegociaciones del TLCAN o con miles de solicitantes de asilo varados por el programa conocido como Quédate en México (MPP). Es en estos escenarios donde, “los migrantes se convierten en las armas en los conflictos entre Estados”, comenta.

Las detenciones sin precedentes en la frontera sur de Estados Unidos son un argumento recurrente entre los críticos que creen que Biden no ha logrado desmarcarse lo suficiente de las políticas de Donald Trump, aunque Pope no lo ve así. “Creo que, de hecho, esto puede estar alimentado por la sensación de que las políticas son menos estrictas”, revira. “Tuvimos un cambio de Gobierno en Estados Unidos y pasamos de una Administración que era muy antimigrante a otra con un punto de vista más tolerante. Ese cambio de Gobierno pasó al mismo tiempo que la covid y que desastres naturales muy serios en Centroamérica y Haití”, argumenta, “tenemos que verlo como una confluencia de factores”. A esa lista también añade la inseguridad alimentaria, la inestabilidad política, la violencia y el cambio climático.

Su apuesta desde la OIM es impulsar nuevos canales para la emigración regular, con válvulas de escape diferenciadas para los migrantes económicos y por el cambio climático, los refugiados que huyen de la violencia y los solicitantes de asilo para evitar los cuellos de botella. Su insistencia es también abandonar la visión de manejo de crisis y abogar por un nuevo enfoque en el problema, más en la línea de las estrategias de prevención que en lo reactivo. “Es cierto que cuando recibes un número significativo de migrantes que llegan de golpe a través de canales irregulares se crean presiones con las que los Gobiernos y los funcionarios tienen que lidiar”, expone. “Pero si tratamos cada flujo migratorio como una crisis, eso disminuye el espacio político que tienes para alcanzar soluciones sensatas y los funcionarios empiezan a reaccionar políticamente en vez de estratégicamente”, dice.

“Creo que ponemos demasiado el foco en las caravanas como si fuera un problema mayúsculo, pero el problema mayúsculo es lo que está pasando en los países de la región y que hace que los migrantes se sientan obligados a irse”, ejemplifica. “Tiene que haber un cambio en la forma como pensamos en la migración”, sentencia.

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