Mientras siga la desigualdad habrá migración en Centroamérica
14 de septiembre de 2022
Fuente:
https://es.aleteia.org/
Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas así como laicos y agentes de pastoral de la frontera sur de México se reunieron en Antigua (Guatemala); en un encuentro para revisar el estado actual de la situación migratoria que afecta duramente a países de Centroamérica.
En los últimos años, los flujos migratorios han aumentado y ahora están compuestos, también, por familias completas o menores de edad viajando solos. Los reunidos en Antigua han detectado, con toda claridad que las políticas de la región no promueven un desarrollo parejo.
En su comunicado final, pidieron a los líderes sociales y políticos de la frontera sur de México “que actúen con decisión, implementando acciones y políticas locales y regionales que promuevan un desarrollo inclusivo y armónico, respetando las leyes y acuerdos vigentes”.
Conscientes de que la migración es un fenómeno multifactorial, hicieron un llamado a la sociedad civil y a sus organizaciones. Piden que exista un compromiso de «crear y fortalecer espacios para el diálogo fraterno, la búsqueda de la justicia y la construcción de la paz».
Es la petición que han lanzado obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos comprometidos en la pastoral de la movilidad humana al término del VIII encuentro de obispos y agentes de pastoral de la frontera sur de México y países centroamericanos, recientemente celebrado en Antigua, Guatemala.
Conscientes de que el tema migratorio va a peor, los participantes en el encuentro alzaron la voz a favor de los hermanos migrantes; «para que sus inquietudes, deseos y esperanzas sean tomados en consideración para la construcción de nuestras sociedades».
Muchos podrán migrar en los próximos 18 años
Las organizaciones que estudian el fenómeno migratorio calculan que alrededor del 50% de la población que emigra hacia otros países realiza el viaje a la edad de 18-29 años; le siguen con un 25% los adultos de entre 30-44 años.
Según un informe del Wilson Center («Diagnóstico de la Migración de Centroamérica a los Estados Unidos«) en la región existen 15,431,346 millones de personas en el rango de edad de migrar (7,943,299 mujeres y 7,488,047 Hombres).
El país con una mayor población propensa a migrar es Guatemala (7,112,801), le sigue Honduras (4,997,278) y por último está El Salvador (3,321,267). Además, en los próximos 18 años la región experimentará un aumento en el número de personas propensas a migrar.
Esto hace necesaria que se escuche la voz de la Iglesia católica; que en muchos aspectos es la que se ocupa de de acogida a los migrantes. Aunque también, en el encuentro, los participantes llamaron a la Iglesia de cada uno de los países de Centroamérica y México a redoblar el esfuerzo y reforzar la pastoral de la movilidad humana. Especialmente, donde la presencia de migrantes es más grande.
También «a fortalecer los espacios de articulación nacional y regional; y a compartir experiencias de servicio a las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y víctimas de trata, para mejorar en nuestra labor».
El proyecto de Iglesia que reclaman los asistentes al encuentro es una Iglesia que esté permanentemente monitoreando la situación migratoria de la región; para que «las voces de los hermanos y hermanas a quienes servimos sean escuchadas hasta donde sea necesario».
En una dura crítica a los gobiernos de la región, los asistentes al encuentro denunciaron que se siguen aplicando modelos de desarrollo que profundizan las desigualdades socioeconómicas; y acentúan la precaria condición en que vive la mayoría de la ya empobrecida población.
La esperanza no muere
Además del deterioro de la democracias, se suman a las causas de la migración la corrupción «endémica»; y «la cultura de la impunidad» que dificultan la construcción de sociedades prósperas, basadas en la justicia y la paz. Y por el otro lado, las naciones poderosas que, con el pretexto de «ordenar» la migración «en realidad tienen un interés concreto en frenarla».
En resumen, los diferentes intereses que inciden en las políticas migratorias de los países centroamericanos «llevan al incumplimiento de los acuerdos para la integración de los migrantes y su libre tránsito».
Además, existe la violación de los derechos de las personas migrantes por parte de algunos funcionarios y miembros de la policía; quienes retienen o destruyen sus documentos de identificación o se dedican a la extorsión.
La esperanza –sin embargo, está puesta en los propios migrantes, «en el amor que impulsa a muchos de estos hermanos y hermanas a sacrificarse; y a superar estas grandes dificultades para poder ayudar pronto a su familia». Y la inspiración del trabajo incesante de los agentes pastorales, «que multiplican los panes y los peces en distintas iniciativas a lo largo de las rutas migratorias».
A la Iglesia de la región, finalmente, la «mueve el celo de quienes cuidan a nuestros hermanos y hermanas que buscan protección por migración o desplazamiento forzado; y de quienes protegen a las víctimas o supervivientes de la trata».