Y es que tras años de polémicas sobre la gravedad del cambio climático y a falta de decisiones y acciones contundentes para mitigarlo por parte de los Estados del mundo, actualmente la ventana de actuación para frenar sus consecuencias ha quedado muy disminuida.
En 2015, distintos gobiernos de todo el mundo firmaron el Acuerdo de París, con el objetivo -no vinculante- de no superar los 1,5 grados Celsius de calentamiento global para 2100, comprometiéndose, a poder ser, a lograr este objetivo antes de 2050.
Ahora la evidencia científica demuestra que, para conseguirlo, será necesario reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, la mayoría de planes climáticos de las distintas naciones del mundo estiman seguir aumentando las emisiones durante toda la década.
Una situación que, según el informe, conllevará graves consecuencias: un calentamiento más de dos veces mayor al que ya enfrenta nuestra civilización, de 3,2 grados Celsius a nivel global para finales de siglo. De dirigirnos a ese escenario, los científicos alertan de consecuencias mucho más devastadoras que los megaincendios, huracanes, sequías, olas de calor y demás fenómenos que ya experimenta el mundo.
"Nos encontramos en una encrucijada. Las decisiones que tomemos ahora pueden asegurar un futuro habitable. Tenemos las herramientas y los conocimientos necesarios para limitar el calentamiento”, advirtió el presidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), Hoesung Lee, tras la publicación del informe.
El IPCC estima que el aumento de la temperatura se estabilizará cuando las emisiones alcancen el "cero neto" o neutralidad climática, es decir, que la suma de los gases que se emitan y los que el planeta pueda absorber sea cero. Se trata de un objetivo que muchos países se han marcado para 2050, aunque pocos han trazado un plan ambicioso para lograrlo.
Este documento basado en más de 18.000 publicaciones científicas también indica cómo se debe actuar para conseguir los objetivos climáticos y cuáles son las principales fuentes del problema. De hecho, esta entrega -la tercera del organismo- está centrada en la mitigación del problema, es decir, en cómo podemos evitar el empeoramiento de la crisis climática.
Entre los principales focos del problema y a su vez de la mitigación, destacan cinco puntos: el uso de combustibles fósiles, la producción de metano y de CO2, la ganadería y dieta con bajo impacto para el planeta y la transición a ciudades más verdes -algo que sería beneficioso también para las personas, al reducir el nivel de contaminación en el aire que se respiran.
El uso de combustibles fósiles
El IPCC ha sido claro: el mundo debe reducir el uso de combustibles fósiles.
Según el informe, para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, es necesario reducir drásticamente -e incluso al 100 %- el uso del carbón, el petróleo y el gas para 2050. Y es que con las emisiones actuales de estas industrias es imposible alcanzar el objetivo de 1,5 grados Celsius.
Un campo que ha sufrido un retroceso recientemente, con muchos gobiernos aprobando ayudas a las industrias petroleras para frenar la subida de precios en la gasolina debido a la guerra en Ucrania. Respecto a esto, el informe no deja lugar a dudas: la eliminación de este tipo de subvenciones podría reducir las emisiones hasta en un 10% de aquí a 2030. Algo que contribuiría paralelamente a invertir ese dinero en servicios públicos con bajas emisiones.
La solución que plantean el IPCC y cada vez más científicos es seguir con la transición a energías renovables, a pesar de que es una industria que todavía debe desarrollarse y cuenta con problemas en su aplicación en muchos puntos del planeta.
"A pesar de que persisten desafíos operativos, tecnológicos, económicos, regulatorios y sociales, han surgido una variedad de soluciones sistémicas para acomodar grandes cuotas de energías renovables en el sistema energético", apunta el informe.
Una opinión con la que António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, coincide: "Es hora de dejar de quemar nuestro planeta y comenzar a invertir en la abundante energía renovable que nos rodea", apuntaba el alto funcionario en redes sociales
Entre 2015 y 2019, la capacidad eólica mundial creció un 70%, mientras que la solar fotovoltaica aumentó un 170%. En total, las energías limpias produjeron el 37% de la electricidad mundial en 2019; el resto provino de los combustibles fósiles, especialmente del carbón.
La producción de metano
A pesar de que el dióxido de carbono es el principal de los gases contaminantes, el informe hace especial hincapié en la producción de metano, con un poder de calentamiento mucho mayor -hasta 21 veces más potente que el CO2 en un periodo de 100 años-, aunque los estudios parecen indicar que permanece menos tiempo en la atmósfera.
Para cumplir con el Acuerdo de París, el metano debe reducirse alrededor de un tercio durante esta década. Y, aunque la industria de los combustibles fósiles representa un tercio de las emisiones de metano, también lo generan las secreciones de ganado bovino y ovino, los vertederos e incluso las fuentes naturales de este gas.
Ya sin aspirar a cumplir con los 1,5 ºC y aumentar el calentamiento hasta los 2 ºC, las reducciones en las emisiones de metano deberían ser rotundas, en torno al 43% en 2030 y al 84% en 2050. Entre el 2010 y el 2019 se registraron los niveles más altos de emisiones de la historia, pero actualmente se han ralentizado -especialmente durante la pandemia-.
"La reducción de emisiones para abordar la crisis climática debería estar al nivel de lo observado durante la pandemia, pero año tras año, algo que mejoraría nuestra calidad de vida sin necesidad de una crisis sanitaria a nivel mundial", apuntó Diana Urge-Vorsatz, científica y miembro del panel del IPCC.
Para hacer realidad esta reducción, todos los gobiernos del mundo deben comprometerse y forzar -en caso de ser necesario- a las industrias.
El problema del CO2
Ni en el escenario más optimista se contempla un futuro con bajas emisiones sin una tecnología para extraer CO2 de nuestro entorno. De hecho, será necesario extraer cientos de miles de millones de toneladas para 2050, y otros tantos para 2100.
"La eliminación de dióxido de carbono (RDC) es necesaria para lograr un nivel cero de emisiones de CO2 y de gases de efecto invernadero, tanto a nivel mundial como nacional", sostiene el informe.
Entre los métodos para reducir la emisiones de este gas destacan la reforestación e incluso una tecnología para extraer del aire el CO2; ya que los expertos advierten que las plantas por sí mismas no podrán absorber por completo el dióxido de carbono de la atmósfera.
Concretamente porque hay sectores de la economía que no lograrán descarbonizarse para 2050, como la aviación o el transporte marítimo. Entre los planes más concretos para contrarrestar este impacto figuran algunos como el de Francia, apostando a las líneas ferroviarias.
Ganadería y dietas más sostenibles
La agricultura puede proporcionar grandes reducciones de emisiones y eliminar carbono. Sin embargo, no puede compensar el retraso en otros sectores, como el de las industrias fósiles.
La industria ganadera, por su parte, es más contaminante y contribuye a grandes niveles de deforestación y, a su vez, al deforestar se impacta en el consumo de dióxido de carbono de las plantas y árboles.
En esta línea situamos las conocidas estrategias del lado de la demanda, que incluyen dietas basadas en plantas, los vehículos eléctricos o la movilidad sin coches. Estas son acciones individuales que los expertos estiman podrían reducir las emisiones de CO2 entre un 40% y un 70% para 2050.
"Los cambios rápidos y profundos en la demanda facilitan que todos los sectores puedan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a corto y medio plazo", señala el informe.
El documento también señala la importancia de las “dietas saludables y sostenibles”, especialmente aquellas que se centran en alimentos de origen vegetal, que tienen un bajo impacto ambiental y a la vez son beneficiosas para la salud.
Aunque este peso no recae por igual sobre todo el mundo. A nivel mundial, los hogares con ingresos del 10% más alto contribuyen hasta el 45% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. En general, las industrias son las principales fuentes de contaminación del mundo y sobre quienes recae también la responsabilidad.
"En un momento de aumento de las emisiones de dióxido de carbono, ganancias récord y reparto de licencias para nuevos campos de petróleo y gas, todos los titulares del último informe del IPCC tratan sobre cómo ‘nosotros’ vamos a tener que cambiar nuestro comportamiento y pagar para sacar el dióxido de carbono de la atmósfera", sostuvo Myles Allen, profesor en geosistemas en la Universidad de Oxford y director de la iniciativa Oxford Net Zero, al periódico 'The Independent'.
También los países más ricos son los que más deben contribuir en la transición y los datos indican que estos gastan entre dos y cinco veces menos de lo necesario en el cambio. El déficit es entre cuatro y ocho veces inferior a los entre 1,6 billones y 3,2 billones de dólares anuales que necesitan los países en desarrollo, que contribuyen en mucha menor medida a la emisión de gases.
Ciudades y un mundo más verdes
Las grandes ciudades tienen mucho impacto en la crisis climática y son cuna de fábricas que producen las emisiones. Pero, a su vez, también son centros que pueden facilitar la reducción de estas mediante la creación de entornos verdes y fomentando transporte público eléctrico. Muchas ya han implantado estas políticas "verdes" como Copenhague o Estocolmo.
"Sin reducciones inmediatas y profundas de las emisiones en todos los sectores, será imposible", aseguró Jim Skea, copresidente del grupo de trabajo de expertos del IPCC al respecto.
Además, la implantación de estas medidas también aporta beneficios para la salud al reducir el calor, proporcionar un aire más limpio y una mejor movilidad. Todo mientras la OMS advierte que el 99 % de la población de la Tierra respira aire contaminado.
En este sector, el trasporte tiene un gran peso. "Los vehículos eléctricos propulsados por electricidad de bajas emisiones ofrecen el mayor potencial de descarbonización para el transporte terrestre", indica el informe a favor de otra forma de energía renovable.
En general, la conclusión del IPCC es que todas las medidas para frenar el cambio climático deben implantarse con la mayor urgencia posible.
El organismo también asegura que, aunque las acciones necesarias para frenar el impacto climático puedan parecer caras, "no hacer nada" sale mucho más caro a la larga, especialmente sobre la calidad de vida de las personas que habitan el planeta ahora y dentro de cien años.