Factor climático sigue preocupando a la comunidad internacional en el 2022
18 de enero de 2022
Fuente:
www.sela.org
Al iniciar el año, el mundo se prepara para afrontar los principales desafíos que podrían poner a prueba la fortaleza y preparación de la comunidad internacional durante el 2022. Informes anuales de varios organismos reflejan que la acción por el clima se encuentra entre sus principales preocupaciones para los próximos 12 meses.
Aunque muchos de los retos a los que se podría enfrentar la humanidad se pueden controlar o regular por factores humanos e industriales. No es así, cuando se trata de los fenómenos naturales en los que es más difícil tener algún tipo de precisión. Pese a todos los esfuerzos para tratar de revertir los daños causados al planeta en los últimos años, es prematuro determinar lo que sucederá a corto, mediano y largo plazo.
No obstante, los países a nivel global se han estado preparando para combatir los efectos que dejan los desastres a las poblaciones, tanto así, que el tema ha sido uno de los más debatidos en las cumbres internacionales, en las que se han creado planes y estrategias para su prevención y mitigación. Además, se han establecido acuerdos muy importantes para la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, y generación de carbono, para mejorar, en gran medida, la calidad de vida de las generaciones futuras.
Sin embargo, esta meta pareciera estar más lejos de lo trazado, el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) planteó en el “Global Risks Report 2022”, en su edición número 17, que el "fracaso de la acción climática" es el mayor riesgo al que se deberá enfrentar la humanidad en la próxima década. Mientras que, las condiciones meteorológicas extremas ocupan el segundo riesgo más grave a corto plazo, seguido de la pérdida de la biodiversidad.
Para solventarlo, el WEF, pidió en el mismo texto a los Gobiernos atender de la forma más rápida y efectiva posible esta grave situación.
Por su parte, Peter Giger, Director de Riesgos del Grupo Zurich, aseguró que “la crisis climática sigue siendo la mayor amenaza a largo plazo. Si no se actúa, el Producto Interno Bruto (PIB) mundial podría reducirse en una sexta parte; además, los compromisos que se asumieron en la COP26 siguen siendo insuficientes para alcanzar el objetivo de 1,5 °C. No es demasiado tarde para que los gobiernos y las empresas actúen sobre los riesgos que enfrentan e impulsen una transición innovadora, determinante e inclusiva que proteja a las economías y a las personas”.
Caso Centroamérica
Según datos de la investigación “La emergencia del cambio climático en América Latina y el Caribe” realizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en Centroamérica se da un caso “paradigmático de la asimetría entre la emisión de gases de efecto invernadero y la vulnerabilidad ante el cambio climático”, esto debido a que en la región se generan alrededor de 132 megatoneladas de CO₂, equivalente al 0,26% de las emisiones mundiales.
En el mismo informe se señala que para el 2030, año en el que el mundo entero se ha propuesto haber terminado con, al menos, la mitad de las emisiones que se generan en la actualidad, América Central se encamina a aplicar una política que le permita acelerar la descarbonización y “reducir las emisiones per cápita a 1,9 toneladas de CO₂ por habitante, en los próximos ocho años, es decir un 20% con respecto al escenario inercial”.
Cabe destacar que, “la tasa de descarbonización promedio anual de la región centroamericana entre 1990 y 2016 fue del 3,8%, frente a la tasa mundial que fue del 1,4%. Ello, puede representar una ventaja competitiva en la nueva economía mundial del siglo XXI”, resaltó el reporte.
Caso del Caribe
La investigación de la CEPAL también menciona a los países del Caribe en los que predomina el uso del petróleo, por lo cual las emisiones son menores. "En el caso de Haití, predominan los biocombustibles, mientras que, en Trinidad y Tobago, lo hace el gas natural. El nivel de emisiones por país es heterogéneo, pero, en general, el rubro más relevante es el de la energía. Trinidad y Tobago y Cuba son los países que tienen más emisiones, pero la mayoría de estas son absorbidas por su cobertura forestal”.
De acuerdo con esto, en su 17ª edición, el informe insta a las diferentes naciones a pensar en crear políticas que den forma a la agenda de los próximos años para poder dar una respuesta coordinada de las múltiples partes interesadas que garantice la transición a las economías netas.
Se puede avanzar
El “Global Risks Report 2022” de la WEF y el “Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe” de la CEPAL, coinciden que las mejoras económicas y el desarrollo medioambiental son determinantes para avanzar en las metas que permitan combatir el cambio climático y sus efectos.
Para el organismo latinoamericano y caribeño, una buena parte de los logros fiscales deberían destinarse a la creación de más espacios con energías renovables, y a la reconstrucción de zonas afectadas por los fenómenos naturales, que según la Base de Datos Internacional sobre Desastres EMDAT, tuvieron un crecimiento anual del 3% en las últimas tres décadas respecto de la década de 1970.
Los fenómenos más recurrentes fueron las inundaciones, las tormentas, los deslizamientos y los aluviones (86% del total), seguidos de las sequías (9%), causando pérdidas económicas, sociales y ambientales incalculables para América Latina y el Caribe (ALC), que depende considerablemente de sus tierras para su subsistencia. Se estima que el sector agropecuario es uno de los más afectados representando el 9% del PIB regional, emplea al 30% de la población y produce insumos claves para las actividades agroindustriales.
Además, la CEPAL señala que las catástrofes ocasionadas por acción de la naturaleza no solo afectan al agro, sino que también magnifican la vulnerabilidad socioeconómica de la región, que sumados a los efectos del cambio climático exponen a ALC a riesgos relacionados con la seguridad alimentaria, la hidroelectricidad, la salud, el desempeño ecosistémico y las contingencias fiscales.
En el mismo informe, se revela que en algunos países de la región se busca integrar la necesidad de materializar planes a mediano y largo plazo que incluyan un gran componente de inversión en activos fijos e intangibles, que permitan, entre otros, “mejorar en la transformación digital de los procesos productivos y en una mayor eficiencia energética para reducir el impacto sobre el cambio climático, con la finalidad de influir positivamente sobre la actividad económica y la creación de nuevos empleos”.
Tarea pendiente
El pasado mes de noviembre durante la Conferencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre el Cambio Climático (COP26), celebrada en Glasgow, Reino Unido, los gobiernos anunciaron varios objetivos en la reducción de emisiones, al tiempo que el organismo instó a lograr el objetivo de cero emisiones para 2050. Asimismo, acordaron reducir progresivamente el carbón, que es el combustible fósil más contaminante.
Ante el optimismo sobre los nuevos compromisos asumidos en la COP26 y en el período previo a la misma, los planes actuales siguen sin alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 °C, por encima de los niveles preindustriales. En su lugar, el mundo se dirige hacia un calentamiento de 2,4 °C, e incluso en los escenarios más optimistas solo se alcanzaría los 1,8 °C, según datos recogidos en la Convención de la ONU.