La naturaleza, un sector de análisis que resaga la recuperación de ALC

29 de noviembre de 2021
Fuente: http://www.sela.org/en

La economía de América Latina y el Caribe podría crecer hasta en un 3% para el próximo año. Sin embargo, hay factores, de los cuales no se puede tener el control que podrían hacer variar esta estimación del Fondo Monetario Internacional y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y para los cuales la región se debe preparar, uno de ellos es el vinculado a los desastres naturales.

En su informe “Global Economic Prospect” el Banco Mundial (BM), hace mención a que “las alteraciones vinculadas con los desastres naturales son un riesgo persistente para la región”.

El riesgo persistente viene principalmente porque en América Latina y el Caribe existen zonas de convergencia intertropicales, el sistema amonzónico de América del Norte y del Sur, el fenómeno de El Niño/Oscilación Austral, las oscilaciones del océano Atlántico y los ciclones tropicales, que anualmente “influyen en el clima subregional y, por tanto, la modificación de sus patrones de comportamiento inciden de forma importante sobre las proyecciones climáticas y económicas de la región”, reseñó la CEPAL.

Suscribe ante este riesgo el BM, que dijo que “América Latina y el Caribe está sumamente expuesta y es muy vulnerable a varios desastres por amenazas naturales, como los terremotos e inundaciones, que pueden devastar regiones enteras, o los huracanes que azotan los estados caribeños. La región es una de las más vulnerables debido a la elevada densidad poblacional de las áreas donde golpean estos desastres y a la necesidad de mejorar las prácticas de gestión del riesgo”.

Por ser fenómenos naturales cuyos daños y consecuencias son impredecibles, calcular cuánto van a afectar a una región o grupo social, resulta bástante improbable, según la CEPAL, esto dificulta aún más que haya una previsión económica para ello, puesto que cuando estos desastres naturales se convierten en problemas incontrolables, las naciones pueden perder entre el 1% y el 5% de su Producto Interno Bruto (PIB) para intentar reponerse de los daños causados.

“La evidencia de los impactos del cambio climático en América Latina y el Caribe muestra que esos efectos son ya significativos y, con una alta probabilidad, serán más intensos en el futuro. Por ejemplo, existe evidencia de impactos importantes que dejan los desasatres naturales en las actividades agropecuarias, agua, biodiversidad, alza del nivel del mar, bosques, turismo, salud y ciudades, pueden ir entre el 1,5% y el 5% del PIB actual” reseñó el informe “La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe”.

Es por ello, que entre tantos otros proyectos y organizaciones, el Banco Mundial tiene en su haber un plan de “bonos catastróficos” que está diseñado para apoyar a los diferentes países luego de sufrir desastres naturales que les sean inviabes manejar con sus propios recursos a través de instrumentos como la “Facilidad de Seguros contra Riesgos Catastróficos en el Caribe (CCRIF) que puede proporcionar fondos de fácil acceso para la recuperación, luego de que un país miembro se vea afectado por un huracán o desastre natural”.

Desde las Naciones Unidas, en los últimos años se ha hecho la promoción de que todos los países del mundo, trabajen en conjunto en pro de la conservación ambiental, ya que es un problema que, de agravarse, podría afectar todos los sectores de las regiones, no solo en ALC; sino a nivel mundial.

Del mismo modo, lo ha hecho el CEPAL en uno de sus estudios económicos en los que resaltó que “canalizar la inversión hacia sectores que promuevan un nuevo estilo de desarrollo y que pueden potenciar competitividad, empleo, y bajar la huella ambiental” es indispensable.

Las proyecciones climáticas de este organismo sugieren que en las regiones de Centroamérica y América del Sur “se prevé un aumento de temperatura de entre 1,6 y 4 °C en algunas regiones, y la modificación de los fenómenos climáticos extremos”, factores que podrían aumentar el riesgo de que se desarrollen desastres naturales que generen gastos imprevistos que puedan afectar el crecimiento de la región y reducciones en las proyecciones de los PIB nacionales y regionales.

Este informe climático de la organización determinó que a niveles generales, “es el sector agrícola el que sufre normalmente con mayor intensidad los desastres naturales, lo que sugiere que algunas subregiones, como Centroamérica y el Caribe, son particularmente sensibles a estos fenómenos”.

El texto asegura también que los desastres naturales traen “aparejados efectos económicos colaterales: por ejemplo, tienden a reducir los ingresos fiscales y a elevar el gasto público, de forma que se incrementa el déficit y la deuda pública, se generan daños a las infraestructuras, entrañan pérdidas en los bienes, trastornan el modo de vida, alteran el transporte y el comercio”.

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