Alrededor de 22 millones de personas perdieron sus empleos en 2020 respecto al año anterior como consecuencia del impacto de la pandemia de Covid-19 en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que no espera que las economías desarrolladas hayan recuperado la tasa de ocupación anterior a la Covid-19 ni siquiera a finales del próximo año.
De esta cifra, el 'think tank' de los países más desarrollados estima que alrededor de 8 millones corresponden a personas que perdieron su puesto de trabajo para engrosar las filas del desempleo, mientras que otros 14 millones pasaron a ser considerados inactivos.
A nivel mundial, la factura de la pandemia sobre el mercado laboral se tradujo en la pérdida de unos 114 millones de empleos en 2020 respecto del año anterior.
De este modo, la OCDE advierte en la última edición de su informe 'Perspectiva del Empleo 2021' de que a finales del año pasado los países avanzados se encontraban aún a medio camino de la recuperación completa de los niveles de ocupación, por lo que anticipa que "la recuperación de los niveles prepandemia no se logrará para finales de 2022".
Asimismo, a pesar de que la tasa de desempleo de la OCDE se haya reducido al 6,6% en mayo desde el 6,7% registrado en abril, esta se mantiene 1,3 puntos porcentuales por encima del nivel prepandemia de febrero de 2020, con 43,5 millones de desempleados, frente a los 35,4 de febrero de 2020.
En este sentido, la tasa de paro entre los menores de 25 años se situaba en mayo de 2021 en el 13,6%, aún por encima del 11,4% anterior a la pandemia, aunque con sustanciales divergencias entre los países.
Por otro lado, en su informe la OCDE alerta del riesgo real de que la profundidad de la crisis de Covid-19 contribuya a afianzar la desigualdad y la exclusión a menos que los gobiernos "pongan el empleo en el centro de la recuperación para asegurar una transición desde la exclusión a la inclusión".
"Hay luz al final del túnel, pero brilla más para unos que para otros", apunta la OCDE en su informe para recalcar que, a pesar del apoyo sin precedentes prestado por los gobiernos, "el precio de la crisis no se ha distribuido por igual" y ha servido para acentuar y agudizar aún más las divisiones económicas y sociales en el seno de la OCDE.
"Será muy importante establecer las políticas adecuadas para fomentar la inversión empresarial y la creación de empleo, así como para impulsar la mejora, la renovación y la combinación de habilidades necesarias para garantizar que todos tengan la mejor oportunidad posible de participar y beneficiarse de la recuperación", indicó el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, al presentar el informe en París.
De esta manera, a medida que los gobiernos implementan sus planes de recuperación, la OCDE considera esencial seguir prestando apoyo a las familias más necesitadas y, al mismo tiempo, enfocar mejor las medidas de política fiscal diseñadas para impulsar el crecimiento hacia aquellas empresas y empleos que tienen un futuro viable en el nuevo entorno tras la pandemia, proporcionando los incentivos adecuados para que la inversión empresarial conduzca a la restauración y creación de nuevos puestos de trabajo.
"Retirar el apoyo demasiado pronto podría poner en peligro la recuperación", subrayó Corman, para quien los costes a corto plazo de las medidas de apoyo fiscal se pueden mitigar mejorando la focalización de las ayudas en los sectores, empresas y hogares más vulnerables, al tiempo que se fomenta la creación de nuevas empresas y la creación de empleo.
En este sentido, la OCDE señala que, en el punto álgido de la crisis, los planes de retención de empleo, como los ERTE, respaldaron unos 60 millones de puestos de trabajo, más de diez veces más que durante la crisis financiera, contribuyendo así a salvar alrededor de 21 millones de puestos de trabajo.
"Ayudaron a limitar los aumentos del desempleo en muchos países, aunque hasta ahora no hay indicios de que hayan tenido un impacto adverso significativo en la creación de empleo", destaca la OCDE, que recomienda que ahora deberían dirigirse a sectores aún afectados por las restricciones del distanciamiento social, mientras que el diseño oros programas debería ajustarse para promover la recuperación y eventualmente eliminarse.