¿Qué pueden aprender los países africanos del éxito que ha tenido China sacando a millones de personas de la pobreza? Siddharth Chatterjee, excoordinador residente* en Kenya, ahora en el mismo cargo en China, considera que muchos aspectos del éxito económico del país asiático pueden servir de lección a las naciones en desarrollo que buscan ofrecer mejores condiciones de vida a sus ciudadanos.
Cuando viajé a China para ocupar mi puesto llegué a la ciudad de Guangzhou y me vino a la cabeza la descripción que hizo el ex Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger en la década de 1980 de lo que él consideraba una ciudad provincial subdesarrollada
Durante mis veintiún días de cuarentena observé desde el aeropuerto y el hotel la arquitectura y las infraestructuras de la ciudad y me sentí transportado a Dubai que es otro ejemplo de ciudad que ha sufrido una transformación espectacular.
Observar la ciudad desde este prisma durante mis tres semanas de aislamiento me dio una perspectiva única mediante la cual visualizaba la historia de esta ciudad al tiempo que contemplaba el meteórico ascenso de China en las últimas décadas.
Un milagro al servicio del desarrollo que hay que compartir con el mundo
El hecho de haber sacado a casi 800 millones de personas de la pobreza extrema en las últimas cuatro décadas, así como a los casi 100 millones de ciudadanos rurales pobres en los últimos ocho años, hace que los logros de China sean simplemente asombrosos.
La historia de sus principales logros y su transformación hasta convertirse en la segunda economía del mundo son de una gran importancia, y un ejemplo que debemos compartir con otras naciones en desarrollo, especialmente las de África. Lo digo con conocimiento de causa ya que mi último destino fue Kenia.
Ya sea en las áreas de la manufactura, el mercado abierto o el sector agrícola, China cuenta con una amplia experiencia en materia de desarrollo de la que vale la pena aprender.
Hay que tener en cuenta que más del 40% de la cosecha agrícola de África se desperdicia cada año por las pérdidas posteriores a la recolección.
África debería ser la canasta de pan del mundo, pero importa entre 60.000 y 70.000 millones de dólares en alimentos. En esta Década de Acción para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, nuestra línea de actuación es clara. No dejaremos a nadie atrás.
Mientras nos embarcamos en la Cuarta Revolución Industrial con estos retos pendientes, el Equipo de las Naciones Unidas en China se encuentra ahora en una posición única para cooperar con el Gobierno del país asiático y aplicar estos éxitos en África y otras naciones del Sur Global.
Trabajar con un abanderado del multilateralismo
En vez de rehuir la cooperación internacional, China ha demostrado su firme creencia en los principios del multilateralismo.
A pesar de las tensiones que ha generado la pandemia del COVID-19 para la cooperación internacional, China ha actuado con tenacidad y compasión, aunando esfuerzos con otras naciones para afrontar este desafío global.
Como pude comprobar en Kenia, las donaciones de equipos de protección personal chinos y de otros suministros desempeñaron un papel fundamental durante la interrupción de las cadenas mundiales de suministro en marzo de 2020.
Además, su actuación preventiva en materia de salud pública ha establecido un modelo a seguir en todo el mundo para frenar la propagación del virus y salvar vidas y medios de subsistencia.
Como señaló el Presidente Xi Jinping en el Foro de Davos, "el invierno no puede detener el curso de la primavera". La humanidad superará la pandemia del COVID-19.
Ya sea por las continuas inversiones en la Cooperación Sur-Sur o por la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la seda, vemos que China avanza en la construcción de un ecosistema que proporciona una red de prosperidad, bienestar y educación a escala mundial. El progreso económico es un proceso que se fortalece mutuamente y es interdependiente. La humanidad no puede desvincularse, al igual que la tecnología y la humanidad no pueden desvincularse.
La ambición y determinación de ganar
Mi llegada a China estaba escrita en el destino.
Cuando a los nueveaños encontré un par de botas marrones que mi familia no se podía permitir en un mercado del barrio chino de Calcuta, en la India, un tendero chino se acercó y, con su mano en el hombro, me entregó una bolsa donde más tarde encontré los botines de mi talla exacta.
De regreso a la tienda, el tendero les explicó a mis padres que antaño tuvo un hijo de mi edad que falleció por un brote de cólera. Cuando el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, me nombró coordinador residente de la ONU en China mi madre me recordó esta historia.
Cada día que paso aquí me siento inspirado por lo que lo que veo a mi alrededor, lo que China ha logrado y puede lograr como país.
La madurez y el espíritu de un país con 5000 años de civilización
Prometo seguir mejorando mi conocimiento de China, comprender su evolución, mantener un espíritu de vanguardia mientras exploramos nuevas asociaciones con el sector privado, y dar el máximo protagonismo a las iniciativas de la familia de la ONU.
Mientras continúo mi andadura como coordinador residente de las Naciones Unidas en China, lidero un equipo de la ONU en el país que funcionará al unísono.
Espero que el Gobierno de China y su pueblo vean cómo progresamos y puedan decir que estas son unas Naciones Unidas que se adaptan a su cometido, cumplen con su misión y están a la altura de las expectativas del Secretario General.