El hambre aguda y la hambruna asolarán a la población en más de 20 países en los próximos meses si la comunidad internacional no toma medidas urgentes para evitarlo, alertó el martes el informe sobre focos de hambre en el mundo “Hunger Hotspots”.
Yemen, Sudán del Sur y el norte de Nigeria encabezan la lista de naciones en alto riesgo dados los elevados niveles de hambre aguda de grandes sectores. En algunas zonas de Sudán del Sur y Yemen hay familias que ya están en peligro de morir de inanición, subraya el documento elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Las agencias señalaron que si bien la mayor parte de los países afectados se encuentran en África, el flagelo del hambre aumentará en prácticamente todas las regiones del mundo, incluida América Latina.
El director general de la FAO indicó que las personas que están en este momento a un paso de morir de hambre suman 34 millones.
“La magnitud del sufrimiento es alarmante. Nos incumbe a todos actuar ahora y con rapidez para salvar vidas, salvaguardar los medios de subsistencia y prevenir la peor situación”, recalcó Qu Dongyu.
Evitar la catástrofe
Por su parte, David Beasley, director ejecutivo del PMA, advirtió que el mundo tiene frente a la ojos una catástrofe humanitaria.
“La hambruna, impulsada por los conflictos y alimentada por las crisis climáticas y la pandemia de COVID-19, está llamando a la puerta de millones de familias”, dijo.
Ambos funcionarios urgieron a aprovechar al máximo la temporada de siembra que acaba de empezar en muchas regiones del planeta, dando apoyos y protección a la agricultura local para aumentar la producción de alimentos.
Agregaron que evitar la muerte por hambre de millones de personas requiere de tres acciones urgentes, inmediatas y a gran escala:
- Un cese de los enfrentamientos armados
- Acceso irrestricto de la ayuda humanitaria a las comunidades más vulnerable y remotas en las zonas en conflicto
- Fondos por 5500 millones de dólares para las operaciones de asistencia de este año
Los recursos solicitados permitirían aumentar la asistencia alimentaria y nutricional, distribuir semillas tolerantes a la sequía, vacunar al ganado, implementar planes de dinero por trabajo, rehabilitar las estructuras de recolección de agua y aumentar las oportunidades de ingresos para las comunidades vulnerables.
Combinación de causas
El informe atribuye el nivel de emergencia a varias causas entre las que destacan los conflictos y violencia en países como Afganistán, la República Centroafricana, Etiopía, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y varios más.
La pandemia de COVID-19 es otro de los factores de mayor peso en el escenario de riesgo de hambre en muchos países toda vez que la crisis económica derivada de esa emergencia los ha privado de fuentes de ingreso y ha incrementado su vulnerabilidad. En ese renglón destaca el caso de América Latina, la región más afectada por la recesión, y de Medio Oriente, donde varias monedas se han devaluado y la inflación se ha disparado.
A estos elementos se agregan los eventos climáticos extremos, los brotes de plagas como la langosta del desierto en África oriental, y el acceso cada vez más limitado de los actores humanitarios a algunos países.
Focos rojos
La FAO y el PMA consideran que los habitantes de Sudán del Sur, Yemen y el norte de Nigeria son los que están en mayor riesgo de padecer hambre aguda de forma inminente.
En algunas zonas del estado sursudanés de Jonglei, la gente podría haber padecido hambruna en octubre y noviembre pasados y podría regresar a esa situación nuevamente de abril a julio. De acuerdo con las agencias, más de siete millones de personas en Sudán del Sur podrían llegar a la inseguridad alimentaria aguda, con más de 100.000 a nivel de catástrofe durante el periodo de abril a julio.
Yemen es otro de los países en muy alto riesgo puesto que se prevé que la violencia, el declive económico y las restricciones a la entrada de ayuda humanitaria continuarán en los próximos meses. En las provincias de Al Jawf, Amran y Hajjah, las personas a las puertas del desastre llegarían a 47.000 en junio próximo.
En el norte de Nigeria, el número de personas en situación de emergencia por inseguridad alimentaria aguda sumaría 1,2 millones entre junio y agosto. Unos 13 millones más también pasarán hambre a menos que se amplíe la asistencia alimentaria y se apoyen sus medios de vida.
Afganistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Haití, Sudán y Siria son otros países clasificados como focos rojos de hambre.
El Salvador, Guatemala y Honduras
En el caso de América Latina, el informe alerta de una escalada de la inseguridad alimentaria aguda en El Salvador, Guatemala y Honduras debido al doble impacto de los huracanes Eta e Iota y los efectos económicos del COVID-19.
Detalla que los meteoros dañaron grandes extensiones de tierras de cultivo, al igual que los medios e infraestructura de los sectores productivo, ganadero, pesquero y de transporte, dando como resultado una caída del suministros y un alza en los precios de los alimentos.
Además, el cierre de actividades impuesto por la pandemia redujo el empleo, sobre todo el informal, provocando pérdida de ingresos familiares y menor acceso a la comida.
El estudio estima que las condiciones en Honduras empeorarán entre abril y junio, cuando unos 3,1 millones de personas enfrentarán una inseguridad alimentaria aguda y 570.000 llegarán a una situación de emergencia.
En Guatemala se calcula que 3,7 millones de personas se encuentran ya en situación grave, con 428 000 en alto riesgo de inanición.
Para El Salvador, el PMA y la FAO estiman que un millón de personas enfrentarán inseguridad alimentaria entre marzo y mayo, con 121.000 en situación de emergencia.
Haití y Venezuela
En Haití, el COVID-19 y las malas cosechas han dejado a casi la mitad de la población, unos 4,4 millones en situación de inseguridad alimentaria grave y a 1,2 millones en situación de emergencia, un aumento de un 6% respecto al año anterior.
En Venezuela, “la situación es probable que se deteriore más” por la hiperinflación y las sanciones internacionales. Los precios de la comida sufren una inflación de un 1700% que se espera que llegue al 6500% en 2021. “Se espera que los niveles de inseguridad alimentaria crezcan significativamente” respecto al 2019, cuando 9,3 millones de personas padecían la carestía de alimentos.