La brecha entre la cantidad de vacunas contra el COVID-19 administradas en los países ricos y las administradas a través del mecanismo COVAX*, diseñado para una distribución equitativa de esas vacunas en los países de medianos y bajos ingresos, “aumenta a diario y se vuelve más grotesca cada día”, ha asegurado el director de la Organización Mundial de la Salud en la rueda de prensa bisemanal sobre el estado de la pandemia de COVID-19 en el mundo.
El doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus recordó que ya en enero había advertido que el mundo estaba “al borde de un catastrófico fracaso moral a menos que se tomaran medidas urgentes para garantizar una distribución equitativa de las vacunas”.
“Tenemos los medios para evitar este fracaso, pero es sorprendente lo poco que se ha hecho para evitarlo”, señaló antes de indicar que muchos países ricos “ahora están vacunando a personas más jóvenes y sanas con bajo riesgo frente a la enfermedad y a costa de la vida de los trabajadores de la salud, las personas mayores y otros grupos de riesgo en otros países”.
Añadió que “los países más pobres del mundo se preguntan si los países ricos realmente hablan en serio cuando hablan de solidaridad”.
El egoísmo, una estrategia contraproducente
Además, la distribución desigual de las vacunas no es solo un ultraje moral. También es económica y epidemiológicamente contraproducente. Algunos países están compitiendo para vacunar a toda su población, mientras que otros países no tienen nada.
“Esto puede comprar seguridad a corto plazo, pero es una falsa sensación de seguridad”, aseguró Tedros antes de explicar, como ha hecho en numerosas ocasiones, que “cuanta más transmisión del virus se produzca, más variantes pueden aparecer. Y cuantas más variantes surjan, es más probable alguna de ellas eluda las vacunas”.
También indicó que mientras el virus continúe circulando en cualquier lugar, la gente seguirá muriendo, el comercio y los viajes seguirán viéndose interrumpidos y la recuperación económica se retrasará aún más.
Es necesario compartir las licencias de las vacunas
El viernes, la Organización Mundial de la Salud organizó una reunión de más de 800 expertos sobre la mejora de la secuenciación genómica del virus SARS-CoV-2 a nivel mundial, para mejorar el seguimiento de su evolución. Saber cuándo, cómo y dónde está evolucionando el virus es una información vital.
“Pero es de utilidad limitada si los países no trabajan juntos para suprimir la transmisión en todas partes al mismo tiempo”, agregó Tedros, quien dijo que “si los países no comparten las vacunas por las razones correctas, les pedimos que lo hagan por interés propio”.
El doctor dijo que no todos los países son iguales. Hay algunos que han dado un gran ejemplo, como es el caso de la República de Corea, que a pesar de ser un país de altos ingresos que fácilmente podría permitirse comprar vacunas a través de acuerdos bilaterales, ha esperado su turno para las vacunas a través de COVAX.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud sigue trabajando día y noche para encontrar soluciones que aumenten la producción y distribución equitativa de vacunas.
“He tenido conversaciones con líderes de países de altos ingresos que tienen muchas más dosis de las que necesitan, pidiéndoles que compartan dosis a través de COVAX”, declaró el líder de la OMS.
También señaló haber tenido conversaciones con líderes de países de bajos ingresos, cuyas economías están sufriendo y que están preguntando cuándo recibirán las vacunas, así como con ejecutivos de los fabricantes de vacunas sobre cómo aumentar la producción.
AstraZeneca, la única vacuna solidaria
Recientemente, por ejemplo, habló con el director ejecutivo de AstraZeneca, Pascal Soriot, sobre los desafíos compartidos que enfrentamos para aumentar la producción y lanzar vacunas.
“Hasta ahora, AstraZeneca es la única empresa que se ha comprometido a no beneficiarse de su vacuna COVID-19 durante la pandemia. Y hasta ahora, es el único desarrollador de vacunas que ha hecho una contribución significativa a la equidad de las vacunas, al otorgar licencias de su tecnología a varias otras compañías, incluida SK Bio en la República de Corea y el Serum Institute of India, que están produciendo más del 90% de las vacunas que hasta ahora se han distribuido a través de COVAX”, resaltó Tedros.
Pero no es suficiente y se necesitan más productores de vacunas que sigan este ejemplo y otorguen licencias de su tecnología a otras empresas.
También mencionó que hace un año, Costa Rica y la Organización Mundial de la Salud pusieron en marcha el mecanismo para que se puedan compartir licencias a través del llamado Pool de Acceso Tecnológico COVID-19, o C-TAP, que promueve un modelo de ciencia abierta, donde la concesión de licencias se produciría de manera no exclusiva y transparente para apalancar tanta capacidad de fabricación como sea posible.
“Hasta ahora, C-TAP sigue siendo una herramienta muy prometedora pero infrautilizada”, comentó Tedros, quien añadió que la Organización Mundial de la Salud y sus socios pueden diseñar y promover soluciones, pero se necesita que todos los países y todos los fabricantes trabajen con ellos para que esto suceda.