La explosión de nuevas plataformas digitales durante la última década provoca nuevas oportunidades de empleo a los jóvenes, las mujeres y los migrantes, pero también desdibujan la distinción entre empleados y autónomos, destaca un nuevo informe del organismo especializado de la ONU en asuntos laborares.
Los principales obstáculos a los que se enfrentan los empleados de estos servicios en línea son la regularidad del trabajo y los ingresos, la falta de acceso a la protección social y la libertad de asociación. Los 52.000 millones de dólares en ganancias que generaron estas plataformas en 2019 se concentran mayoritariamente en dos países: Estados Unidos y China.
Vivimos en una era floreciente para las plataformas digitales de trabajo. Según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: El papel de las plataformas digitales en la transformación del mundo del trabajo , lanzado el martes, el número de estas organizaciones en línea creció de 142 en 2010 a más de 777 en 2020.
El estudio, que contó con la participación 12.000 trabajadores y representantes de 85 empresas de distintos sectores y lugares del mundo, analiza dos tipos de plataformas: “las basadas en la web”, en las que los trabajadores realizan sus tareas en línea y de modo remoto, y “las basadas en la ubicación”, como chóferes de taxis o repartidores que trabajan en una localización geográfica determinada, se triplicaron y se multiplicaron casi por diez respectivamente.
La mayoría de ellas se encuentran repartidas entre unos pocos países, como los Estados Unidos de América (29%), la India (8%) y el Reino Unido (5%).
Retrato robot del empleado de las plataformas digitales de trabajo
La mayoría de los trabajadores de estas plataformas son menores de 35 años con un alto nivel de estudios, en particular en los países en desarrollo.
Los portales en línea dedicados al empleo permiten generar ingresos a colectivos como las personas con discapacidad, los jóvenes, los trabajadores migrantes y las mujeres y también son considerados como una “fuente prometedora de oportunidades de trabajo” en los países en desarrollo, una situación que ha conducido a los Gobiernos de estas naciones a invertir en el desarrollo de infraestructuras y competencias digitales.
Aunque generan un abanico de oportunidades laborales, el estudio indica que los portales también comportan una serie de problemas relacionados con la regularidad del trabajo y los ingresos, las condiciones de trabajo, la protección social, la utilización de las competencias profesionales, la libertad sindical y el derecho a la negociación colectiva.
Mujeres y migrantes
Pese a las oportunidades de empleo femenino que generan estas plataformas, las mujeres solo representan a cuatro de cada diez trabajadores en los portales basados en la web y a una de cada diez trabajadores en las plataformas centradas en la ubicación.
“Las mujeres son más propensas que los hombres a realizar servicios profesionales (como servicios jurídicos, traducción, redacción y edición), y tareas relacionadas con servicios empresariales o ventas y marketing. Pocas mujeres mencionaron que realizaban tareas relacionadas con la tecnología y el análisis de datos”, especifica el informe.
En algunos países, las plataformas de reparto basadas en aplicaciones son una importante fuente de oportunidades de trabajo para los migrantes.
Condiciones laborales, bajos ingresos y largas jornadas laborales
Otro de los inconvenientes apuntados en el informe es el hecho de que las plataformas digitales están difuminando la clara diferencia que solía encontrarse entre asalariados y autónomos.
“Las condiciones laborales en general vienen determinadas por los términos del contrato de servicios, que suelen definirse unilateralmente. Cada vez es más frecuente que las tareas de asignar y evaluar el trabajo, y de gestionar y supervisar a los trabajadores dependan de algoritmos, y no de seres humanos”, alerta el estudio.
Los dos principales motivos para trabajar en las plataformas en línea basadas en la web son la posibilidad de obtener ingresos complementarios “o la preferencia o necesidad de trabajar desde casa o de gozar de flexibilidad laboral”.
Casi un tercio de estos trabajadores indicaron que este empleo era su principal fuente de ingresos, una proporción que aumentaba en el caso de los países en desarrollo y de las mujeres.
Pero el informe destaca que las horas de trabajo suelen ser prolongadas e imprevisibles.
“En una semana corriente, los ingresos medios por hora de un trabajador de una plataforma basada en la web ascienden a 3,4 dólares, aunque la mitad de los trabajadores de estas plataformas ganan menos de 2,1 dólares por hora. En el caso de los trabajadores autónomos, los ingresos medios por hora son de 7,6 dólares, mientras que en las plataformas de microtareas ascienden a 3,3 dólares”.
Horas interminables o imprevisibles
Los trabajadores de las plataformas basadas en la web normalmente trabajan un promedio de 23 horas semanales y casi de la mitad de ellos dedica una media de 28 horas semanales a otros empleos remunerados, dando lugar a una semana laboral larga.
“Algunos de estos trabajadores tienen horarios imprevisibles o trabajan a deshora –especialmente en los países en desarrollo, ya que los clientes se encuentran por lo general en los países desarrollados–, lo cual afecta a su capacidad para conciliar el trabajo con la vida personal”.
La jornada laboral para la mayoría de los conductores y repartidores de las plataformas basadas en la ubicación es larga y de alta intensidad. Los primeros tienen un promedio de 65 horas semanales; y los segundos, de 59.
Una elevada proporción de conductores y repartidores, (el 79% y el 74%, respectivamente) indicó sufrir algún nivel de estrés asociado al trabajo, provocado “por la congestión del tráfico, la escasa remuneración, la falta de pedidos o clientes, la excesiva duración de la jornada, el riesgo de sufrir lesiones laborales y la presión para conducir rápido”.
El estudio también destaca que la pandemia de la COVID-19 ha puesto aún más en evidencia muchas de estas cuestiones.
Sin derecho de asociación y con problemas de jurisdicción
Por norma general, los trabajadores de plataformas no tienen derecho a participar en las negociaciones colectivas y no están cubiertos por la seguridad social.
“En muchas jurisdicciones, la ley de competencia prohíbe que los trabajadores autónomos participen en negociaciones colectivas, por considerar que, de hacerlo, constituirían un cártel”, especifica el informe.
Sin embargo, la OIT recuerda que el Convenio sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva, 1949 (núm. 98), y el Convenio sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación, 1948 (núm. 87), establecen “que la libertad sindical y la negociación colectiva deben asistir a todos los trabajadores”.
Algunos países, como Canadá, España, Irlanda y Japón ya han introducido excepciones por las cuales determinadas categorías de trabajadores autónomos dependientes pueden participar en las negociaciones colectivas.
Dado que las plataformas digitales de trabajo operan en numerosos países, la OIT destaca la necesidad de establecer “un diálogo internacional y una cooperación normativa para proteger mejor a sus trabajadores”.
Concentración de la inversión e ingresos en América del Norte y Asia
Cerca del 96% de la inversión en plataformas digitales de trabajo se concentra en Asia (56000 millones de dólares), América del Norte (46000 millones) y Europa (12000 millones), frente al 4% en América Latina, África y los Estados Árabes (4000 millones).
En 2019, los portales virtuales laborales generaron a escala mundial unos ingresos de al menos 52000 millones de dólares. Cerca del 70% de los beneficios se concentraron en solo dos países, los Estados Unidos (49%) y China (22%), seguidas por Europa (11%) y otras regiones (18%).
“El trabajo en plataformas digitales web es externalizado por empresas del Norte y realizado por trabajadores del Sur, que ganan menos que sus homólogos de los países desarrollados. Esta desigualdad de crecimiento de la economía digital perpetúa la brecha digital y podría agravar las desigualdades”, advierte el estudio.