Crece el hambre donde ya faltaban alimentos
21 de septiembre de 2020
Fuente:
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El hambre aguda aumenta en países vulnerables que ya atravesaban crisis alimentarias antes de la aparición en escena del nuevo coronavirus, indicó un informe divulgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El caso número uno es el de la República Democrática del Congo, de cuyos 87 millones de habitantes 21,8 millones padecen inseguridad alimentaria aguda, según la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias que integran la FAO, la Unión Europea y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
En ese país centroafricano las medidas control relacionadas con la Covid-19 agravaron los factores del hambre preexistentes: la inseguridad y el conflicto armado, una crisis económica prolongada y fuertes lluvias e inundaciones.
Otros casos severos son los de Nigeria, en cuya zona norte el hambre aguda aumentó 73 por ciento, alcanzando a 8,7 millones de personas, Somalia, con incremento de 67 por ciento hasta 3,5 millones, y Sudán, con aumento de 64 por ciento hasta afectar a 9,6 millones, uno de cada cuatro habitantes de ese país.
En cuanto a la prevalencia de la inseguridad alimentaria, experimentaron alzas de más de 10 puntos porcentuales Honduras, Lesotho y Somalia, y también República Centroafricana, donde la mitad de la población, 10 de sus 20 millones de habitantes, necesita ayuda urgente.
La inseguridad alimentaria aguda, o hambre aguda, se produce cuando la incapacidad de una persona de consumir alimentos suficientes pone su vida o sus medios de vida en peligro inmediato, según los parámetros de la FAO y el PMA.
El hambre crónica es un parámetro distinto, empleado por las agencias de la ONU, y se refiere a cuando una persona no puede consumir alimentos suficientes para mantener un estilo de vida normal y activo durante un período prolongado.
En esa situación se encontraban el año pasado 690 millones de personas, y según la FAO y el PMA pueden agregarse en 2020 entre 83 y 132 millones de personas, dependiendo del comportamiento de la economía al paso de la pandemia.
De esa cifra de 2019, había unos 135 millones de personas en situación de hambre aguda, en 55 naciones, y otros 183 millones en 47 países fueron clasificados en situación de estrés, es decir, que podrían caer en hambre aguda si se ven afectados por nuevas conmociones o factores estresantes, como la Covid-19.
La clasificación señaló 27 países donde se prevé el mayor deterioro de las condiciones de alimentación, la mayoría de ellos en África al sur del Sahara, pero hay cuatro asiáticos: Afganistán, Bangladesh, Iraq y Siria, y cinco latinoamericanos: El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Venezuela.
La covid, señala el informe, “impone una carga adicional a los frágiles sistemas políticos y sociales, agravando los riesgos existentes, incluidos los conflictos, las crisis económicas, los desastres naturales, los climas extremos y su variabilidad, y las enfermedades y plagas de los animales y las plantas”.
Aunque los mercados y las cadenas de suministro de alimentos se han estabilizado tras las interrupciones iniciales originadas por la covid, “las deficiencias estructurales en los países con crisis alimentarias persisten con perturbaciones a la producción agrícola y otros eslabones de la cadena de suministros”, se agregó.
Hay un impacto diferenciado de género y las mujeres y las niñas se ven más afectadas, por las medidas de contención (acceso al mercado, o a recoger agua y leña) o porque resultan desfavorecidas ante hombres y niños varones en la cantidad y calidad de alimentos disponibles en los hogares.
El director general de la FAO, Qu Dongyu, destacó al comentar el informe la importancia de la “diferenciación mundial”, base de la iniciativa “Mano de la mano”, para vincular a países desarrollados con las naciones más necesitadas de transformar sus sistemas agroalimentarios e impulsar el desarrollo rural sostenible.