(Reportaje) Sustentabilidad, el nuevo GPS vital para la economía
26 de febrero de 2020
Fuente:
https://www.americaeconomia.com/
En momentos en que la esperanza de un planeta térmicamente normal puede depender del bloque China-Europa, AméricaEconomía Intelligence estrena su Ranking de Sustentabilidad 2020, una iniciativa que pretende aportar al debate de recrear nuestras economías
ista desde afuera, la COP 25 Chile-Madrid tuvo un aire a convención cosplay -costumbre de fans que adoptan la vestimenta de sus héroes del entretenimiento- de los personajes que acompañan a la pequeña Dorothy en el “El mago de OZ”. Por un lado, el espantapájaros diciendo: “¡Quiero tener un cerebro!”; por otro, hombres hechos de trozos de lata gritando: “¡Necesito un corazón para sentir!”; y, finalmente, leones deprimidos suspirando: “Cómo me gustaría que los otros fueran valientes”. Ello, porque la conferencia anual que busca evitar un colapso global por el alza de la temperatura del planeta fue un fracaso, aunque no un desastre. La diferencia la explicó con claridad Mohamed Adow, director del centro de estudios Power Shift Africa, a la ONG Carbon Brief: “Creo que hay un rayo de esperanza de que el corazón del Acuerdo de París todavía esté latiendo, pero su pulso es muy débil”.
El objetivo del Acuerdo es asegurar que la temperatura promedio del mundo no sobrepase 1,5 °C a fines de este siglo. Eso supone que la totalidad de los países no emitan más de una cierta cantidad de los gases que provocan el efecto invernadero. Como casi todo lo que hacemos los libera (desde volar estas vacaciones, hasta quemar la Amazonía para criar vacas), se trata de que cada economía se “descarbonice” (referencia a uno de los gases, el dióxido de carbono) en un cierto porcentaje y plazos.
Esto tiene costos políticos y monetarios, además de obligar a cambios en los estilos de vida y patrones de consumo. Naturalmente, hay países y líderes que no quieren pagarlos. O quieren que el resto pague más o antes que ellos, ya que en su visión, las mayores responsabilidades por la situación actual son/han sido de otros. Se trata de un terreno abonado para querellas, mezquindades y cegueras, lo cual explica por qué se avanza a pasitos de tortuga en las negociaciones, mientras Groenlandia y Australia se derriten y queman, respectivamente, a saltos de liebre.
Sin embargo, también es verdadero que existen problemas genuinos y atendibles debido a que el mundo está políticamente muy fragmentado, y las desigualdades en el desarrollo son grandes. Para entenderlo, veamos los problemas para establecer la reglamentación del artículo 6 del Acuerdo de París de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En la COP 25 no se logró. Y era -y sigue siendo- tan importante que se mantendrá como el mayor desafío de la COP26 en Londres en 2020: fija un sistema de oferta y demanda que podría establecer un precio global del CO2 y, por ende, permite los incentivos para que tanto los mercados privados como los Estados financien las reducciones de este gas, en un marco de confianza global.
Para ponerlos en marcha es necesario (y de eso trata el punto 6.2 del artículo citado) establecer reglas de cooperación bilateral para los ITMOs (Internationally Transferred Mitigation Outcomes). Un ITMO es cualquier tipo de esquema de comercio de crédito de emisiones (de carbono) bilateral, regional o multilateral. Pero también de transferencias de tecnología y provisión de financiamiento climático. Lo que se encuentra detrás de esta descripción “burocrática” es la posibilidad de que una economía le pase a otra el cumplimiento de las obligaciones que ya tomó para disminuir sus emisiones. Es decir, un país puede pagarle a otro para que haga el esfuerzo o sacrificio que no puede o quiere hacer.
No haber llegado a un acuerdo en Madrid supuso una barrera a la expectativa formal y acordada de que, en este 2020, los países firmantes del Acuerdo apostasen a disminuir más intensamente sus emisiones, porque los ITMOs son necesarios para facilitarlo.