La inesperada victoria de Trump, quien durante la campaña prometió deportar a millones y construir un muro en la frontera sur de Estados Unidos para frenar la migración, generó miedo en la empobrecida región centroamericana, de la que cada año miles de personas huyen por la falta de empleo y la creciente violencia.
Mientras las comunidades latinas en Estados Unidos temen las amenazas de Trump de expulsar a tres millones de indocumentados; en El Salvador, Guatemala y Honduras muchos aceleran sus planes para viajar al norte, una tendencia al alza en los últimos años.
Funcionarios centroamericanos reportan un sensible aumento de gente iniciando la peligrosa travesía hacia Estados Unidos desde el triunfo de Trump este mes, lo que está generando un tapón en la frontera con México que podría ser un problema para el presidente electo cuando tome las riendas el 20 de enero.
"Mucha gente está preocupada, porque muchos tienen familia allá en los Estados Unidos y viven de las remesas que mandan", dijo la hondureña Victoria Córdova, quien fue deportada en 2014 con su hija de nueve años tras viajar más de 2.500 kilómetros a través de Centroamérica y México.
"Hay un aumento en el flujo de inmigrantes que están saliendo del país, estimulados por coyotes que les dicen que tienen que llegar a Estados Unidos antes de que el señor Trump asuma", dijo a Reuters la vicecanciller hondureña, María Andrea Matamoros, refiriéndose a los traficantes de personas.
Por su parte, el canciller de Guatemala, Carlos Raúl Morales, dijo a Reuters que los temores también están empujando a muchos a salir de su nación precipitadamente.
"Claro que sí, hay un incremento de migrantes que están saliendo rumbo a Estados Unidos antes de que Trump asuma", señaló el funcionario. "Los coyotes están endeudándolos y quitándoles sus propiedades para cobrarles el traslado".
Durante el año fiscal 2016, que cerró en septiembre, Estados Unidos detuvo a unas 410.000 personas en su frontera con México, en torno a un 25 por ciento más que en el ejercicio anterior, la gran mayoría salvadoreños, guatemaltecos y hondureños.
A cualquier precio. La guatemalteca Fares Revolorio, de 27 años, llegó a la ciudad fronteriza de Tijuana el miércoles tras atravesar 4.200 kilómetros por Centroamérica y México en una semana para huir de su país. Ahora espera cruzar a Estados Unidos para pedir asilo junto con su marido y sus tres hijos.
"Dicen que el nuevo presidente no quiere migrantes ilegales, pero tenemos que arriesgarnos", dijo llorando al narrar cómo las pandillas o "maras" mataron a su cuñado y asaltaron a su hijo.
Los que se quedan también ven con temor el futuro después de que Trump amenazara con gravar las remesas para que México acabe pagando por el muro en la frontera, aunque no está claro si mantendrá esa propuesta.
"Mucha gente está preocupada, porque muchos tienen familia allá en los Estados Unidos y viven de las remesas que mandan", dijo la hondureña Victoria Córdova, quien fue deportada en 2014 con su hija de nueve años tras viajar más de 2.500 kilómetros a través de Centroamérica y México.
Los cancilleres de El Salvador, Honduras, Guatemala y México se reunieron esta semana para definir una estrategia conjunta para proteger a sus ciudadanos en Estados Unidos.
Los centroamericanos pidieron a México su apoyo para crear una red de protección para los migrantes y hacer un frente común ante las nuevas autoridades estadounidenses.
El subsecretario mexicano de Inmigración, Humberto Roque Villanueva, dijo tras la victoria de Trump que las deportaciones de indocumentados podrían aumentar cuando el republicano asuma el poder y agregó que las autoridades de su país presionarán al Congreso estadounidense para bloquear cualquier plan que afecte a las remesas.
Carlos García, un desempleado salvadoreño de 25 años, dijo que tratará de viajar cuanto antes y que no hay nada que el presidente electo pueda hacer para que desista de su plan, pues está harto de la falta de oportunidades y la permanente amenaza de las pandillas criminales.
"Tengo clara una cosa: antes o después de Trump, me da lo mismo, yo quiero irme de acá", sostuvo García en una barriada de la ciudad de San Marcos, al sur de San Salvador.