En el caso de las personas, la situación no es demasiada distinta. Un bajo ahorro también implica dificultades, como el tener que enfrentar situaciones imprevistas sin respaldo financiero o contar con un bajo margen para materializar proyectos personales. Con una región marcada por el bajo nivel de ahorro, un estudio a nivel latinoamericano de SURA Asset Management aporta un relevante hallazgo y una luz de esperanza: las mujeres latinoamericanas son las más influyentes en la incorporación de la conducta del ahorro en sus familias.
El estudio, “Ahorro Latam 360º”, que contó con la participación de Merlin Research, avalado por investigadores del Language Technologies Institute (LTI) del Carnegie Mellon University (CMU), contempló entrevistas a más de 12.000 personas en seis países de la región -México, Colombia, Perú, Chile, Uruguay y El Salvador-, a fines de 2015. Al respecto, María Ana Matthias, gerente de Marketing de Sura Chile precisa que el que las mujeres sean el principal motor de ahorro en las familias no implica que ahorren más que los hombres. “De hecho, declaran ahorrar un poco menos que ellos, pero son las que más inculcan el ahorro en sus hijos y dentro de la familia”, resalta, junto con recordar que mientras 41% de los latinoamericanos encuestados en el estudio confirma que la figura femenina incentiva el ahorro en sus familias, esta apreciación aumenta a un notable 61% cuando se les consulta a los jóvenes.
Al respecto, Eduardo Cavallo, economista del BID y autor, junto a Tomás Serebrisky, de la investigación “Ahorrar para Desarrollarse: Cómo América Latina y El Caribe pueden ahorrar más y mejor”, coincide en que la mujer tiene dentro del hogar un rol importante en el desarrollo del ahorro y que este puede ser un buen trampolín para fomentarlo en la región. Lo anterior se explica por la mayor incorporación femenina al mundo del trabajo en los últimos años. “En América Latina y el Caribe vivimos una situación particular porque se está agotando un período que se llamó el de bono demográfico, es decir, un período que se inició en la década del 70 con un mercado de gente joven y un bajo nivel de población económicamente activa, que estuvo empujando la economía, producción, ahorro, etc.; o sea, hizo todo en las últimas cuatro décadas. Pero hoy nos encontramos que esa población está envejeciendo”, comenta Cavallo.
Así es cómo entra con fuerza la incorporación femenina al mundo laboral para suplir el desgaste del bono demográfico. “Ciertamente es un tema -el de las mujeres y el ahorro- que consideramos muy importante. Es una oportunidad que se le presenta a la región hacia adelante, pero no es una oportunidad automática: es una oportunidad que hay que trabajarla”, advierte el economista.
¿Cómo trabajar esas oportunidades? Con una mejor educación financiera para la gente, estima Tomás Serebrisky. “Hay que hacerlo con mucho énfasis en los más jóvenes. Es importante que desde temprana edad se sepa la importancia del ahorro para el bienestar personal, para la economía y así desarrollar hábitos al respecto, porque después los hábitos ya son difíciles de cambiar”. Tanto Cavallo como Serebrisky coinciden en que se ha reconocido la importancia de la educación financiera para los habitantes en la región, pero no se ha puesto el énfasis en que dicha educación sea desde temprana edad. Para Cavallo, el que se enseñe desde los colegios educación financiera es una solución concreta.
Juan Carlos Elorza, Ejecutivo Principal de Políticas Públicas del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), coincide en que la educación financiera es clave para saber consumir servicios financieros y, de paso, aumentar la confianza de la gente en el sistema financiero formal, lo que redundará en mayores tasas de ahorro, especialmente entre las mujeres. Advierte que en una región con un nivel relativamente bajo de ahorro, que las mujeres se constituyan en promotoras del ahorro en sus familias es algo muy importante, aunque remarca que no es el único factor a considerar.
Elorza admite que “se han identificado prácticas de las mujeres que trabajan o generan ingresos que tienden a ser más racionales que los hombres en sus decisiones financieras y los efectos de ello pueden ser muy positivos para la actividad económica de un país. Las mujeres tienen un sentido de previsión mayor”.
El Ejecutivo Principal destaca también que una gran masa de habitantes en la región no está bancarizada y además, muchos de los que sí lo están, no emplean las herramientas financieras adecuadamente, por eso dicho escenario debe ser trabajado mediante una educación financiera eficiente, que apalanque el fortalecimiento del ahorro en la región.
Palabras sencillas. Los especialistas del BID y la CAF también coinciden en que ahorrar no es una tarea fácil, porque implica sacrificar el consumo actual. Y si las personas no internalizan los beneficios de ahorrar más, será difícil, si no imposible, superar la inercia. Actualmente, hay demasiadas personas en la región que no consiguen ver los beneficios del ahorro.
Por ello, María Ana Matthias estima que para que la educación financiera tenga mayor impacto es necesario que los actores del sistema hablen un lenguaje sencillo y que logre amplio entendimiento. Es decir, hacer fácil lo difícil. “Los productos de ahorro son difíciles para la gente; es más fácil tener un crédito que ahorrar. Entras vía web a tu banco y en unos cuantos clic tienes tu crédito. Pero cuando quieres ahorrar, llueven las dudas… ¿dónde lo hago? ¿Cómo lo hago? ¿Quién podrá asesorarme?”, son algunas de las preguntas más recurrentes para Matthias, quien agrega: “Si te fijas, la comunicación en la industria financiera es muy enfocada en los hombres, entonces, si un estudio como el que hemos realizado indica que la principal agente en la adopción de la cultura del ahorro son las mujeres… ahí hay una gran oportunidad para acercarse a ellas y fortalecer el ahorro en sus familias. Tendríamos que buscar respuestas en cómo, por ejemplo, las mujeres pueden enseñarle con mayor eficiencia a ahorrar a sus hijos o bien cómo les inculcan con mayor profundidad la cultura del ahorro a sus hijos”.
Sobre la responsabilidad que tiene el sistema financiero de una mayor difusión de la cultura financiera, Eduardo Cavallo no cree que la respuesta pase por asignar culpas o responsabilidades a un determinado sector y recuerda que la baja cultura del ahorro en Latinoamérica tiene causales históricas. “Vivimos en una región que experimentó severas crisis bancarias y financieras en el pasado y hay mucha gente que le fue mal ahorrando en el sistema financiero formal”, aclara.
El especialista añade que en la actualidad la región está mejor que en el pasado porque ha mejorado mucho la calidad y solidez de su sistema financiero, pero estima que “persiste la desconfianza de la gente en los bancos y esa desconfianza tiene que ver más con el desconocimiento” de las condiciones actuales. Serebrisky acota a lo anterior que “el sistema financiero tampoco opera en un vacío institucional; opera en un marco regulatorio que puede o no favorecer la innovación financiera y los países de la región tienen distintas normativas que pueden facilitar o no dicha innovación en los productos financieros”. Así las cosas, el economista del BID estima que hay mucha tarea por hacer para el sector público y los entes reguladores correspondientes en el fortalecimiento de la cultura del ahorro entre la población.
Por lo pronto, ambos especialistas sugieren continuar con el fortalecimiento del rol de la mujer en el mercado laboral como política de Estado, no sólo para generar un ahorro agregado más fuerte en las economías de cada país, sino para no descuidar la incorporación de las mujeres al sistema financiero formal de la región.
Ahorro y pensiones. Mediante la investigación “Ahorro Latam 360º” fue posible conocer también que los encuestados comparten similares percepciones frente al ahorro y declaran comportamientos semejantes en todos los países donde se aplicó el estudio: una mayoría (64%) define “ahorrar” como juntar o guardar dinero. Además, 72% de los entrevistados declaró ahorrar voluntariamente y 67% dijo que lo hace en el banco, aunque un 25% también reconoce que ahorra en casa.
Pero indiscutiblemente, “estar preparados para imprevistos” es el principal objetivo de ahorro para los latinoamericanos encuestados, con 41% de las menciones.
En segundo lugar, de acuerdo al mismo estudio, declaran ahorrar para proyectos personales (19%), asegurar el futuro (16%), invertir en bienes raíces (12%) y aumentar la jubilación (10%).
Sobre este último aspecto, la gerente de Marketing de Sura, María Ana Matthias, destaca que de acuerdo al estudio la mayoría de los encuestados se siente responsable del porvenir de sus pensiones. O sea, existe una alta consciencia en los latinoamericanos acerca de la responsabilidad personal en la construcción de la pensión, de los cuales 48% dice ser responsable de obtener una buena pensión. Esta cifra crece al 57% en Chile, al 50% en Colombia, al 49% en México y baja al 36% en Perú. En tanto, las personas que piensan que los responsables para lograr una buena pensión son las administradoras de fondos de pensiones, alcanzan 23% en Perú y 15% en Chile.
“Las personas se sienten responsables de sus pensiones, eso lo tienen claro y frente a la pregunta de cómo podría mejorar mi pensión, la mayoría de las respuestas es ahorrando más. Ahora, cuando tú le preguntas a la gente a cuánto podría llegar su pensión, la gente en realidad no tiene mayor conocimiento”, advierte Matthias, quien recuerda que el estudio arrojó que sólo el 19% de los latinoamericanos sabe a cuánto podría llegar su pensión. Para la ejecutiva de SURA, esos componentes –sentimiento de responsabilidad frente a la pensión, pero sin conocer el sistema- conduce a una situación delicada, ya que la gente se siente responsable de algo que no conoce mayormente. “Creo que ahí existe un desafío gigante, que es ver cómo informamos a esas personas, cómo hacemos que todo el mundo tenga su proyección de pensión, sepa a qué se va a enfrentar y cómo puede mejorarlo”.
Visión opuesta tienen los especialistas del BID, Eduardo Cavallo y Tomás Serebrisky, a quienes, de acuerdo a los resultados de su estudio les sorprendió la baja importancia que le otorgan, en general, al ahorro previsional en la región, ya que consideran que son pocos los que se plantean cómo van a financiar su vejez. “Puede ser un poco exagerado lo que vamos a decir, pero no tanto tampoco: si uno le pregunta a alguien ¿usted ahorra para su retiro? La respuesta típica es no, entonces, si uno pregunta a continuación ¿usted piensa recibir una pensión?, la respuesta será un sí, claro. Entonces, si no ahorra y quiere recibir una jubilación, ¿de dónde saldrá la jubilación?”. La respuesta suele ser que será del Estado, de acuerdo a los economistas. ”Existe una visión colectiva de que la pensión es una responsabilidad de otro, en este caso, del Estado. Pero desde un punto práctico, eso no funciona tampoco, porque si el colectivo no ahorra, tampoco van a estar los recursos en el Estado para proveer las jubilaciones que la gente quiere o espera”, resalta Serebrisky.
Juan Carlos Elorza, por su parte, afirma que el ahorro es una decisión individual que también tiene que ver con la formalización de las actividades laborales en América Latina, en el que la informalidad campea. De acuerdo a estudios a los que ha tenido acceso, unos 150 millones de personas en la región se encuentran en la informalidad, por lo que sostiene que aumentar las tasas de ahorro para las pensiones de la gente tiene mucho que ver con la formalización de sus trabajos y el acceso a un sistema financiero formal.
Serebrisky afirma que la investigación desarrollada con Cavallo arroja que los segmentos más altos de las poblaciones son los que más ahorran, “un resultado bastante esperable” a su juicio, pero un aspecto que destaca es que más allá de la capacidad de ahorro en cada decil de las sociedades, los segmentos más bajos de la población tienen una gran necesidad de contar con instrumentos de ahorros y “bueno, nuevamente volvemos a la situación de carencia de instrumentos de ahorros en el sistema financiero formal”, remarca el especialista del BID.
Así las cosas, los reguladores de las jubilaciones, los supervisores y los administradores de fondos del sector público y privado deben colaborar para reparar los sistemas jubilatorios, según los especialistas del BID. El envejecimiento de la población plantea una gran amenaza para la estabilidad y la prosperidad económica, por lo que los sistemas deben ser equitativos y más inclusivos en la región.
Finalmente, para María Ana Matthias los tres caminos para fomentar la cultura del ahorro debieran ser fortalecer el hábito en los jóvenes, ya que las nuevas generaciones vienen con una intención de ahorrar más alta; afianzar el rol de la mujer, porque tiene un rol clave en las familias latinoamericanas como promotora del ahorro, y redirigir las comunicaciones del sistema financiero hacia ellas con productos especiales que calcen con sus necesidades, además de apoyarlas para que ese rol de promotoras del ahorro sea más eficiente.
Respecto al reto previsional, la representante de SURA cree que hay un gran desafío en educar a la gente y de transformar esa responsabilidad que sienten las personas sobre sus previsiones en acciones concretas para alcanzarlas. Independientemente de los cuestionamientos al sistema previsional. “Yo veo que esto se puede transformar en una oportunidad para que haya más interés de la gente por entender más y ponerse en campaña para alcanzar sus objetivos individuales. El tema del ahorro y su planificación es algo trascendental”.