Para ello, las agencias de Cooperación para el Desarrollo de Chile y México junto con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) han reunido en Santiago este miércoles a representantes de la mayoría de los países de la región y de varios países desarrollados, así como organizaciones internacionales, para debatir cómo se integran dichos objetivos en las políticas nacionales.
Y es que el representante del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, Joaquim Tres Viladomat, aseguró que existen “graves riesgos de retroceso” en la región donde persisten las desigualdades no sólo por ingresos, sexo o tecnología, sino territoriales dentro de los propios países. Es el caso de Chile donde solo diez de los 60 distritos responden por el 70% de las exportaciones.
“Estos desafíos no se resuelven a corto plazo”, advirtió y para hacerles frente se necesita “cooperación”, que es un “medio para el desarrollo y el desarrollo es una meta que podemos medir” porque representa “el bienestar de las personas”.
Para la representante de Uruguay, Andrea Vignolo, el gran interrogante es “cómo vamos a financiar estos objetivos” de desarrollo. Y ante la falta de fondos públicos, muy mermados actualmente por la caída de los precios de las materias primas, no quedan muchas otras alternativas que las asociaciones público-privadas, la filantropía o la implicación de la sociedad civil.
Pero “¿hasta dónde queremos dejar nuestra responsabilidad a un privado para que aborde estos temas?” como la educación, la sanidad o el medio ambiente además del crecimiento económico, se preguntó.
Lo que se hace patente es que el modelo de cooperación al desarrollo que ha servido durante los últimos 50 años, no necesariamente va a servir para el mundo actual, recordó la representante española Mónica Colomer.
Los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) apuntan a las poblaciones más vulnerables de cada país, independiente de los ingresos per cápita.
“El logro de estos objetivos requerirá soluciones innovadoras y nuevos enfoques para cooperar en los países de altos, medios y bajos ingresos”, recuerdan los organizadores, que apuntan a la cooperación “triangular” que permite “aunar esfuerzos en base a los conocimientos complementarios para todos”.