La experiencia de América Latina con la política fiscal
06 de mayo de 2015
Fuente:
Tomado de la Web del FMI
Washington, 6 de mayo de 2015.- El ambicioso estímulo fiscal lanzado por América Latina en 2009 amortiguó el impacto de la crisis financiera internacional, pero el aumento del gasto resultó difícil de revertir, incluso cuando el crecimiento se recuperó, según un nuevo estudio del FMI.
Para superar el ciclo de las materias primas y otros shocks de crecimiento, América Latina necesita recomponer los márgenes de maniobra fiscal y fortalecer las instituciones fiscales.
Un nuevo Documento de Análisis del Personal Técnico del FMI -Fiscal Policy in Latin America: Lessons and Legacies of the Global Financial Crisis (La política fiscal en América Latina: Lecciones y legados de la crisis financiera mundial”)- examina la política fiscal de la región durante y después de la crisis. Se centra en las seis economías de mercados emergentes financieramente integradas más grandes de América Latina -Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay-, que generan más del 70% del producto de la región.
Reversión incompleta
Según el estudio, el estímulo fiscal de 2009 redujo las pérdidas del producto en estos seis países en ¾ a 2 puntos porcentuales. Sin embargo, más de seis años después, los saldos fiscales ajustados en función del ciclo se encuentran muy por debajo de los niveles previos a la crisis en la mayor parte de la región, aun con el beneficio de los cuantiosos ingresos que generaron las materias primas y el vigoroso crecimiento registrado en los años siguientes a la crisis. Además, las relaciones gasto/PIB superan en alrededor de 4 puntos porcentuales del PIB los niveles de 2007, en promedio, principalmente como consecuencia de los aumentos del gasto corriente que han resultado difíciles de revertir a medida que se recuperó el crecimiento.
Legados de la crisis
La pérdida resultante de espacio fiscal se está convirtiendo en una preocupación apremiante ahora que el ciclo de las materias primas se ha revertido y que el crecimiento de las economías de mercados emergentes se está debilitando, advierte el estudio. Y esto está ocurriendo en un contexto en el cual ya existen probabilidades a mediano plazo de que las finanzas públicas se vean presionadas por el envejecimiento de la población y la creciente demanda de servicios públicos. Las autoridades de algunos países disponen de un margen más pequeño para lanzar una respuesta fiscal enérgica frente a un shock adverso de crecimiento; las de otros, por su parte, se ven empujadas incluso hacia un endurecimiento de la política fiscal que podría acentuar el ciclo económico.
Otro legado de la crisis ha sido cierta erosión de las instituciones encargadas de la política fiscal. En un principio, muchos países tuvieron que hacer “excepciones” a las reglas fiscales para dar cabida al estímulo fiscal de 2009. Pero luego estos marcos fiscales distendidos se volvieron permanentes: esto pone de relieve los riesgos de hacer modificaciones especiales a los marcos sin un ancla a mediano plazo o un plan para revertirlos.
Lecciones de la crisis
La experiencia de los países de América Latina desde la crisis financiera internacional nos recuerda que, para que dé resultado, una política fiscal anticíclica no puede tener una sola faz, sino que es necesario aplicarla de manera simétrica en las aceleraciones y en las desaceleraciones.
Reconstituir los márgenes de maniobra fiscal debería ser una de las principales prioridades de cara al futuro. La magnitud, el ritmo y los plazos adecuados del ajuste fiscal varían según el país y están determinados por la dinámica de la deuda, los riesgos fiscales, las perspectivas macroeconómicas y las condiciones de mercado. En algunos casos, aún hay margen para recurrir a la política fiscal a fin de contrarrestar shocks negativos a corto plazo. En otros, es necesario proceder con mayor celeridad a una reducción del déficit, aun si el crecimiento económico sigue siendo decepcionante y se mantiene por debajo del potencial. Afortunadamente, parte de este ajuste ya se encuentra en marcha, pero aún se deben tomar un mayor número de medidas.
Imprimiendo más eficiencia al gasto público, los gobiernos podrían mejorar la calidad de los bienes y los servicios públicos, conteniendo al mismo tiempo el aumento del gasto. El análisis de la eficiencia técnica del gasto presentado en el estudio pone de relieve que estos países podrían llegar a ahorrar 1–3½ puntos porcentuales del PIB si reducen las ineficiencias de la educación, la salud, la asistencia social y la inversión pública.
En cuanto a las instituciones, las reformas deben ir más allá del restablecimiento de los marcos fiscales que existían antes de la crisis. El objetivo debería ser implantar mecanismos que eviten la prociclicidad (entre otras cosas, mediante reglas de gasto), lograr una respuesta más simétrica en las desaceleraciones y las expansiones, e incorporar cláusulas de escape bien definidas. El cumplimiento estricto de las reglas de política también es importante, y la creación de consejos fiscales independientes podría ayudar a este respecto, al producir una evaluación pública objetiva de los pronósticos presupuestarios y supervisar el cumplimiento. Por último, las consecuencias que tendrán en múltiples ejercicios las decisiones presupuestarias tomadas hoy es un tema que debería recibir más atención en el debate sobre la política pública.