¿De dónde viene tanta basura? La Economía Circular va a la raíz

04 de agosto al 04 de septiembre de 2021
autor: SELA | Alberto Delgado*, Agosto de 2021

Desde hace décadas hemos escuchado insistentemente sobre los peligros de nuestro inmenso consumo de recursos naturales y producción de desechos. Y es cierto: el mundo genera más de dos mil millones de toneladas de desechos sólidos al año; incluso se estima que, a menos que se hagan cambios radicales, para el año 2050 podría haber una mayor masa de plásticos en el océano que de peces. A pesar de estas insistentes alertas, no hemos conocido de una propuesta con posibilidades de enfrentarlos. Ahora que la “Economía Circular” ha entrado a nuestro vernáculo, finalmente tenemos una herramienta para comprender y enfrentar estos problemas.

La promesa es esta: si organizamos nuestros esfuerzos para transformar la economía “lineal”—que desperdicia lo que usa—en una economía “circular”— que reutilice permanentemente los bienes que crea—podríamos vivir en prosperidad sin que esto implique poner en peligro el entorno del cual dependemos para vivir.

Atendiendo a esta promesa, varios países de América Latina y el Caribe están apostando por la Economía Circular como modelo para la sostenibilidad económica y ambiental. Éstos se han agrupado en la Coalición de Economía Circular, y están trabajando para aplicar este nuevo modelo en sus países.

El SELA hace seguimiento a esta iniciativa en cumplimiento de su mandato. La Economía Circular podría implicar una gran transformación de la economía regional y servir a la protección, conservación y mejoramiento del medio ambiente. En abril del año en curso, el SELA organizó junto a la UNCTAD un seminario virtual sobre los sustitutos y alternativas a los plásticos, y está en conversaciones con la secretaría técnica de la Coalición de Economía Circular. Este asunto transversal a nuestra economía regional continuará en la agenda del SELA.

 

 

Pero en todo caso ¿Por qué no hemos dado con una solución en el pasado? ¿Qué diferencia hace la Economía Circular? Nuestras fallas se deben en parte a haber asumido que el problema del consumo y el desecho es más sencillo de lo que realmente es. Por muchos años se ha visto al reciclaje como la solución, pero ni los países más avanzados en el asunto logran reciclar la mayoría de lo que desechan. Otra solución común es buscar que cada uno de nosotros produzca menos basura. Esto está muy bien, y es una responsabilidad que debemos cumplir, pero no siempre está en nuestras manos. Por ejemplo: ¿Cómo evitamos los plásticos de un solo uso si la única forma de comprar pasta es empacada en plástico?

El enfoque de la Economía Circular finalmente ofrece una solución efectiva porque reconoce que el problema está en nuestro paradigma de producción, uso y desecho. Actualmente, gran parte de la economía global funciona de forma lineal: Se produce algo, se usa y se desecha. Es a lo que estamos acostumbrados, pero estos mismos procesos podrían darse de forma “circular”: Se produce algo, se usa, se usa para otra cosa, se vende, se repara, se devuelve al fabricante para reacondicionarlo, se vende otra vez, se desarma y todas las piezas se usan para hacer otra cosa… Y así. La intención en la economía circular es que esta historia sea interminable.

 

Imagen utilizada con permiso de Recicla Electrónicos México ©

 

Pero para que esto sea posible, deben darse grandes cambios. El asunto empieza con la creación de productos, que deben diseñarse para ser duraderos, reparables y mejorables: como un típico automóvil o computador de escritorio y a diferencia de los productos desechables y teléfonos inteligentes . Continúa con su empaque, que debe ser biodegradable, reciclable o, preferiblemente, inexistente. ¿Realmente necesitamos bandejas de poliestireno para comprar frutas, o un blíster de plástico para comprar un bolígrafo?

Una vez que los bienes llegan al comprador, nuestras decisiones individuales empiezan a jugar un papel muy importante. ¿Enseñas tus hijos a reconocer y comprar poca ropa de buena calidad para usarla por años, o más bien a comprar mucha ropa barata que hay que tirar a los 6 meses de uso? ¿Regalas (o vendes) las cosas que sirven pero que no usarás más, o escoges la conveniencia del balde de basura? ¿Llevas tus aparatos y muebles a reparar o reacondicionar cuando se estropean? Estos son asuntos de responsabilidad individual.

Pero no todo el peso recae en la voluntad de comprador incluso a este nivel, pues ¿cómo reparar electrodomésticos si nadie sabe cómo funciona ese nuevo aparato? No siempre es posible a menos que el fabricante libere instrucciones técnicas. ¿Cómo compras frutas sin bolsas ni bandejas si el automercado no ofrece ninguna alternativa? ¿Cómo devuelves las botellas de vidrio si el fabricante no las acepta? Debe existir la infraestructura adecuada para que los esfuerzos de los ciudadanos sean efectivos.

Y por supuesto, las políticas del gobierno son importantes, pues crean las obligaciones e incentivos para que las empresas transicionen a un modelo circular, además de administrar la infraestructura de gestión de desechos y regentar las instituciones educativas, donde los jóvenes podrán formar los hábitos y habilidades de reutilización y reparación que frecuentemente faltan entre los adultos.

Nuestro planeta tiene límites. No hay infinitos metales para minar, ni pueden talarse demasiado rápido los bosques, ni podemos impunemente liberar gases de efecto invernadero a la atmósfera. Sólo pensando en el sistema completo—como lo propone la economía circular—podremos resolver el doble acertijo de la extracción insostenible y la preocupante acumulación de desechos.

 

*Alberto Delgado es Analista de Relaciones para la Cooperación e Integración en el SELA; egresado de la Universidad de Utrecht, donde estudió Economía y Ciencias Políticas.