La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ONU Mujeres y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) impulsaron el diálogo regional “Las mujeres rurales en el centro de las acciones para dar fin a la pobreza, la inseguridad alimentaria a través del uso sostenible y el cuidado de la biodiversidad en los sistemas agroalimentarios de América Latina y el Caribe”, con el objetivo de destacar el papel crucial de las mujeres rurales en la transformación de los sistemas agroalimentarios y la conservación de la biodiversidad en América Latina y el Caribe.
El evento reunió a actores clave para discutir los desafíos y soluciones para cerrar las brechas de género en la región. Así, lideresas de la sociedad civil reflexionaron acerca del rol de las mujeres rurales, indígenas y afrodescendientes, junto con sus redes y organizaciones, en la promoción de prácticas sostenibles que no solo combaten la pobreza y el hambre, sino que también contribuyen a la preservación de la biodiversidad.
“Desde la FAO, en colaboración con otras agencias de las Naciones Unidas, estamos liderando acciones para aumentar la resiliencia de las mujeres rurales, promoviendo enfoques de género transformadores y fortaleciendo los sistemas de protección social”, destacó Mario Lubetkin, Subdirector General y Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe.
“Nuestra prioridad es reconocer el papel fundamental de las mujeres rurales en toda su diversidad, dentro de los sistemas agroalimentarios”, agregó.
Nuria Felipe Soria, Especialista Regional de Alianzas y Movilización de Recursos de ONU Mujeres, mencionó que: “Es necesario comprender mejor la realidad de los cuidados en el contexto de la ruralidad. El territorio como espacio físico, social y simbólico es central para la comprensión de las necesidades y para extraer aprendizajes que contribuyan al diseño y a la implementación de políticas públicas y servicios de cuidados”.
“Necesitamos seguir trabajando en los datos, ya que son los que nos dicen de qué tamaño son los desafíos que tenemos al frente. Esos datos deben tener esa intersección de raza, clase, ubicación geográfica y edad. Nos permitan avanzar específicamente para saber en dónde va la política y el programa”, enfatizó Epsy Campbell, Representante de América Latina en el Foro Permanente de la ONU sobre Afrodescendientes.
Carmen Nurse, Representante de la Red Caribeña de Mujeres Productoras Rurales (CANROP), mencionó la necesidad de oportunidades de acceso de las mujeres rurales a los mercados, a la tierra y a las herramientas. Además, resaltó la importancia de la “inversión en la organización de mujeres para la creación de capacidades, el crecimiento y desarrollo de pequeñas iniciativas”.
“Nosotras lo que estamos demandando en estos espacios, son las sinergias. Las políticas ambientales y las políticas de igualdad de género no pueden ir desligadas, porque al final del día, todas estas políticas se implementan en el mismo territorio”, enfatizó Amelia Arreguin, Representante del Caucus de Mujeres del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD).
“Queremos políticas públicas, programas y proyectos que brinden espacio y pongan al centro a las mujeres rurales, artesanas, trabajadoras de la tierra y pesqueras. Que nos hagan parte del diseño, del acompañamiento y del seguimiento”, mencionó Luz Haro, Secretaria Ejecutiva de la Red de Mujeres Rurales de América Latina y el Caribe (REDLAC), quién además transmitió los principales avances del Decenio Interamericano por los Derechos de todas las Mujeres, Niñas y Adolescentes de las Américas 2024-2034.
“Me gustaría que nos quedemos con la idea de mirar el abanico y la integridad de la problemática en el área rural, teniendo en cuenta la particularidad de las especificidades de las mujeres indígenas y eso hay que conversarlo con la participación de las propias mujeres en sus zonas”, remarcó Tarcila Rivera, Presidenta del Centro de Culturas Indígenas del Perú (CHIRAPAQ).
El diálogo concluyó con las palabras de Jorge González, Director Regional Adjunto del UNFPA para América Latina y el Caribe, quién señaló que "los estereotipos de género, la discriminación y la pobreza aumentan el riesgo de la violencia de género y violencia sexual", agregando que es necesario "unir esfuerzos para visibilizar cómo estas asimetrías se agravan en contextos rurales y plantear soluciones diferenciadas".
Asimismo, señaló que "según datos de CEPAL, al 2022, el 42.2% de las mujeres que viven en zonas rurales son pobres, frente al 39.9% de los hombres, y la tasa de pobreza en mujeres indígenas alcanza el 44% y en el caso de las mujeres afrodescendientes alcanza al 25%”, mientras enfatizó que “propiciar estos diálogos, desde un enfoque interseccional, nos permite visibilizar los impactos diferenciados de las desigualdades en las mujeres rurales para impulsar acciones orientadas a revertir este contexto”.