La crisis educativa desencadenada por la pandemia del Covid-19 ha dejado huellas profundas en los sistemas educativos de América Latina y el Caribe, regiones que experimentaron una de las suspensiones de clases presenciales más extensas a nivel mundial. Con escuelas cerradas o parcialmente abiertas durante un promedio de 62 semanas, los impactos en el aprendizaje y la inclusión educativa son aún difíciles de dimensionar en su totalidad.
La Unesco recientemente presentó un análisis exhaustivo sobre las repercusiones que la pandemia del COVID-19 ha tenido en los sistemas educativos de la región. El informe, titulado “La urgencia de la recuperación educativa en América Latina y el Caribe”, se dio a conocer durante la reunión extraordinaria de ministras y ministros de educación “Ministerial de Educación: Santiago 2024″. Esta investigación destaca la importante brecha educativa generada por la crisis sanitaria y advierte sobre las consecuencias a largo plazo si no se adoptan medidas sistemáticas e integradoras para la recuperación.
Según el informe se ha mostrado un retroceso preocupante en los niveles de aprendizaje, con evaluaciones nacionales que evidencian dichas caídas significativas. Esta situación ha exacerbado las desigualdades existentes, afectando con mayor intensidad a las poblaciones más vulnerables. A este complejo panorama se suman las deudas históricas de los sistemas educativos de la región, que aún luchan por garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos.
Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional Multisectorial de la Unesco en Santiago, destacó la importancia de este informe para el desarrollo de una estrategia educativa que aborde con urgencia las necesidades de los sectores más vulnerables de la región. Hizo un llamado a implementar medidas de recuperación del aprendizaje de manera holística, evitando centrarse únicamente en soluciones inmediatas y limitadas. Subrayó la necesidad de fortalecer las capacidades de gobernabilidad de los estados y de incrementar la inversión en educación.
En respuesta a este escenario desafiante, los países de América Latina y el Caribe han implementado diversas políticas educativas, dirigidas tanto a mitigar los efectos inmediatos de la pandemia como a sentar las bases para una recuperación y transformación a largo plazo del sector. Entre las estrategias desplegadas destacan la creación de sistemas de alerta temprana, la implementación de evaluaciones estandarizadas para el uso pedagógico en las escuelas, la expansión de la oferta de recursos digitales educativos y el desarrollo de procesos de priorización curricular.
Sin embargo, pese a estos esfuerzos, la recuperación de aprendizajes perdidos durante la pandemia sigue siendo una asignatura pendiente en la mayoría de los casos. La falta de un enfoque integral, sistémico y coordinado en las políticas implementadas ha limitado su efectividad, señalando la necesidad urgente de desarrollar un marco de recuperación y aceleración de los aprendizajes que aborde de manera comprehensiva los desafíos presentes y futuros.
La gobernanza y el financiamiento de los sistemas educativos emergen como elementos clave para el éxito de estas políticas. La inestabilidad política, la polarización y los desafíos económicos han complicado la tarea de construir acuerdos sostenibles y asegurar los recursos necesarios. En este contexto, la planificación estratégica y la movilización de fondos adicionales para la educación se presentan como imperativos para avanzar hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y garantizar el derecho a una educación de calidad para todas las niñas, niños y adolescentes de la región.
La pandemia ha expuesto y profundizado las vulnerabilidades de los sistemas educativos de América Latina y el Caribe, pero también ha ofrecido una oportunidad única para replantear y transformar la educación. El camino hacia la recuperación es desafiante, pero con políticas bien direccionadas, inversión adecuada y un compromiso genuino con la inclusión y la equidad, es posible construir sistemas educativos más resilientes y justos para las generaciones futuras.