El director del Fondo Monetario Internacional (FMI) para las Américas, Rodrigo Valdes, elogió la recuperación fiscal y económica de un grupo de países de la región.
En un artículo sobre la evolución de América latina luego de la pandemia, el jefe del Fondo para el Hemisferio Occidental, el auditor chileno mencionó la robustez de varias naciones.
El artículo recuerda cuando Guillermo Ortiz, entonces gobernador del banco central de México, dijo al comienzo de la crisis financiera mundial de 2008: “Esta vez no fuimos nosotros”.
“Hablaba en nombre de las economías emergentes, acostumbradas a estar en el epicentro de los problemas macroeconómicos”.
“Hoy en día, la opinión es aún más válida: la mayor parte de América Latina no sólo ha resistido en medio de importantes perturbaciones durante los últimos tres años -incluida la pandemia, el aumento de la inflación mundial, las tensiones comerciales entre las grandes economías y el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales-, sino que también ha respondido adecuadamente desde la perspectiva de sus políticas macroeconómicas”.
“Si bien persisten grandes desafíos, como el bajo crecimiento económico y los elevados niveles de deuda, será más fácil abordarlos cuando más países de la región cuenten con marcos macroeconómicos sólidos y eficaces”, indicó.
“El FMI está aquí para ayudar, trabajando con los responsables de las políticas para mantener el impulso de su firme respuesta a los retos recientes”.
“Nuestro objetivo común debe ser fomentar un crecimiento económico que beneficie a todos los segmentos de la sociedad. Esto implica aprovechar las oportunidades de la transición energética, abrir más las economías a los beneficios del comercio mundial y reforzar las redes de seguridad existentes para proteger mejor a los ciudadanos, entre otras prioridades”.
Valdes indicó que “como muchos otros, los países latinoamericanos incurrieron en importantes déficits presupuestarios públicos en 2020, reflejo de una combinación de aumento del gasto y disminución de los ingresos”.
“Eran tiempos excepcionales que necesitaban una respuesta complementaria de una política monetaria flexible. Era fundamental proteger vidas y medios de subsistencia”, aclaró.
“Pero a diferencia de muchos de sus homólogos mundiales, la mayoría de los países de la región retiraron oportunamente la gran expansión fiscal desplegada durante la pandemia”, destacó.
“El déficit fiscal primario de las cinco principales economías con objetivos de inflación y tipos de cambio flotantes -Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, conocidas como AL5- aumentó en 6 puntos porcentuales del PIB en 2020, mientras que la región latinoamericana en su conjunto experimentó un incremento de 4 puntos porcentuales”.
“Esta cifra contrasta con el aumento de 7 puntos porcentuales en las economías avanzadas y de algo más de 5 puntos porcentuales en las economías de mercado emergentes de otras regiones”, indicó.
“La divergencia más notable surgió en 2021 y 2022. Mientras que los países del LA5, y de hecho casi toda la región, retiraron completamente este estímulo fiscal, logrando resultados primarios que superaban los niveles anteriores a la pandemia, los países avanzados y otras economías emergentes mantuvieron una parte significativa de la expansión, en torno a 3 puntos porcentuales”, subrayó.
“Esta retirada temprana no sólo contribuyó a reducir los ratios deuda pública/PIB, sino que también ayudó a contener la inflación”, indicó.
“De hecho, ante el mayor repunte inflacionista desde la adopción de los objetivos de inflación, los países de la región actuaron con una rapidez excepcional, subiendo las tasas de interés antes y a niveles más altos que otros países”.
“Ahora, la inflación está disminuyendo, las divisas se han apreciado en los últimos meses y el debate actual gira en torno al ritmo de los futuros recortes de los tipos de interés, que algunos países ya han iniciado. Esto contrasta con otras regiones donde las deliberaciones siguen girando en torno a nuevas subidas”, afirmó.
“También es destacable cómo las expectativas de inflación a medio plazo apenas variaron en América Latina, lo que subraya la credibilidad de sus marcos de objetivos de inflación, un fenómeno observado en varios países de todo el mundo”.
Además, “la región no sufrió tensiones financieras significativas, a pesar de las fuertes oscilaciones de los tipos de cambio”.
“Este éxito puede atribuirse a la mejora de la regulación y la supervisión financieras en las dos últimas décadas, a un temor mucho menor a dejar flotar el tipo de cambio, así como a la capacidad del sector privado para mitigar y gestionar los riesgos derivados de la exposición al tipo de cambio”.
“Aun reconociendo las diferencias entre países y el potencial para lograr una estabilidad macroeconómica aún mayor, el cambio transformador desde una época en que la región estaba acosada por problemas económicos hasta su estado actual es sorprendente y alentador”, afirmó.
“Este marco global de política macroeconómica, que incluye objetivos de inflación, independencia de los bancos centrales, flexibilidad de las tasas de cambio, normas fiscales encaminadas a garantizar la sostenibilidad fiscal permitiendo al mismo tiempo desviaciones en casos extraordinarios, e integración financiera internacional, se ha extendido más allá de los países del LA5″.
“Países como Uruguay, la República Dominicana, Paraguay y Costa Rica han adoptado cada vez más este marco, con resultados muy positivos. No debería sorprendernos, ya que refleja el enfoque macroeconómico de países pequeños, abiertos y avanzados como Nueva Zelanda, Australia, Suecia o Canadá”, indicó.
“Este enfoque de la política macroeconómica también es potencialmente más amistoso con el resto del mundo que las alternativas, ya que no exige intrínsecamente la acumulación de excesivas reservas internacionales y facilita los movimientos de capital entre países”.
Sin embargo, “siempre habrá choques imprevistos que suelen ser más difíciles de absorber para una región en desarrollo. Por eso es necesario mantenerse alerta y acumular o reconstituir colchones, incluso mediante reservas o mecanismos de seguro adicionales como las líneas de crédito precautorio del FMI”.
Por supuesto, “el reciente éxito de la gestión macroeconómica no significa el fin de los grandes retos y dificultades”, aclaró.
“Varias economías están lidiando con una deuda pública excesiva, y este reto se extiende incluso a las economías robustas. Este problema ya estaba presente antes de la pandemia, con una preocupante trayectoria ascendente, lo que subraya la necesidad de continuar los esfuerzos para garantizar la sostenibilidad. La tarea se hace aún más exigente en unas condiciones externas menos favorables”, afirmó.
“Y lo que es más preocupante, otros países se enfrentan a importantes riesgos derivados de políticas macroeconómicas insostenibles. Hacerles frente no es nada sencillo, especialmente cuando predomina el cortoplacismo”, indicó.
“No obstante, hay varios países que han logrado reconstruir sus marcos macroeconómicos, algunos de los cuales recibieron el apoyo del FMI”, expresó.
Entre los retos más profundos que exigen atención urgente en toda la región, destacó:
- Aumentar el potencial de crecimiento a largo plazo y superar el estancamiento de la productividad;
-Mejorar la distribución persistentemente desigual de la renta y el poder entre los ciudadanos
-Contribuir a mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos
-Frenar la proliferación de la delincuencia y reducir la inseguridad, una preocupación que ocupa sistemáticamente el primer lugar en las encuestas ciudadanas.
-Adaptarse a la automatización, la robotización y la digitalización.
“Afrontar estos retos empieza por una base macroeconómica ordenada. A la vista de lo que varios países de la región han sido capaces de lograr en los últimos años, deberíamos tener un renovado sentimiento de esperanza y optimismo de cara al futuro”, concluyó.