Las proyecciones de crecimiento para las economías de América Latina y el Caribe apuntan a un modesto avance de 1.2% en 2023, un escenario que, aunado a las tasas de inflación relativamente altas, perjudicará a los trabajadores, ya que deberán desempeñarse en empleos de calidad preocupante, advierte un informe de la Comisión Económica de América Latina (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El estudio explica que tres años después de la crisis provocada por la pandemia, los indicadores laborales han vuelto a alcanzar los niveles de 2019, aunque la recuperación no es pareja y en algunos países esos índices no han llegado a esa marca. De igual forma, el repunte ha sido mayor entre mujeres que entre los hombres, y mayor entre los jóvenes que entre los adultos.
Las políticas que desde 2020 promovieron la creación de puestos de trabajo y que en 2021 pasaron de la generalización a la focalización en los segmentos más afectados por la pandemia, contribuyeron a la mayor recuperación de los niveles de ocupación, sobre todo entre los jóvenes y las mujeres.
“Pero regresar a los niveles anteriores a la pandemia no es suficiente”, afirma la publicación, y detalla que los índices de empleo informal continúan siendo muy elevados, además de que hay brechas de género y edad enormes, y los salarios y la productividad han vuelto al nivel previo a la crisis, lo que indica un estancamiento.
En 2022 los sueldos reales se empantanaron, luego de haber aumentado el año anterior, en tanto que la inflación subió, afectando el poder adquisitivo de los trabajadores latinoamericanos y caribeños. En la mayoría de las economías de la región, la inflación excedió los promedios observados desde la crisis financiera mundial (3.9%), alcanzó niveles del 8.6% en junio de 2022 y llegó al final del año al 6.5.
Para contrarrestar el efecto sobre los trabajadores de menores recursos, los valores nominales del salario mínimo se incrementaron a lo largo de la región, y la media regional de la variación del salario mínimo nominal durante 2022 fue del 9.0%, muy superior a los cambios observados en el quinquenio previo a la pandemia. En Brasil, Chile, Colombia y México, las variaciones fueron de dos dígitos. En el caso de las economías de la Argentina y Venezuela el salario mínimo nominal registró incrementos del 68% y el 1.650%, respectivamente.
Este año, el crecimiento económico previsto dará lugar a una desaceleración del crecimiento del empleo: la CEPAL y la OIT calculan que el incremento oscilará entre 1% y 1.9%.
El informe señala que el avance de la ocupación ha ocurrido principalmente en el sector de servicios, que aglutina al 60% del total de empleados en la región. Otras actividades como la industria manufacturera y el sector de la construcción también mostraron tasas de crecimiento positivas durante 2022, en tanto que los ocupados en actividades como la agricultura y los servicios financieros y a empresas disminuyeron con respecto de los niveles informados en 2021, y, en el caso de la agricultura, los niveles son inferiores a los registrados en 2019.
Con respecto a la informalidad del empleo, las agencias reportan una pequeña reducción durante 2022, al pasar del 48.8% en 2021 al 48.7% en 2022, y destacan los casos de Colombia, donde el empleo informal se redujo un 2%, y Costa Rica, con un 1.7%. En cambio, la tasa aumentó en tres países, entre los que resalta Argentina, con un alza del 4.1%.
La Cepal y la OIT argumentan que el entorno económico y laboral previsible hará más vulnerables a los trabajadores, que tendrán menos protección social y se emplearán en sectores menos productivos lo que, a su vez, causará un aumento de la pobreza y desigualdad en la región.
Para hacer frente a esta situación, los organismos abogan por el impulso de políticas que promuevan la inversión, la innovación, el aumento de la productividad y la estabilidad macrofinanciera, en conjunto con políticas laborales activas que auspicien una mayor creación de empleo y mercados de trabajo más equitativos y formales.