La Cumbre del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, prevista para el 30 de mayo, reunirá a 11 líderes sudamericanos. Hasta ahora han confirmado su presencia los presidentes de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Surinam, Uruguay y Venezuela. La única ausencia será la de la presidenta peruana, Dina Boluarte, que tiene impedimentos legales internos, se informó. En su lugar, asistirá el Primer Ministro Alberto Otárola.
La reunión ya había sido anunciada a principios de mes por el Gobierno. Hace al menos siete años que no se celebra una reunión de esta envergadura. “El principal objetivo de esta reunión es retomar el diálogo con los países sudamericanos, muy truncado en los últimos años y que es una prioridad del gobierno Lula. Somos conscientes de que hay diferencias de visión y diferencias ideológicas entre los países, pero él [Lula] quiere reactivar este diálogo basado en denominadores comunes con los países”, explicó el viernes en rueda de prensa la embajadora Gisela Padovan, secretaria para América Latina y el Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE).
Aunque el gobierno brasileño evita señalar una propuesta específica, se espera que los presidentes discutan formas más concretas de ampliar la integración, incluyendo la posibilidad de crear o reestructurar un mecanismo de cooperación sudamericano que reúna a todas las naciones de la región.
El objetivo de esta cumbre, que se celebrará casi en su totalidad a puerta cerrada, es retomar el diálogo y analizar la posibilidad de que la región vuelva a contar con un foro de integración "puramente suramericano", que sea "permanente, inclusivo y moderno".
La metodología de la reunión prevé, en primer lugar, la búsqueda de puntos comunes a partir de las posiciones presidenciales, así como la conducción de una agenda que ya podría ser iniciada más rápidamente. Esta agenda incluye, por ejemplo, la lucha contra el crimen organizado, proyectos de infraestructura, medio ambiente y cambio climático, entre otros. Por ello, el formato de la cumbre será lo menos protocolario posible.
La invitación mencionaba una especie de “retiro” de presidentes para profundizar en el diálogo. Habrá dos sesiones. El martes por la mañana, cada jefe de Estado pronunciará un discurso, con un tema libre. Después almorzarán. Por la tarde, retomarán el diálogo informal, “en una sesión de trabajo más libre y distendida”, según describió Padovan.
Los presidentes que permanezcan en Brasilia el martes por la noche asistirán a una cena ofrecida por Lula en el Palacio de la Alvorada. Ni siquiera está prevista una declaración final de la reunión, según el Ministerio de Relaciones Exteriores, que aún no ha confirmado las reuniones bilaterales que el presidente Lula mantendrá con algunos de sus homólogos en la cumbre, pero que podrían tener lugar ya el lunes, cuando las delegaciones comiencen a llegar a Brasilia.