La producción agropecuaria de Brasil no detiene su proceso de crecimiento en comparación con los competidores de la región. Entre 2002 y 2022 el PBI agrícola del país aumentó de USD 122 mil millones a USD 500 mil millones, el equivalente al producto bruto interno de la Argentina.
Todo esto de la mano de las políticas públicas en beneficio del sector, las inversiones que se realizan en materia de investigación y con una proyección para el presente año de una cosecha agrícola récord que podría superar los 300 millones de toneladas, convirtiendo al país en el tercer mayor productor mundial de cereales, detrás de China y Estados Unidos. Así lo reflejó un artículo del diario Estadão, en base a los datos aportados por el economista José Roberto Mendonça de Barros.
“El agronegocio brasileño ha tenido un crecimiento extraordinario en los últimos 40 años, destacándose los últimos 20 años. Al contrario de lo que ocurrió en el sector urbano, ya sea en la industria o en los servicios, el crecimiento del agronegocio es persistente y esta es la primera lección que da el agronegocio. Crecer siempre es más importante que crecer mucho en algunos años y caer en los siguientes. Es un crecimiento sostenible, que hace que la agroindustria sea muy competitiva”, señaló el artículo.
En relación a la producción de granos y oleaginosas, Brasil en los últimos 20 años generó una cosecha de granos que pasó de 120,2 millones de toneladas a 310,6 millones, registrando un incremento del 258%. Por otro lado, la superficie sembrada pasó de 43,7 millones de hectáreas a 76,7 millones de hectáreas, presentando una suba del 76,7%. Todo esto significa que la producción subió tres veces más que el área ocupada por los cultivos, como consecuencia del desarrollo que el mencionado país ha tenido en materia de investigación, tecnología y desarrollo.
Además, lo que más se ha destacado en los últimos tiempos el crecimiento que ha tenido la producción de soja, una oleaginosa que se adaptó a los diferentes climas del país y que le ha permitido a Brasil transformarse en el mayor productor y exportador del mundo, superando a los Estados Unidos y a la Argentina. En la Argentina, es cada vez más preocupante la caída del área de siembra y producción. Es cierto que hay impacto del clima adverso, pero también desde el sector responsabilizan de la situación a la falta de políticas que mejoren la competitividad, entre ellas el histórico reclamo de eliminación de los derechos de exportación, algo que en Brasil no se aplican.
En el mencionado artículo periodístico, el coordinador del Centro de Agronegocios de la Fundación Getulio Vargas (FGV) y ex ministro de Agricultura de Brasil, Roberto Rodrigues, manifestó que “el punto de inflexión en la agricultura brasileña comenzó con la llegada de la soja al Sur del país. Fue el gran pistoletazo de salida, porque la soja, con un ciclo más corto, hizo posible un cultivo de invierno después, como el trigo, la avena o el sorgo. La soja hizo posible el segundo cultivo. Con el tiempo, este proceso evolucionó a otras regiones del país, con otras características”. En ese sentido, según la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) durante la campaña 2002/2003 Brasil alcanzó una cosecha de 47,4 millones de toneladas de soja, mientras que para el presente ciclo se proyecta una producción total de 152,9 millones de toneladas, una suba del 322%.
Mientras tanto, en la Argentina y en medio de los efectos de la sequía, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) planteó una proyección de cosecha de soja de 34,5 millones de toneladas para la presente campaña, un 18% menos que en el ciclo anterior, mientras que por el otro, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) informó que sus proyecciones son de 38 millones de toneladas. Esa cifra implica 3 millones de toneladas menos en relación a la anterior estimación, una caída de 10 millones de toneladas con respecto a lo que los productores esperaban en el inicio de la actual campaña, y un 38% por debajo del máximo de producción que alcanzó la oleaginosa en el ciclo 2014/2015. A partir de ahí, a pesar del esfuerzo de la cadena agroindustrial, se comenzó a reducir el área de siembra y la producción, por malas políticas oficiales y el clima adverso.