Los encuentros de migrantes a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México superaron los 2.3 millones el año pasado, un máximo histórico.
Hace dos décadas, cuando las detenciones de la Patrulla Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) también alcanzaron récords, la gran mayoría de los migrantes que cruzaron ilegalmente la frontera sur eran hombres adultos de México que buscaban trabajo en Estados Unidos.
Pero los migrantes que llegan hoy a la frontera incluyen no solo hombres de México, sino también hombres, mujeres y niños, a menudo familias enteras, de más de una docena de países del hemisferio occidental, en particular Guatemala, Honduras y El Salvador, y más recientemente, Cuba, Venezuela, Haití, Nicaragua, Ecuador y Colombia.
Los migrantes también se han presentado cada vez más en la frontera sur, provenientes de países de otros continentes, entre ellos Rusia, China y la India.
En lugar de tratar de evadir a la Patrulla Fronteriza como en el pasado, muchos de los migrantes que llegan hoy se entregan a los agentes fronterizos apenas cruzan y solicitan asilo alegando que huyen de la violencia y la persecución.
Los republicanos culpan a las políticas fronterizas del presidente Joe Biden, que dicen que han alentado a los inmigrantes a venir a Estados Unidos y pedir asilo, poniendo sus vidas en manos de cárteles y organizaciones criminales del contrabando, que se benefician de su desesperación.
Las políticas fronterizas de Biden han sido más acogedoras para los solicitantes de asilo que las del expresidente Donald Trump.
Alrededor de 1 millón de solicitantes de asilo han sido admitidos bajo la administración de Biden, según estimaciones del Instituto de Política Migratoria y el periódico New York Times. Mark Morgan, excomisionado interino de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos bajo la administración Trump, estima que entre 3 y 4 millones de migrantes, incluidos menores no acompañados, familiares y personas que evadieron la Patrulla Fronteriza, ahora viven en Estados Unidos desde que Biden asumió el cargo.
En un esfuerzo por detener la migración, Trump separó a las familias en la frontera sur. El gobierno de Trump también implementó una regla de salud pública de emergencia llamada Título 42 al comienzo de la pandemia del COVID-19 para expulsar rápidamente a los migrantes a México, incluidos los solicitantes de asilo de otros países. La administración Biden mantuvo la política vigente, pero ahora está tratando de ponerle fin.
Los republicanos están tratando de obligar a la administración Biden a mantener el Título 42, advirtiendo que poner fin a la política provocará una afluencia aún mayor de inmigrantes y empeorará la crisis. El Título 42 permanece vigente por ahora después de que la Corte Suprema ordenó en enero que la política se mantuviera vigente hasta una decisión final sobre su legalidad.
Los expertos aseguran que centrarse solo en políticas fronterizas como el Título 42 que intenta restringir la migración no resolverá la crisis fronteriza. Se debe prestar más atención a abordar las razones por las que tantos inmigrantes de tantos países eligen abandonar sus hogares, dicen.
"Cuando el Título 42 desaparezca, lo que probablemente sucederá eventualmente, habrá un problema de gestión de fronteras", señaló Eric Olson, director de políticas de la Fundación Internacional de Seattle, que promueve la democracia en América Central. "Pero tenemos que mirar a más largo plazo a los impulsores de la migración".
Las razones varían según el país, afirmó Olson. En general, hay varias tendencias generales que impulsan a las personas a irse, expuso Olson.
Un aumento en los gobiernos autocráticos (basados en una sola figura) en varios países latinoamericanos es un factor importante, dijo Olson.
Un ejemplo de ello es Nicaragua, donde la creciente represión bajo el presidente izquierdista Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, ha provocado un éxodo de inmigrantes a Estados Unidos, recordó Olson.
"En muchos de esos países, se ve un fracaso gubernamental generalizado. Cuba se está desmoronando. Haití se está desmoronando. Venezuela se ha estado desmoronando durante algún tiempo. Cada vez más, Nicaragua también ha perdido credibilidad como un país donde hay un respeto básico por los derechos humanos", mencionó Olson.
La erosión de las frágiles democracias que ha resultado del ascenso de los gobiernos autocráticos es otro factor, explicó Olson. La creciente corrupción que se deriva de una declinación de la democracia es un tercer factor.
Además de eso, la pandemia del COVID-19 ha exacerbado las desigualdades en muchas partes de América Latina, y los desastres ambientales relacionados con el cambio climático están empujando a las personas a migrar.
"La conclusión es que las personas se sienten cada vez más indefensas y pesimistas sobre su futuro por una variedad de razones: fracaso del gobierno, inseguridad, posibilidades económicas nulas o posibilidades económicas limitadas, y eso impulsa a la gente a buscar alternativas", dijo Olson. "Lo que está más disponible para las personas son las conexiones con familiares que ya viven en Estados Unidos, y esas redes de migración familiar se han ido acumulando durante cuatro décadas".