El Mercosur y la Unión Europea retomarán el diálogo para poner en marcha el acuerdo comercial que se anunció en 2019 pero que nunca se implementó. El canciller argentino, Santiago Cafiero, viajará este martes a Bruselas. Una vez en el Viejo Continente se reunirá, entre otros, con el Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, y buscará avanzar con esa agenda. El pacto verde aparece hoy como la mayor dificultad para acercar posiciones. En el Gobierno consideran que el nuevo escenario internacional abre oportunidades concretas para la región “como proveedores confiables de alimentos, energía y minerales estratégicos”.
La pandemia del Covid-19 y la invasión rusa a Ucrania provocaron cambios significativos en la economía global. A partir de la disparada de los precios de los productos primarios, la escasez de insumos claves y la relocalización de las cadenas de suministro, también se modificarán de forma sustancial las condiciones del comercio internacional. Por lo que las conversaciones entre bloques que parecían truncas, se reactivan. Y se aceleran.
Este martes Cafiero viajará a Bruselas, donde sostendrá reuniones con diversos funcionarios de la burocracia europea. Entre ellos, se destaca el encuentro con Borrel, encargado de la política exterior del bloque. Un dato no menor es que el presidente Alberto Fernández está a cargo de la presidencia pro témpore del Mercosur y se planteó como uno de los objetivos del semestre retomar el diálogo por el acuerdo comercial.
Fuentes del Gobierno anticiparon a Ámbito que en la gira “se repasará el estado de situación del pacto Mercosur-Unión Europea y se buscará avanzar en los temas pendientes de resolución”. Sobre este punto, en la Cancillería aclararon que es necesario “identificar una estrategia que permita avanzar en un convenio equilibrado que implique beneficios para ambos bloques, en un contexto internacional de incertidumbre creciente y de reconfiguración de las cadenas de valor”.
La principal dificultad que encuentran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay actualmente es el Pacto Verde. El tratado en cuestión tiene ambiciosos objetivos en materia ambiental pero dejaría a casi todos los rubros de la producción local imposibilitados de acceder al mercado europeo. Mientras que los industriales del Viejo Continente tendrían vía libre para ingresar sus manufacturas al Mercosur. Por lo que las asimetrías en lugar de reducirse se acelerarían.
De todas formas, no es menos cierto que el escenario del comercio internacional se modificó en los últimos cuatro años y que esa reconfiguración abre nuevas puertas. En el Gobierno consideran que hay oportunidades para transformar a los países que integran el Mercosur en “proveedores confiables de alimentos, energía y minerales estratégicos”.
En la Casa Rosada confían en que el cambio de signo político en Brasil pueda colaborar a la hora de retomar el diálogo por el acuerdo comercial. Para sintetizarlo: Bolsonaro era un negacionista del cambio climático y Lula tuvo como una de sus primeras medidas la reposición de los fondos para la protección de la Amazonia.
Sin ir más lejos, en su primera visita a Uruguay, el mandatario brasileño le remarcó a su par, Luis Lacalle Pou, que viene forzando una “flexibilización” del Mercosur, que antes de pensar en avanzar en un acuerdo de libre comercio con China, el bloque debe poner en funcionamiento el pacto trunco con la Unión Europea.
Este fin de semana el canciller alemán Olaf Scholz visitó Argentina en el marco de una gira por la región que también incluirá un paso por Chile y Brasil. El sábado tuvo una reunión bilateral con el presidente Alberto Fernández en la que también destacó la necesidad de impulsar el entendimiento comercial entre los bloques: “Queremos poner en marcha el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Eso le serviría a América Latina y a Europa. Permitirá trazar un eje que potencie el multilateralismo en un mundo que otra vez tiende a bipolarizarse”, dijo el mandatario.
Luego de esa cumbre, se realizó un encuentro ampliado del que también participaron Cafiero; el secretario de Programación Económica, Gabriel Rubinstein; y la secretaria de Energía, Flavia Royón, entre otros. Allí se firmaron tres acuerdos bilaterales que en el Gobierno caracterizaron como “importantes en el fortalecimiento de las relaciones entre ambos países y la profundización de la cooperación”.
Se trata, en primer término, de un instrumento por el que el gobierno alemán se compromete a financiar las exportaciones necesarias para viabilizar el Proyecto Hidroeléctrico Chihuido por unos u$s 2.230 millones. Las fuentes consultadas remarcan que “la obra aumentará la capacidad de energía existente, prevendrá el riesgo de inundaciones en la Región Patagónica, asegurará el abastecimiento de agua para la población, la industria y el riego”.
Esta serie de acuerdos también contempla un Memorando de Entendimiento para “fortalecer el diálogo sobre la transición hacia un sistema energético limpio y la implementación del Acuerdo de París sobre Cambio Climático”. En ese sentido, se definen “áreas claves”, como el hidrógeno verde, la transferencia de tecnología y desarrollo de industrias locales de energías renovables, junto con “la exploración de opciones de financiamiento y garantías para la implementación de la transición energética”.
Por último, se rubricó una Carta intención para fortalecer la cooperación en la economía del conocimiento. En concreto, German Accelerator, que es la principal aceleradora alemana, confirmó que instalará oficinas en Buenos Aires y pondrá a disposición sus capacidades para el ecosistema emprendedor y científico argentino.