Ciudad de México, 12 ene (Prensa Latina) El diario de México La Jornada cuestiona la propuesta del presidente estadounidense, Joe Biden, de otorgar un número limitado de visas a Venezuela, Nicaragua, Haití y Cuba para “ordenar” el flujo migratorio.
En un artículo de fondo firmado por Ana María Aragonés, recuerda que la semana pasada Biden anunció un programa de migración limitada a esos cuatro países y otorgamiento en total de 30 mil visas mensuales repartidas entre ellos bajo determinadas condiciones de obligatorio cumplimiento.
Entre estas últimas sobresale tener un patrocinador en Estados Unidos con suficiente solvencia que sirva de garante al migrante, que la gestión se haga desde su país e ingrese por vía aérea con sus papeles en regla. Quien lo haga por la frontera de México será rechazado y devuelto a esta nación.
Por otro lado, señala la autora, acogerá hasta 20 mil refugiados de otros países de América Latina y el Caribe durante 2023 y 2024 y México aceptará cada mes hasta 30 mil migrantes expulsados que sean rechazados.
Estados Unidos reforzará las fronteras, aplicará duras y nuevas consecuencias para quien se atreva a cruzar sin documentos.
La analista del diario señala que esa es la forma en que el gobierno de Estados Unidos persigue establecer un supuesto “sistema ordenado, humanitario y funcional”.
Lo primero que habría que señalar, observa, es que se trata de una propuesta injerencista, porque afecta la política doméstica de México y trastoca la propuesta inicial de Andrés Manuel López Obrador de no securitización de las fronteras, visas humanitarias y de trabajo, y lo más importante: ir a las causas del fenómeno que obligan a esos desplazamientos forzados.
¿Por qué México tendría que recibir a migrantes devueltos de Estados Unidos, cuando se trata de un problema que debe ser resuelto en ese país y no darles una falsa y perversa salida a sus necesidades?, se pregunta, y responde que despresurizar la frontera moviendo a las personas al otro lado del río no soluciona nada, porque las causas siguen intactas.
Aragonés escribe que llama la atención que la propuesta de Biden se dirija a los migrantes de países sobre los cuáles penden sanciones unilaterales, comerciales, injerencias indebidas con políticas desestabilizadoras para los gobiernos que se alejan de los intereses de Washington.
Como he señalado en otras colaboraciones, expresa, esas son causas que generan movimientos de poblaciones cuyas urgencias de sobrevivencia los obliga a salir de sus países y Estados Unidos es el causante directo de esos conflictos y, por tanto, responsable de sus soluciones, es decir, levantar sanciones.
Se entiende que proponer eliminar todos esos obstáculos es tocar la fibra más sensible del gobierno del país vecino en la medida en que son una clara expresión de la geopolítica estadounidense, cuya estrategia sigue siendo dominar la región y de refilón sus recursos naturales, afirma.
Estados Unidos, como la mayoría de los países desarrollados, vive graves conflictos demográficos ante la disminución de la tasa de natalidad, los retiros por jubilación e insuficiente migración debido a la política restrictiva de la administración de Donald Trump y el cierre de fronteras por año y medio a causa de la Covid-19.
Las consecuencias es que “hay una escasez estructural de cuatro millones de trabajadores que hacen falta».
Entonces, ¿cómo explicar esa política migratoria que parecería totalmente absurda cuando desde hace dos años la mano de obra no alcanza para la economía estadounidense?, vuelve a preguntar. Mi hipótesis, responde, es que, por un lado, se pretende generar una visión apocalíptica de caos migratorio provocado por los cierres fronterizos; se vincula a los traficantes de personas cuyas redes diseminadas por el mundo les generan expectativas que no se cumplen y son abandonadas en los cruces fronterizos.
No hay que olvidar, concluye, que todo ello se presenta en el marco de una región latinoamericana que está poniendo en marcha modelos progresistas que enfrentan, al mismo tiempo, el avance de grupos golpistas de derecha y ultraderecha que convocan, con bastante claridad, a la injerencia de Estados Unidos.
La doctora Ana María Aragonés Castañer, nacida en Francia, es actualmente profesora titular de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la que cuenta con 35 años de trabajo académico ininterrumpido.