América Latina y el Caribe está sumida en una crisis de desarrollo y no podrá transformar sus modelos para superarla y avanzar de manera integral y sólida mientras siga las mismas estrategias. Necesita políticas transformadoras y audaces que de verdad muevan las agujas del desarrollo no cambios graduales y tímidos, aseveró este este domingo la Comisión Económica para la región (CEPAL).
De acuerdo con la CEPAL, los países latinoamericanos y caribeños han perdido una década de desarrollo y este año enfrentan los efectos de una serie de crisis en cascada: climática, de salud, de empleo, social, educativa, de seguridad alimentaria, energética, y de costo de la vida.
Un estudio que la Comisión presentará este lunes en Buenos Aires durante su reunión bienal explica que la combinación de factores externos e internos ha reducido la capacidad de crecimiento económico y de generación de empleos de calidad y ha dificultado su lucha contra la pobreza y la pobreza extrema. “Sus estructuras económicas y sociales se han debilitado y han entrado en situaciones que refuerzan la inercia de un débil desempeño económico”, señala el documento, que esboza una propuesta para la recuperación y desarrollo sostenible en el actual contexto global y regional.
El evento en Buenos Aires reunirá a altas autoridades de la región, al igual que a investigadores, académicos, representantes de la sociedad civil y funcionarios internacionales, que debatirán la situación y discutirán la publicación de la CEPAL.
Nueva desaceleración en 2023
El estudio recuerda la baja tasa de crecimiento económico promedio de 0,6% anual registrada en la región de 2014 a 2019, la contracción histórica de 6,9% en 2020 y la recuperación de 6,5% en 2021. Para este año, la CEPAL prevé un crecimiento de 3,2% y espera una desaceleración en 2023, cuando crecería sólo 1,4%.
El documento refiere también el aumento de la inflación, que en junio de 2022 llegó a 8,4%, y el deterioro de la situación fiscal de los países de la región, producto de las medidas tomadas para combatir los peores momentos de la crisis del COVID-19 y sus consecuencias sociales.
La pandemia acarreó más pobreza
Con respecto a la situación social, señala que también se ha deteriorado, con aumentos considerables en los niveles de pobreza debidos a la pandemia y a la recesión económica que la acompañó.
Para 2020, la CEPAL calculó que la pobreza y la pobreza extrema llegaron al 33% y 13,1% de la población, respectivamente. Para 2021, la incipiente recuperación de las economías se tradujo en una caída muy modesta de la pobreza al 32,1% y un aumento marginal, pero continuo, de la pobreza extrema al 13,8%.
Necesidad de nuevas políticas
“Es en este contexto que los países de la región deben adoptar políticas que les permitan dinamizar el crecimiento sostenible, atenuar las presiones inflacionarias, generar empleo de calidad, y mitigar los costos sociales junto con reducir la pobreza y desigualdad. Todo esto supone serios retos para los sistemas políticos y de gobernanza y para las capacidades técnicas, operativas y políticas de las instituciones públicas”, advierte la CEPAL.
En su estudio, la CEPAL propone una serie de impulsores que pueden dinamizar la transformación productiva y estructural, así como la inversión y la creación de empleos. Esos impulsores son los sectores de energía; electromovilidad; economía circular; bioeconomía; industria manufacturera de la salud; transformación digital; economía del cuidado; turismo sostenible; micro, pequeñas y medianas empresas; y economía social y solidaria.
El organismo regional de las Naciones Unidas recalca la urgencia de actuar para recuperar la inversión y el crecimiento, reconoce el papel central del Estado en el diseño y ejecución de políticas para la transformación del modelo de desarrollo y subraya la importancia de avanzar en el fortalecimiento de las alianzas públicas y privadas.