WASHINGTON — El jueves, el secretario de Estado Antony Blinken se reunió con el secretario de Relaciones Exteriores de México por segunda vez en poco más de un mes, ya que el gobierno de Joe Biden está reforzando su atención en América Latina debido a los niveles políticamente peligrosos de migración en la frontera sur de Estados Unidos.
Blinken acompañó a varios altos funcionarios del gabinete de Biden en un evento con el secretario Marcelo Ebrard; en términos oficiales era un “diálogo sobre seguridad de alto nivel”. Se promovió como una conversación sobre cómo proteger la salud y la seguridad de los ciudadanos estadounidenses y mexicanos, incluso contra traficantes de armas y drogas.
Sin embargo, fue inevitable que la inmigración se volviera la discusión central de la reunión, en un momento de inmensa migración en toda América Central y Sudamérica, un tema de explosiva resonancia política a menos de un mes de las elecciones de medio mandato.
Los funcionarios del gobierno de Biden escogieron sus palabras con cuidado al hablar sobre el tema sensible de la inmigración, evitando frases como “crisis fronteriza” y enfatizando que los efectos de la agitación social y económica en la región, causados en parte por la pandemia, no solo los resiente Estados Unidos.
La migración a niveles históricamente altos no es “exclusiva de la frontera de Estados Unidos con México, sino un desafío para todo el hemisferio”, declaró el fiscal general Merrick Garland, añadiendio que era “un fenómeno de todo el mundo. Ese número de personas desplazadas no tiene precedentes”.
La delegación estadounidense también incluyó a Alejandro Mayorkas, secretario del Departamento de Seguridad Nacional, y a Samantha Power, administradora de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés). En una sesión que duró varias horas, los funcionarios y sus homólogos mexicanos también hablaron sobre el tráfico ilegal de drogas y armas de fuego, la salud pública y el contrabando de personas.
El 12 de septiembre, Blinken lideró a otra delegación, que incluyó a la secretaria de Comercio Gina Raimondo, a Ciudad de México para sostener reuniones enfocadas en cuestiones económicas. Además, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, visitó al presidente Joe Biden en la Casa Blanca a mediados de julio.
Este otoño, los candidatos republicanos al Congreso están haciendo de las políticas fronterizas de Biden un tema central en sus campañas y acusan al presidente de no haber logrado detener el flujo de inmigrantes que entra al país sin permiso legal. Varios funcionarios del gabinete de Biden han trabajado para frenar la ola, con poco éxito.
No obstante, México ha tomado medidas recientes para al menos ayudar a mitigar el flujo. El miércoles, el gobierno de Biden anunció que aceptaría hasta 24.000 venezolanos a través de un plan de permiso humanitario que otorga un camino estrecho al estatus legalizado y que, a la vez, ampliaría su uso de una norma de salud pública para expulsar a México a los venezolanos que crucen la frontera estadounidense de manera ilegal. Estados Unidos no puede enviar a los venezolanos de vuelta a su país de origen debido a su tóxica relación con Washington.
México accedió a recibir a los venezolanos, quienes serán enviados de vuelta bajo la disposición conocida como Título 42, una medida de salud pública invocada durante la pandemia que, según muchos expertos, ya ha excedido su periodo plausible de aplicación. Cuando el gobierno de Biden anunció el nuevo plan para los venezolanos, también mencionó que añadiría casi 65.000 visados adicionales para trabajadores no agrícolas, muchos de los cuales beneficiarán a los mexicanos.
“Quienes traten de cruzar ilegalmente la frontera sur de Estados Unidos serán enviados de vuelta”, afirmó Mayorkas. “Quienes sigan el proceso legal que anunciamos ayer tendrán la oportunidad de viajar con seguridad a Estados Unidos y cumplir los requisitos para trabajar aquí”.
Aunque en el último año estuvo ocupado con la expansión militar inicial de Rusia y luego con la invasión de Ucrania, Blinken ha invertido cada vez más tiempo este otoño en América Latina.
Este mes, Blinken recorrió América del Sur, con paradas en Colombia, Chile y Perú, donde asistió a una reunión sobre migración en la cumbre de la Organización de los Estados Americanos, en la que los funcionarios regionales hablaron sobre los esfuerzos para atender las causas subyacentes de la migración a Estados Unidos.
Algo de particular preocupación para el gobierno de Biden es la ola inesperada de migrantes de Nicaragua, Cuba y Venezuela. Cuba y Venezuela son objeto de graves sanciones económicas de Estados Unidos, aunque el gobierno insiste en que las condiciones miserables dentro de esas fronteras son consecuencia de sus regímenes tiránicos e incompetentes.
En Bogotá, la capital de Colombia, Blinken visitó un centro de integración para migrantes, financiado por USAID, que ayuda a encontrar trabajo, atención médica y otras necesidades para algunos de los 2,5 millones de venezolanos que han cruzado la frontera entre estas naciones en años recientes. El objetivo es humanitario, según declaran los funcionarios estadounidenses, pero también es que los migrantes venezolanos estén lo suficientemente estables como para no querer viajar a México con el objetivo de cruzar hacia Estados Unidos.
“Guatemaltecos, hondureños, salvadoreños, haitianos, cubanos, venezolanos, nicaragüenses… son tantas las personas que se trasladan y crean un desafío tremendo para todos nosotros”, expresó Blinken en el centro.
El jueves, Blinken inició su intervención señalando que, el día anterior, la Asamblea General de la ONU había votado de manera abrumadora a favor de condenar la anexión por parte de Rusia de cuatro regiones parcialmente capturadas de Ucrania.
La resolución recibió 135 votos a favor, y solo Siria, Corea del Norte, Bielorrusia y Nicaragua se unieron a Rusia con un voto en contra. Treinta y cinco naciones se abstuvieron, entre ellas China y la India.
México apoyó la resolución. López Obrador ha criticado el apoyo militar de Estados Unidos para Ucrania y se ofreció a mediar diálogos de paz, aunque su iniciativa no ha recibido mucho apoyo.