El principal destino de las remesas familiares provenientes de Estados Unidos es la compra de alimentos, el pago de servicios básicos, mejora y equipamiento de la vivienda, compra de propiedades y gastos en salud y educación. O sea que la tendencia continúa casi igual que hace 12 años, cuando se realizó la primera investigación sobre el tema.
Según el “Estudio sobre el impacto en las familias guatemaltecas, ante el fenómeno de la migración irregular”, de World Vision Guatemala con el apoyo de Research Traingle Institute (RTI) y la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), el 63% de los familiares de migrantes que participaron en la investigación dijo haber usado los recursos de las remesas para la compra de alimentos, vestuario y servicios básicos; el 58% utilizó parte de esos recursos para mejorar la vivienda (reparaciones o ampliaciones); el 55% también lo empleó para la compra de propiedades (casas o terrenos); y el 53% adquirió diferentes equipos y aparatos.
Asimismo, 52% de encuestados invirtió dinero para atender salud (medicamentos o pago de servicios médicos); 48% lo usó para cubrir educación; 33% para compra de tecnología; 14% en emprendimiento (pequeños negocios, producción agrícola o similar); el 10% adquirió algún vehículo; un 2% pagó deudas; y un 2% reconoció haberlo malgastado en licor, drogas o juegos de azar.
El último estudio de este tipo fue la Encuesta sobre Remesas 2010, Protección de la Niñez y Adolescencia, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la cual arrojó que el 49.4% de las remesas se usaba para el consumo, de lo cual, 41.8% se destinaba a alimentación; el 18.4% se invertía en actividades económicas que generan valor agregado e ingresos a los hogares; el 20.4% se usaba para compra de bienes inmuebles, maquinaria, construcciones, seguros y ahorros; y el 11.9% se destinaba a salud y educación.