En otra parte del mundo podría haberse tratado de cualquier feria comercial: cientos de puestos coloridos que exhibían y vendían muebles, materiales de la construcción, ropa, papel reciclado, productos de vidrio, enlatados, chocolates y perfumes, además de ofrecer servicios de limpieza industrial o de robótica. La música era alta y había mucho bullicio.
Pero la cita en la capital de la nación caribeña se convirtió en un hecho novedoso por ser el primer encuentro masivo en el que participaron las pequeñas y medianas empresas (Pymes) en un predio estatal, autorizadas a constituirse hace apenas unos meses y luego de más de cinco décadas de no poder operar, en el marco de una economía en que el Estado era casi el único actor económico.
Ahora, en medio de un desabasto ocasionado por una mezcla de sanciones de Estados Unidos y el impacto de la pandemia del coronavirus —y que las autoridades cubanas reconocen que se manifiesta en la ausencia de producción de bienes y servicios para la población—, estos emprendedores apostaron por sacar adelante sus negocios.
“Estamos viviendo una cosa sin precedentes, al menos para la generación de nosotros”, dijo a The Associated Press el ingeniero César Santos, de 36 años, uno de los socios de la firma Lucendi SRL, que brinda servicios de instalaciones eléctricas, tanto a otros particulares como al Estado. “Estamos viendo otros negocios que ni sabíamos que existían”.
Santos nació 18 años después de que el Estado en la isla cerró o absorbió —en 1968— todos los pequeños comercios y talleres privados que quedaban tras la revolución de 1959, siguiendo entonces el ejemplo de sus aliados comunistas de la Europa del Este.
Un decreto muchas veces anunciado desde que comenzó una lenta apertura a la iniciativa privada en 2010 entró en vigor en septiembre de 2021, permitiendo la constitución de estas Pymes, que podrían tener hasta 100 empleados en casi todos los sectores económicos de la isla bajo la forma de Sociedades de Responsabilidad Limitada (SRL).
A lo largo de esos 10 años solamente se permitió a los trabajadores por cuenta propia, una suerte de autónomos pero sin el estatus legal —y las posibilidades— de las empresas.
El paquete de medidas que habilitó a las Pymes indicó que estas podían ser privadas —la mayoría de ellas actualmente— o estales —por ejemplo, dependientes de universidades— y mixtas, aunque prohibió algunas actividades, como la edición de periódicos o el ejercicio de arquitectos o abogados y otros profesionales en oficinas propias.
Además, amplió la posibilidad de desarrollo de las cooperativas, los proyectos de desarrollo local, y mantuvo para los oficios individuales la figura del trabajador por cuenta propia.
La feria de emprendedores, que se desarrolló esta semana en el estatal predio de Expocuba, en las afueras de la capital —y cerrará este domingo—, contó con unos 720 “actores económicos”, entre Pymes, cooperativas e independientes, informaron las autoridades.
En un recorrido de AP se vieron pabellones con dueños de negocio o dependientes ofreciendo toda suerte de productos agrícolas o semiindustriales, incluso algunos que faltan en las propias tiendas del país, como queso, yogur o materiales de construcción.
Las autoridades de la isla indicaron que darán espacio a estos emprendedores a fin de fomentar la producción nacional, aunque el modelo se continuará basando en la empresa estatal socialista que desarrollará los sectores estratégicos y se complementará con los privados.
“Tratamos de que todos se conozcan entre sí, que se generen los primeros encadenamientos” productivos, declaró a la AP Suleidis Álvarez, directora de Gestión del Municipio Plaza de la Revolución, al relatar como ejemplo el caso de una propietaria de una Pyme que fabrica bases de madera y que conoció a otro que produce los clavos que ella necesita.
En esta semana, ese Municipio Plaza —uno de los más céntricos de la capital— logró que sus emprendedores cerraran 14 contratos y se concertaran 30 citas para futuros acuerdos.
Algunos emprendedores expositores de la feria indicaron a la AP que todavía falta ajustar algunos mecanismos para desarrollarse como empresas, como las trabas bancarias que se le imponen, las dificultades para importar y exportar directamente o una dolarización creciente de la economía que les impide operar a plenitud.
Entre los empresarios había muchos jóvenes, un aspecto de interés en momentos en que, junto con el desabasto, la isla sufre una ola migratoria.
“Es realmente lamentable la crisis migratoria que estamos viviendo actualmente”, comentó el ingeniero Santos. “Sin embargo, nosotros estamos viendo oportunidades que están surgiendo con esto mismo de la empresa privada... Prefiero apostar por levantar mi negocio en el país de donde soy”.
En marzo, el Ministerio de Economía informó que se habían aprobado en todo el país —la mayoría en La Habana— desde septiembre pasado 2.614 Pymes privadas y 51 estatales, así como 40 cooperativas. Se generaron 42.879 nuevos puestos de trabajo.
La feria “debería repetirse anualmente. Es la oportunidad que tenemos, no sólo para conocernos, sino para encadenarnos, para poder avanzar en nuestra economía, saber las potencialidades que tiene nuestro país”, dijo a la AP, Dalieny Ortega, dueña de Cubelas SRL, una empresa especializada en servicio de limpieza y lavandería industrial.