El ex canciller uruguayo y actual secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), Sergio Abreu, sostuvo en entrevista con La Mañana que Uruguay se aferra a los principios del derecho internacional frente a la guerra en Ucrania. Además, subrayó la importancia de las Naciones Unidas como ámbito principal para la solución pacífica de las controversias y reclamó una mayor participación de China.
Desde el punto de vista de las relaciones exteriores y el derecho internacional, ¿cómo valorar la posición de Uruguay y los países de la región frente a la situación en Ucrania?
Yo analizo la posición que tiene el Poder Ejecutivo que es el que dirige la política exterior, es decir, el presidente con el canciller. Un país como el nuestro tiene que ser principista, pragmático y además analizar la situación en función de su interés nacional. En un mundo de asimetrías muy grandes de poder, los países más pequeños siempre tienen la fragilidad, como decía Luis Alberto de Herrera, de ser parte de un festín de leones.
¿Qué principios rigen en estos casos?
Son los principios generales de las Naciones Unidas. El principio de la integridad territorial, el no uso ni de la amenaza ni de la fuerza y la solución pacífica de las controversias. Esta es la garantía de que todos los temas sean dilucidados en el marco de una organización. Uruguay se aferra a estos principios del derecho internacional. El problema es cuando uno se afilia a los imperios de un lado o del otro, porque un día puede estar de acuerdo o no perjudicarse, pero otro día el antecedente puede ser perjudicial.
Ahí está por supuesto el principio de la no intervención en términos ya más declarados de la Asamblea General. El Consejo de Seguridad tiene como competencia la paz y la seguridad internacional y para eso establece que la integridad territorial tiene que ser respetada, es decir, no puede haber invasión de un país a otro, salvo que exista una causa específica o una respuesta que se aplique en legítima defensa de acuerdo a la normativa. Hay una equiparación con el derecho privado en aquello de la proporción de la respuesta, pero es una excepción. Siendo canciller yo tuve una discrepancia cuando la primera invasión a Irak por Estados Unidos, porque son violaciones del derecho internacional sin tener el fundamento adecuado de la legítima defensa.
La otra pregunta es, ¿por qué fracasó el acuerdo de Minsk? Porque esa es la principal salida en este tema. Algunos dicen que fue por intransigencia más de Ucrania, vaya a saber. Los cuatro países que formaron parte son Rusia, Ucrania, Francia y Alemania. Ahí es donde tendría que estarse trabajando, llevándolo también a las Naciones Unidas. Pero lo que no puede existir es un antecedente aceptado de que un país invada a otro que es sujeto de derecho internacional y miembro de ONU.
¿Es necesario que Uruguay se pronuncie en distintos foros?
A mí me alcanza con que Uruguay se pronuncie. El Poder Ejecutivo en su declaración y en las Naciones Unidas, que es el órgano competente. Después, otro tipo de circunstancias como las que sucedieron son aspectos anecdóticos.
Se refiere al comunicado en la OEA…
A mí no me corresponde juzgarlo, pero la solución ya estaba con la posición del Poder Ejecutivo y en Naciones Unidas donde el embajador Amorín fue muy claro. Lo que ha sucedido es la invasión al territorio ucraniano, es una violación del derecho internacional. Pero las declaraciones y la posición están medidas en lo que pueden resolver. El Mercosur tiene cláusula democrática y podría haberse pronunciado, pero reitero, el ámbito es las Naciones Unidas.
¿Uruguay puede contribuir desde el punto de vista humanitario en este conflicto?
Sí, porque está la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que funciona en términos generales. En todo lo que Uruguay participe tiene que hacer valer su voz y fundamentalmente en Naciones Unidas donde están representadas todas las naciones y donde está Ucrania que es un estado independiente con todos los derechos. Allí Uruguay tiene un enorme respeto, también por tener las fuerzas de paz más numerosas en proporción al número de habitantes.
Por otro lado, hay un problema de gobernanza, porque este es un modelo que proviene de la II Guerra Mundial. Ni Japón ni Alemania están en el Consejo de Seguridad, sin embargo, hay amenazas de rearme por parte de ambos. Hoy la gran crisis es cómo gobernás el mundo, porque se está causando una falta de credibilidad en los principios. Algunos dicen por el G-20, el G-7, el G-8, pero no, esos son atajos de políticas que tienen mayor agilidad en un momento. Hay que reorientar un nuevo sistema de gobernanza global.
¿Se podría empezar por reformar el Consejo de Seguridad?
Podrían los países replantear el tema. No hay olvidar que el Consejo de Seguridad posterior a la II Guerra respondió a la Guerra Fría y ahora no hay guerra fría, hay guerritas calientes por todos lados. Entonces, no es un enfrentamiento de carácter ideológico, es de carácter geopolítico y de fuerzas. El mundo ha cambiado en todos sus aspectos, no solo de armamento. Los países involucrados todos tienen armas nucleares.
¿Cómo analiza el panorama desde lo geopolítico? ¿Hay un problema de expansionismo?
Yo no creo que Rusia pueda recuperar territorio de la ex-URSS, porque al implosionar casi todos esos países se declararon independientes y son sujetos del derecho internacional en Naciones Unidas. El problema no es de expansión, es de no desmembramiento del viejo imperio soviético y ruso, es tratar de que no se les vayan.
El mundo siempre trató de solucionar los problemas con las grandes potencias y acá en el problema que tenemos hoy la gran potencia de China por ahora está afuera. Y es el primer exportador de bienes del mundo, el tercero de servicios, con un proyecto de crecimiento importante. ¿Por qué no actúa? Porque administra el derecho internacional de acuerdo a la proyección de su geopolítica. De cualquier forma, tengo la sensación que va a participar.
Y por otra parte, Kissinger advirtió hace pocos años que si la OTAN y Europa desarrollaban una confrontación muy fuerte con Rusia al final lo iban a arrojar a los brazos de China. Y así sucedió con una alianza estratégica de China y Rusia definida hace veinte días en un famoso comunicado.
Me preocupa Europa, que ha reaccionado unida; la posición de Turquía que es miembro de la OTAN pero no de la Unión Europea y la posición geopolítica de Ucrania que es clave, es el Rus, porque Rusia nace con Bielorrusia y Ucrania. Y ahí está el Mar Negro que siempre fue el tema más importante, por eso la ocupación de Crimea. También está el tema del gas por un lado, la ruta de la seda por otro que va a modificar las corrientes del comercio.
Como secretario de Aladi, ¿qué repercusiones económicas puede tener este conflicto para los países de la región?
Son muy importantes. Primero en lo global, porque la guerra tiene una correlación siempre muy directa con la inflación. No hay guerra sin inflación. También hay una huida de los capitales, que se van a refugiar sobre todo en el oro, eventualmente en el franco suizo y en las letras de la tesorería de Estados Unidos. Eso se atrae con las tasas de interés. Todo esto tendrá una enorme fuerza sobre el comercio en general y también sobre la inversión. Hay que fijarse qué repercusión puede tener la apreciación del dólar en nuestras deudas externas.
Pero además de eso hay aspectos del comercio. Este lunes me reuní con el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA) para analizar el impacto que va a tener sobre la cadena agropecuaria. El 25 o 30% de los fertilizantes que importa Brasil son rusos. Y Ucrania es uno de los grandes exportadores de trigo. Hay que ver dónde están los precios del trigo, los fertilizantes y el petróleo. Para un continente como el nuestro, el más desigual del planeta, donde la pequeña y mediana empresa tienen entre el 80 y 85% del producto, un impacto de esta naturaleza te hace perder competitividad. Además, un bloqueo económico, comercial, un corrimiento de los capitales te va creando una situación de desventaja frente a la inversión, frente al comercio y frente a la competitividad. Hay países que lo van a sufrir más y otros menos.