Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), reiteró su llamado a enfrentar con mayor integración y cooperación regional las profundas asimetrías que se observan entre los países desarrollados y en desarrollo en términos de su “capacidad de respuesta de políticas macroeconómicas, productivas, sociales y de salud” ante la crisis, durante la XXXVI Asamblea Ordinaria del Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino), con sede permanente en Panamá.
América Latina y el Caribe fue la región en desarrollo más afectada por la crisis del COVID-19 y la que más lentamente se recuperará, explicó Bárcena durante una conferencia magistral realizada de forma virtual denominada “Panorama de América Latina y el Caribe en función de la pandemia de COVID-19”.
Las economías avanzadas -que han mantenido los impulsos fiscales, aprovechando condiciones favorables de financiamiento- serían las únicas que retomarían en 2022 la trayectoria de crecimiento prevista antes de la pandemia; las emergentes, entre ellas las de la región, lo harían recién en 2025, precisó. “Entre enero y septiembre de 2021, los países avanzados anunciaron nuevas medidas del orden de 2,5 billones de dólares versus 330.000 millones en mercados emergentes”, indicó.
“Los problemas estructurales que por décadas han limitado el crecimiento económico de América Latina y el Caribe, entre ellos los bajos niveles de inversión y de productividad, se han agudizado producto de la pandemia y limitarán la recuperación de la actividad económica de la región, más allá del repunte de 2021”, aseguró.
El producto interno bruto (PIB) de la región se expandió 6,2% en 2021, impulsado principalmente por el consumo, al cual se sumaron las exportaciones y la formación bruta de capital fijo (asociada especialmente a las industrias extractivas). Se trata de una “euforia efímera”, según Bárcena, ya que para 2022 se espera una desaceleración del crecimiento (2,1%), lo que calificó como sumamente preocupante.
Respecto a la inversión sobre el PIB en la región, indicó que esta representó solo el 19,5% en 2021, porcentaje significativamente menor al promedio mundial (26,8%). “El reto de la política fiscal en los próximos años es mantener el gasto público procrecimiento en un contexto de sostenibilidad fiscal”, dijo y advirtió que “el incremento en el pago de intereses durante los últimos años ha reducido el espacio para otros gastos prioritarios”.
En este sentido, Bárcena planteó la necesidad de aumentar los niveles de recaudación y mejorar la estructura tributaria, así como de priorizar la inversión en sectores estratégicos como el ambiental, digital, de transporte y de cuidado, impulsando el empleo y la igualdad de género. “El gasto púbico debe ser guiado por una mirada estratégica”, resaltó y especificó que “la inversión pública debe aprovecharse para atraer inversión privada (crowding-in) y orientar los incentivos fiscales hacia energías renovables, descarbonización, inclusión digital e investigación y desarrollo”.
“La región enfrenta un contexto externo menos favorable y de fuerte desaceleración del crecimiento, menor espacio fiscal, presiones inflacionarias y volatilidad cambiaria”, resumió Bárcena y reiteró que la “recuperación” económica en 2021 no ha sido suficiente para mitigar los efectos sociales y laborales de la pandemia, que han recaído especialmente sobre las mujeres.
Como consecuencia de la crisis sanitaria y social prolongada del COVID-19, la tasa de pobreza extrema en América Latina habría aumentado del 13,1% de la población en 2020 al 13,8% en 2021, un retroceso de 27 años, mientras que se estima que la tasa de pobreza general habría disminuido levemente, del 33,0% al 32,1% de la población, de acuerdo con el informe Panorama Social de América Latina 2021.
“La desigualdad también aumentó entre 2019 y 2020 y se quebró una tendencia
decreciente que venía observándose desde 2002. Esto se aúna a una crisis silenciosa en la educación, con problemas de continuidad, brechas de aprendizaje y 3,1 millones de estudiantes en riesgo de abandono, lo que hace imperativo el retorno seguro a clases presenciales”, apuntó.
Para el control de la pandemia, Bárcena llamó a los países de la región a implementar el Plan de autosuficiencia sanitaria aprobado por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y preparado por la CEPAL. "El desafío sigue siendo implementar planes masivos de vacunación y fortalecer el sistema de salud primaria", en un contexto en que 26 de los 33 países de la región no han vacunado al 70% del total de la población, dijo.
“La pandemia es una oportunidad histórica para un nuevo pacto social que brinde protección, certidumbre y confianza. La desigualdad conspira contra la recuperación, contra el bienestar”, subrayó Bárcena y agregó que “el rol del Estado ha sido esencial y deberá serlo para implementar políticas fiscales, monetarias, sociales y ambientales coordinadas”.
En este marco, dijo, “la participación y acceso a la información fortalecen la confianza en las decisiones del Estado”.
Bárcena también instó a revitalizar el multilateralismo, incluyendo la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional que apoye los espacios de política y la inversión en los países en desarrollo, así como la integración y cooperación entre los países latinoamericanos y caribeños a través de mecanismos regionales, como la CELAC, y subregionales, como el SICA, la Alianza del Pacífico y el Mercosur.
En América Latina y el Caribe, el comercio intrarregional nunca ha representado más del 21% de las exportaciones totales y en 2020 representó el 12%, el nivel más bajo que se registra desde mediados de la década de 1980, observó.
Se requieren planes de recuperación basados en inversión, empleo y sostenibilidad ambiental y avanzar en la construcción de una sociedad del cuidado, concluyó.