Las organizaciones internacionales (OI), al igual que los cuerpos vivos, sufren trasformaciones a lo largo del tiempo y del espacio. Su vigencia y su capacidad de contribuir con los objetivos fundacionales depende en gran medida de su capacidad de adaptación ante los nuevos retos y a la vigencia de los mandatos originales que le dieron sentido en un momento determinado.
Siempre es un ejercicio importante evaluar la vigencia de las organizaciones a luz de contribución que pueden dar independientemente de su vocación o naturaleza. No dejan de haber escépticos que afirman que muchos OI han dejado de ser eficientes y poco contribuyen a los objetivos originarios, pensemos por ejemplo en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuyo mandato fue el de preservar a paz luego de la terrible experiencia que vivió el planeta durante la segunda guerra mundial.
Sin embargo, el inventario de sucesos bélicos que han originado y aún se mantienen a pesar de la ONU generan dudas sobre su capacidad, pero, por el contrario, se nos olvida preguntar precisamente, ¿Cuántos conflictos se han reducido a su mínima expresión gracias a la actuación de los mecanismos de mantenimiento y de preservación de la Paz con los que cuenta esa organización? A lo largo del tiempo y no sin sus respectivas deficiencias y dificultades el propio sistema de las Naciones Unidas ha logrado impulsar extraordinarios programas, que sin bien muchas veces no logran los objetivos esperados debido a razones exógenas, nos dan garantía de un mundo con mayores opciones para superar muchas de las dificultades mundiales.
Pocos ponen en duda la importancia del multilateralismo como la herramienta para buscar equilibrar todas las visiones, aspiraciones, encuentro de culturas en la búsqueda permanente de frenar las tendencias perversas del mundo, sean estas bélicas, políticas sociales y/o económicas a las que la humanidad está permanentemente sometida, por ello y en el caso de interés de la presente nota, evaluar la vigencia del SELA en la actual coyuntura regional (2022) y a la luz de las dificultades que atraviesa la región especialmente a raíz de la pandemia(COVID19) considero es una buena oportunidad para enfrentar los retos por delante y la capacidad del organismo de contribuir al desarrollo de la región.
El leit motive desde la creación del SELA ha estado dirigido a promover un sistema de consulta y coordinación para concertar posiciones y estrategias comunes de América Latina y el Caribe(ALC), en materia económica, ante países o grupos de naciones, foros y organismos internacionales e impulsar la cooperación y la integración regional. Como le decíamos en una anterior entrega, no hay quien dude de que el SELA al igual que otros organismos latinoamericanos y caribeños necesitan ajustarse a los nuevos retos. Hay que evitar el solapamiento o la duplicación de mandatos que muchas veces se repiten por lo parecido de la naturaleza entre los organismos.
Cuando los países de ALC se reunieron para crear este sistema regional partían del principio que era necesario establecer un mecanismo permanente de cooperación económica y social intrarregional, de consulta y coordinación de las posiciones de la América Latina, tanto ante los organismos internacionales como ante terceros países y agrupaciones de países.
Aunque para aquel momento (1975) la dinámica de las relaciones internacionales, en los campos económico y social, no era la misma que la de la actualidad, tiempo en el que se está frente a nuevos desafíos, la región igualmente necesita trabajar en conjunto y alcanzar sinergias entre los países y otros sistemas regionales latinoamericanos para alcanzar un sistema permanente e incluyente que asuma los acuerdos y principios de integración que han acordado la mayor parte de los países latinoamericanos. Aún es imprescindible propiciar una mayor unidad de las naciones de la América Latina, para garantizar acciones solidarias en el terreno de la cooperación económica y social intrarregional, acrecentar su poder de negociación y asegurar que ocupe el lugar que legítimamente le corresponde en el seno de la comunidad internacional y sin duda un organismo como el SELA tiene la capacidad institucional y el mandato para lograrlo.
A pesar de los vaivenes, diferencias políticas e ideológicas a lo largo de los años se hace necesario igualmente, después de 47 años de su creación, un sistema permanente de coordinación intrarregional, de consulta y de cooperación de la América Latina. Tema fundamental del espíritu creador y totalmente vigente es fortalecer y complementar los diversos procesos latinoamericanos de integración, mediante la promoción conjunta de programas y proyectos específicos de desarrollo.
II.- Tal como lo indica el acta constitutiva, son propósitos fundamentales del SELA: a) promover la cooperación intrarregional, con el fin de acelerar el desarrollo económico y social de sus miembros; b) promover un sistema permanente de consulta y coordinación para la adopción de posiciones y estrategias comunes sobre temas económicos y sociales, tanto en los organismos y foros internacionales como ante terceros países y agrupaciones de países.
Tal como reza la carta constitutiva, las actividades del SELA se basarán en los principios de igualdad, soberanía e independencia de los Estados, la solidaridad y la no intervención en los asuntos internos, y el respeto a las diferencias de sistemas políticos, económicos y sociales. Asimismo, las acciones del SELA deberán respetar las características propias de los distintos procesos de integración regional y subregionales, así como sus mecanismos fundamentales y su estructura jurídica.
Tal como lo establece el artículo 5 del instrumento en comento; los objetivos del SELA son: 1. Promover la cooperación regional, con el fin de lograr un desarrollo integral, autosostenido e independiente particularmente mediante acciones destinadas a: a) Propiciar la mejor utilización de los recursos humanos, naturales, técnicos y financieros de la región, mediante la creación y fomento de empresas multinacionales latinoamericanas. Dichas empresas multinacionales latinoamericanas podrán constituirse con aportes de capital estatal, paraestatal, privado o mixto, cuyo carácter nacional sea garantizado por los respectivos Estados miembros y cuyas actividades estén sometidas a la jurisdicción y supervisión de los mismos; b) Estimular niveles satisfactorios de producción y suministro de productos agrícolas, energéticos y otros productos básicos, prestando especial atención al abastecimiento de alimentos, y propiciar acciones encaminadas a la coordinación y suministro, con miras a lograr una política latinoamericana en esta materia; c) Impulsar en la región la transformación de materias primas de los Estados Miembros, la complementación industrial y la exportación de productos manufacturados; d) Sin perjuicio de prestar todo el apoyo necesario a los sistemas y mecanismos de coordinación y defensa de los precios de las materias primas a los que ya pertenezcan países del área, diseñar y reforzar mecanismos y formas de asociaciones que permitan a los Estados Miembros obtener precios remuneradores, asegurar mercados estables para la exportación de sus productos básicos y manufacturados y acrecentar su poder de negociación; e) Mejorar la capacidad de negociación para adquisición y utilización de bienes de capital y de tecnología; f) Propiciar la canalización de recursos financieros hacia proyectos y programas que estimulen el desarrollo de los países de la región; g) Fomentar la cooperación latinoamericana para la creación, el desarrollo, la adaptación e intercambio de tecnología e información científica, así como el mejor desarrollo y aprovechamiento de los recursos humanos, educativos, científicos y culturales; h) Estudiar y proponer medidas para asegurar que las empresas transnacionales se sujeten a los objetivos del desarrollo de la región y a los intereses nacionales de los Estados Miembros, así como intercambiar información sobre las actividades que dichas empresas desarrollen; i) Promover el desarrollo y coordinación del transporte y las comunicaciones, especialmente en el ámbito intrarregional; j) Promover la cooperación en materia turística entre los países miembros; k) Estimular la cooperación para la protección, conservación y mejoramiento del medio ambiente; i) Apoyar los esfuerzos de ayuda a los países que afronten situaciones de emergencia de tipo económico, así como las provenientes de desastres naturales; m) Cualesquiera otras acciones afines a las anteriores que coadyuven a lograr el desarrollo económico, social y cultural de la región.
2) Apoyar los procesos de integración de la región y propiciar acciones coordinadas de éstos, o de éstos con Estados Miembros del SELA y en especial aquellas acciones que tiendan a su armonización y convergencia, respetando los compromisos asumidos en el marco de tales procesos; 3) Promover la formulación y ejecución de programas y proyectos económicos y sociales de interés para los Estados Miembros; 6 Secretaría Permanente del SELA 4) Actuar como mecanismo de consulta y coordinación de América Latina para formular posiciones y estrategias comunes sobre temas económicos y sociales ante terceros países, agrupaciones de países y en organismos y foros internacionales; 5) Propiciar, en el contexto de los objetivos de cooperación intrarregional del SELA, los medios para asegurar un trato preferente para los países de menor desarrollo relativo y medidas especiales para los países de mercado limitado y para aquellos cuya condición mediterránea incide en su desarrollo, teniendo en cuenta las condiciones económicas de cada uno de los Estados miembros.
Todos estos mandatos y los enunciados anteriormente igualmente vigentes y que son producto del realismo, deben superar un escollo fundamental que se ha convertido en el generador de obstáculos a los avances integradores de la región, esto es en mi opinión, la polarización e ideologización de las relaciones regionales que debilitan la institucionalización del proceso de integración económica, la concertación de esfuerzos negociadores y desarrollo de políticas institucionales que le den preponderancia al cumplimiento de los acuerdos que se mitigan por las visiones pendulares que se van generando en los gobiernos de turno.
No se trata de homogenización ideológica sino de fortalecimiento institucional en puntos de encuentro que son, en definitiva, instrumentos jurídicos y buenas prácticas que garantizan la progresión hacia el desarrollo de los países de la región. Solo instituciones fuertes con sistemas de solución de controversia impenetrables y diáfanas que limiten la injerencia unilateral a las decisiones comunitarias podrá garantizar que independientemente del movimiento del péndulo político no se debilite la estructura integradora de nuestra región.
La aplicación de la normativa comunitaria por encima de regulaciones locales y el fiel cumplimiento por parte de los países son la garantía de fortalecimiento de los cimientos integracionistas regionales a través de los distintos mecanismos existentes, entre estos la CAN, Mercosur, Alianza del Pacifico, SICA, CARICOM, OECO, ALADI, entre otros.
El catedrático y especialista en temas de integración Félix Arellano, refiriéndose a esta misma premisa en un trabajo bajo el título de “ Ideologías Paralizantes “ , señala como el territorio latinoamericano y caribeño está tan desintegrado en estos tiempos, que importantes proyectos de integración con solida institucionalidad jurídica se estancan ante la fragmentación política y por ello se atan los procesos técnicos de la integración excluyendo a la región de “ las potenciales oportunidades del mundo global ,en particular de las cadenas globales de valor". Sin duda esta realidad da aun mayor vigencia al Sistema Económico Latinoamericano (SELA) como instrumento necesario en nuestra región para la articulación regional ante los diferentes esfuerzos y mecanismos que existen en Latinoamérica y el Caribe.
*Embajador de carrera y Director de Relaciones para la Integración y Cooperación del SELA