Varias investigaciones sostienen que la salud, educación, alimentación, empleo y el acceso a los servicios públicos son las principales necesidades que se le deben garantizar a una sociedad, y cuando alguno de estos falta, el desarrollo de la misma se puede ver severamente afectado, poniendo en desventaja a algunos grupos sociales, especialmente a los pobres y vulnerables.
Las estadísticas indican que, en América Latina, las personas que viven en sectores populares o urbanos (que son una amplia mayoría) tienen un acceso limitado a los sistemas de salud pública, educación gratuita, y empleos formales que les permita tener una economía estable que fortalezca las bases de un hogar y les garantice una buena alimentación, y calidad de vida, por lo que, estos podrían ser uno de los problemas más grandes a los que se deben enfrentar las personas más vulnerables a diario.
Sin embargo, los números más preocupantes se dirigen hacia la informalidad laboral. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en América Latina al menos 158 millones de personas no tienen un empleo formal que les garantice un salario fijo mensual, y además todos los beneficios de la ley, incluyendo seguridad social, acceso a créditos, o seguros médicos. Además, el organismo calcula que cerca de 90% de la fuerza laboral de los países de bajos ingresos cayó en informalidad mientras que, en los países de ingreso medio, el dato fue de más de dos tercios.
En líneas generales, el 10% más rico en América Latina concentra una porción de los ingresos mayor que en cualquier otra región (37%), mientras que el 40% más pobre recibe la menor parte (13%), destacó el informe de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Eric Parrado, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo destacó que en la región “el contrato social está fracturado en muchos niveles. Los pobres se encuentran más vulnerables al cambio climático, reciben una peor educación y cuidado de salud y los programas gubernamentales para redistribuir los ingresos son menos efectivos en la región que en otras regiones. Como resultado, nuestras escuelas y ciudades están segregadas por ingresos en niveles que no se ven en otras partes”.
América Latina es la región más desigual del mundo, según lo dicho por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Por la misma línea sigue el director del PNUD para ALC, Luis Felipe López-Calva, quien dijo que, en la región, el 20% más pobre de la población se queda con cerca de 4% de su ingreso total, mientras que el 20% más rico se queda con casi la mitad de todo lo que ganan.
Otro factor que incide en el crecimiento de la vulnerabilidad de América Latina y el Caribe es que la región también es hoy una de las más urbanizadas del mundo. Sin embargo, este crecimiento se desarrolló de forma “desordenada y con la ausencia de políticas de Estado” que pudieran garantizar su buen desenvolvimiento en cuanto a la prestación de servicios, sobre todo, en los sectores de educación o salud.
Para el Banco Mundial. "los avances sociales y económicos de Latinoamérica durante la última década no vinieron acompañados de una mejor planificación de las grandes urbes, y algunos resultados visibles son el caótico transporte privado y público, la rápida urbanización sin respeto a los códigos de construcción, la deficiente provisión de servicios públicos, y la tugurización de los espacios, entre otros”.
La entidad, ha dejado saber que este factor genera amenazas en la seguridad en las ciudades en cuanto a las afectaciones que las mismas puedan recibir a causa de los desastres naturales, debido la “construcción improvisada: por ejemplo, al construir casas en montañas con riesgo a deslizamientos o a la vera de ríos que suelen desbordarse después de fuertes lluvias”.
Esto, para una región que gasta al menos 2.000 millones de dólares anuales por las consecuencias de los fenómenos naturales, es una situación “bastante preocupante” a la que la mayor parte de los habitantes de las ciudades están expuestos, pero “son los más pobres quienes se llevan la peor parte, ya que generalmente viven en casas más precarias y desprotegidas”, destacó el BM.
Según Naciones Unidas, alrededor de 111 millones de latinoamericanos viven en barrios marginales. A su vez, la Cepal estima que dos tercios de la población latinoamericana vive en ciudades de 20.000 habitantes o más y casi un 80% en zonas urbanas.