A medida que las personas migrantes realizan las labores más peligrosas, el trabajo es más seguro para las personas nativas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Y México es uno de esos países donde la población inmigrante tiene mayor riesgo de sufrir lesiones ocupacionales mortales, advierte.
En éste y otros territorios de recepción, “los centroamericanos tienen 45% más de probabilidades” de padecer un accidente o una enfermedad de trabajo que les quite la vida. A su vez, la inmigración mexicana en Estados Unidos “explica el 26% de la disminución de accidentes laborales entre los trabajadores” de ese país.
La población extranjera, principalmente la indocumentada, está sobrerrepresentada en los trabajos sucios, peligrosos y difíciles (llamados 3D, por sus siglas en inglés), señala el reporte Muertes ocupacionales entre trabajadores migrantes internacionales: Revisión global de las fuentes de datos. Por ello “tienden a correr un mayor riesgo de lesiones y enfermedades ocupacionales, incluidas las fatales, que los trabajadores nativos”.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que casi 2 millones de personas mueren cada año por accidentes y enfermedades laborales. También indica que las trabajadoras y los trabajadores migrantes internacionales representan 4.7% de la fuerza laboral mundial, aunque en América del Norte esta proporción supera el 20 por ciento.
Pero a los riesgos tradicionales de los trabajos 3D hay que sumarle el contagio de covid-19. La pandemia les ha afectado de forma diferenciada, pues son “más vulnerables debido a su inserción laboral precaria, el menor acceso a los sistemas de protección social, la carencia de redes de apoyo”, la discriminación y la exclusión legal, indica el informe Panorama Social de América Latina 2021 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
De la población migrante en Estados Unidos, los hombres indocumentados han sido más hospitalizados y también han fallecido en mayor proporción, de acuerdo con el último de los informes Vulnerabilidad covid-19 por estatus migratorio, elaborado por el Departamento de Seguridad de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés).
El 50% de los casi 11.5 millones de personas migrantes con estatus de “no autorizada” en ese país proviene de México, señala el documento del DHS de febrero de 2021.
El informe de la OIM indica que “hay una falta de datos confiables sobre muertes ocupacionales entre los trabajadores migrantes en gran parte del mundo”, a pesar de que “desempeñan un papel clave en las economías de muchos países de todo el mundo”.
Alrededor de 164 millones de personas en movilidad a nivel global ocupan puestos en la agricultura, la construcción, la manufactura, el trabajo doméstico y el cuidado de la salud. “Las remesas a países de ingresos bajos y medianos ascendieron a más de 554,000 millones de dólares en 2019, lo que fortaleció a algunas economías pequeñas con hasta un 40% de su Producto Interno Bruto (PIB).
Aunque estimulan el desarrollo económico en los países a los que llegan y mejoran las condiciones de vida de las familias y sociedades que dejan, el costo de migrar y de enfermar por el trabajo a menudo lo asumen las trabajadoras y los trabajadores, dice la OIM. Pero el pago más alto es el de hacerlo con su propia vida, lamenta.
Las muertes de esas personas “se producen debido a la explotación de su precaria situación jurídica y la exclusión de las protecciones estatales”, apunta el informe del organismo internacional de migración.
La construcción, la manufactura, la minería y la agricultura son sectores con altos riesgos ocupacionales, y son los que más emplean la fuerza de trabajo migrante, sostiene.
Una actividad no regulada e informal que aprovecha la mano de obra migrante femenina es el empleo doméstico. De acuerdo con la OIM, la principal actividad en la que encuentran cabida las mujeres migrantes guatemaltecas es el trabajo del hogar remunerado.
Este sector, el doméstico, “plantea riesgos especiales. Además de las largas jornadas, el trabajo pesado y las actividades repetitivas, la exposición a agentes químicos de limpieza, las trabajadoras del hogar son vulnerables a la explotación, el abuso y la violencia”.
Si viven en los hogares de sus empleadores el riesgo laboral aumenta. “Las restricciones a la movilidad y el aislamiento social también contribuyen a la mala salud mental. En Líbano, un proyecto no gubernamental registró 113 muertes de trabajadoras domésticas migrantes entre 2010 y 2019 por suicidios, caídas de edificios residenciales (posiblemente suicidios, intentos de fuga, accidentes u homicidios) y asesinatos”.
Otros peligros de muerte y lesiones en el trabajo se deben que la población migrante está más expuesta a laborar en temperaturas extremas, industrias con alta exposición a pesticidas, químicos y toxinas y aquellas con altas demandas físicas. Es más probable también que hayan encontrado empleo en sectores precarios, apunta el informe de la OIM.
Las “barreras lingüísticas, culturales y sociales, la discriminación, derechos laborales limitados y el acceso inadecuado a la atención médica y otras protecciones sociales también aumentan la vulnerabilidad. Los esquemas estrictos de visas de empleados como el sistema kafala exponen a los migrantes a un mayor riesgo de abuso y explotación”.
Diversas organizaciones sociales, como el Centro de Derechos del Migrante (CDM), han llamado la atención desde hace año sobre el programa de visas estadounidenses H2A y H2B. Con ese esquema de trabajo personas de México pueden laborar en ese país de manera temporal y regular en el campo o en actividades no calificadas.
No obstante, una vez en Estados Unidos, no pueden cambiar de trabajo, lo que les obliga a soportar condiciones precarias y peligrosas para su salud e integridad, incluidos el acoso y hostigamiento sexual contra las mujeres principalmente.
“Un estudio sobre la tasa de lesiones ocupacionales mortales en los Estados Unidos de América entre 2003 y 2010 encontró que los trabajadores nacidos en el extranjero tenían un 15% más de probabilidades de morir que los trabajadores nativos y tenían más probabilidades de verse afectados en una etapa más temprana de su vida laboral”, dice la OIM.
Y si había dudas sobre los peligros que corre esta población, “la pandemia de covid-19 ha revelado a los trabajadores migrantes como esenciales y marginados. Son vulnerables tanto a los impactos en la salud como a las implicaciones socioeconómicas de la pandemia”.
Las restricciones de movilidad en la mayor parte del mundo “han afectado de manera desproporcionada los medios de vida de los trabajadores estacionales, temporales o transitorios y sus familias, en particular los que se encuentran en situaciones irregulares”, advierte el organismo.