Pensar la migración como un derecho y la integración como una posibilidad de construir desde la diferencia, abre la posibilidad de disminuir los niveles de xenofobia en el país. Distintas voces oficiales y de la sociedad civil se reunieron en el conversatorio “La xenofobia, un reto para la integración y el acceso a los derechos de la población migrante de Venezuela” para discutir sobre el tema.
Con un evento presencial desde Bogotá, con trasmisión virtual a través de todas las plataformas de este diario, la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD) abrió un espacio para discutir sobre la migración venezolana y la xenofobia en Colombia, en el marco de la presentación de los avances y resultados del programa Integrando Horizontes, un proyecto de tareas han sido la reconstrucción del tejido social y la integración socioeconómica y cultural de la población migrante venezolana, dando una mirada hacia la xenofobia que afecta dichos esfuerzos. El conversatorio “La xenofobia, un reto para la integración y el acceso a los derechos de la población migrante de Venezuela” reunió a pensadores, analistas, empresas privadas ya representantes internacionales y nacionales para discutir sobre el tema.
La movilidad humana, el fenómeno de la migración, es una problemática constante que no cesará. La búsqueda de mejores condiciones de vida, de un espacio donde se pueda vivir en dignidad, implica, entonces, trabajar desde una perspectiva a largo plazo, superando la mirada de la nacionalidad y centrando los esfuerzos en la integración y conformación de comunidades, desde la condición humana y el entendimiento del otro. La articulación entre la cooperación internacional, las entidades públicas y privadas (en todas las escalas) y la sociedad civil es esencial, pues la integración socioeconómica y cultural es fundamental en la atención a la población migrante, en el desarrollo de estrategias que hagan posible la creación de condiciones de vida sostenibles y dignas, además de ser un factor primario en desmontar la xenofobia,
Lucas Gómez García, gerente de Fronteras, comenta que, aunque Colombia no estaba preparado para recibir la ola migratoria a la que se enfrenta hoy en día, pues ha sido un país más expulsor que receptor de personas, acoger a la población migrante se ha convertido en una política de Estado que exige el trabajo coordinado entre el gobierno nacional y local con las instituciones y la sociedad civil, desde organizaciones sociales y la empresa privada. El funcionario enfatizó en la necesidad de difundir más historias humanas, de multiplicar las acciones positivas para disminuir la xenofobia que existe en el país, pues ante la responsabilidad compartida de acoger a los migrantes venezolanos, la comunicación es un asunto clave.