El embajador argentino ante el Mercosur, Mariano Kestelboim, sostuvo el domingo que el bloque regional "necesita un nuevo Arancel Externo Común (AEC) que se ajuste a las características productivas actuales" y que, a su vez, "promueva el desarrollo de capacidades regionales".
En diálogo con la agencia de noticias argentina Télam, Kestelbom afirmó que el Mercosur "es beneficioso" para los países más chicos del bloque más allá de los planteos que postulan la necesida de poder negociar de manera directa y destacó que, por cómo se asocian los países a nivel global, "es muy difícil avanzar exitosamente con estrategias individualistas".
Kestelboim es economista y también embajador ante la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), entidad integrada por los países de América del Sur (excepto Guyana y Surinam) más México, Cuba y Panamá.
- Télam: ¿Por qué Argentina considera necesario rediscutir el Arancel Externo Común (AEC) del Mercosur?
- Mariano Kestelboim: El AEC empezó a regir hace poco más de 25 años y desde entonces no ha tenido ningún tipo de modificación integral, solo algunas muy parciales. Mientras tanto, en estas últimas dos décadas y media la estructura productiva local, de nuestros vecinos y el comercio internacional sufrieron modificaciones sustanciales y eso lógicamente amerita una revisión a nivel integral del AEC.
Hay sectores en la matriz productiva industrial que hay que abandonar y entonces seguir aplicando aranceles ahí no es lo más conveniente desde el punto de vista de estímulo a la producción.
Mariano Kestelboim
- T: En concreto, ¿cuáles serían esas características globales nuevas que hacen necesaria una actualización del AEC?
- MK: A partir del avance en los sistemas de control y el desarrollo de las TICs surgieron fundamentalmente en Asia -y específicamente en China- mega empresas industriales con capacidades productivas que hace 30 años eran impensadas. Esto implicó que las escalas mínimas óptimas crecieran notablemente en industrias como por ejemplo la química, la farmacéutica, la plástica, que hoy tienen enormes economías de escala y barreras a la entrada casi infranqueables. De esta forma, hace 25 o 30 años podíamos pensar en tener capacidad productiva en algunos rubros en los que ahora ya no podemos competir.
En otras palabras, hay sectores en la matriz productiva industrial que hay que abandonar y entonces seguir aplicando aranceles ahí no es lo más conveniente desde el punto de vista de estímulo a la producción. En este marco, creemos que es muy oportuno revisar la estructura del AEC y hacer modificaciones.
- T: Si están de acuerdo en modificar el AEC, ¿por qué se oponen a la propuesta de Brasil?
- MK: Nos parece que una propuesta de reducción lineal y transversal como propone Brasil no tiene en cuenta estas modificaciones estructurales de capacidades productivas y de comercio internacional que ameritan una modificación del AEC más ambiciosa en el sentido de incrementar los escalonamientos. Si hacemos una modificación simplemente en forma transversal del 10% para todas las posiciones, no vamos a estar impactando con toda la fuerza necesaria para estimular el desarrollo productivo. No es lo mismo cobrar un arancel a tecnología que mejore la producción local que a un bien sustituto de alguno que se produce acá. En el primer caso puede ser positivo, en el segundo se desalienta la fabricación autóctona. Avanzar con la propuesta brasileña sería desperdiciar una oportunidad, ya que no es fácil reunir a los 4 países para discutir y modificar el AEC integralmente.
- T: ¿La propuesta Argentina implica una modificación más selectiva?
- MK: Sí. Lo que se busca es generar un mayor escalonamiento en el nivel de agregación de valor. Es decir, donde en la región hay capacidad productiva, no hacer reducciones arancelarias; en cambio, en los bienes y servicios que no fabricamos y que necesitamos importar para volver más competitiva la producción deseamos que haya una rebaja arancelaria. Donde no hay capacidad productiva para desarrollar, no obstaculizar las importaciones. Este es el camino que aplicaron las economías desarrolladas.
- T: ¿Y cuál es el beneficio en todo esto para un país más chico y con menos industria como Uruguay? Lacalle Pou dijo en la última cumbre regional que el Mercosur se convirtió en un lastre para el desarrollo de ellos.
- MK: La interconexión que tienen las economías más chicas es muy alta, el grado de interdependencia en el comercio y la producción, el intercambio de servicios es muy alto. En la medida que mejora el desarrollo productivo, eso impacta positivamente en el resto de los países. Hay que tener una mirada integradora.
- T: Si esto es así, la propuesta uruguaya de flexibilizar el sistema de relacionamiento externo para que cada país del bloque negocie acuerdos en forma independiente tampoco los beneficiaría mucho...
- MK: Por cómo se asocian los países a nivel global es muy difícil avanzar con estrategias individualistas. Se requiere mayor poder de mercado para negociar e imponer condiciones, o al menos que las que te impongan no sean tan duras. Los regionalismos tienen mucho más peso hoy que hace 25 años. Las economías pequeñas o medianas necesariamente tienen que articularse entre sí para defenderse. El planteo de Uruguay de buscar una salida independiente no parece robustecerlos.
- T: ¿Por qué Uruguay propondría algo que no lo favorece?
- MK: Uruguay tiene como ejemplo el de Chile. Observa que la economía chilena ha tenido una performance relativamente buena sin participar fuertemente en ningún acuerdo regional. No obstante, creo que no se tienen en cuenta los recursos minerales de la economía trasandina, la participación estatal en su explotación y su posición geopolítica a nivel global. La realidad de Chile no es extrapolable porque las características son distintas.