Según estimados del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en América Latina y el Caribe, con sede en esta ciudad, la cifra podría aumentar en la medida que los equipos de rescate accedan a las zonas más afectadas, algunas de ellas incomunicadas en la actualidad.
'Las familias han perdido sus hogares, quedaron varadas en los techos, bloqueadas en áreas inundadas, sin electricidad y aisladas del resto de sus comunidades. Muchas están siendo evacuadas a refugios ', afirmó el director regional interino de Unicef, Bernt Aasen.
'Todavía estamos lejos de tener una imagen completa de la extensión de los daños en la región', agregó.
De acuerdo con cálculos de Unicef más de 110 mil personas, entre ellas unos 44 mil niños, fueron evacuadas en refugios temporales en Honduras, Nicaragua, Guatemala, Belice, Panamá, Costa Rica y El Salvador, naciones impactadas por el fenómeno meteorológico.
Ante este panorama, el organismo internacional trabaja de conjunto con las autoridades nacionales de esos países para garantizar la entrega de suministros de alta demanda como kits de higiene, tanques de agua, tabletas de desinfección y pruebas para el control de la calidad del líquido vital.
Las acciones de respuesta inmediata también incluyen el establecimiento de albergues temporales con espacios seguros para los infantes y desplazados, la prestación de servicios de emergencia de salud mental y apoyo psicosocial para las familias y sobrevivientes a la violencia de género. Durante su paso por Centroamérica, los fuertes vientos y lluvias dañaron parcial o totalmente infraestructuras como hospitales, escuelas, puentes, carreteras y sistemas de agua, secuelas que se suman al impacto socioeconómico que genera la Covid-19 en la subregión, particularmente en las comunidades más vulnerables como las indígenas.
Al respecto, Aasen precisó que una de las preocupaciones crecientes es cómo brindar más asistencia para evitar el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y la propagación de la Covid-19 en los refugios habilitados para albergar a los damnificados.
La semana pasada Eta azotó a Nicaragua como un huracán categoría cuatro para después debilitarse a depresión tropical antes de llegar a Honduras.