Los chilenos aprobaron por una contundente mayoría el domingo avanzar en la redacción de una nueva Constitución a través de una asamblea elegida exclusivamente para ese propósito, en una jornada marcada por las restricciones para combatir la pandemia en uno de los países más golpeados por el coronavirus.
El acuerdo político para abrir la puerta a una nueva carta magna surgió tras una ola de protestas del año pasado, a veces violentas, originadas en reclamos que van desde críticas al sistema capitalista hasta mejorar condiciones en salud y educación.
Con un 69,82% de las mesas escrutadas, el "Apruebo" a una nueva carta magna obtenía un 78,01%, mientras que la opción rechazo lograba un 21,99%, informó el Servicio Electoral en su boletín.
Si bien la autoridad no informó de la participación, se pronosticaba que podría ser la más alta desde que se instauró el voto voluntario en 2012.
El presidente Sebastián Piñera habló tras iniciar el conteo preliminar de votos del plebiscito, afirmando que “la voz de todos los ciudadanos se ha escuchado con la misma fuerza”.
El resultado tiene un fuerte componente simbólico pues es visto como un final definitivo de la Constitución de 1980, redactada a puertas cerradas durante la dictadura de Augusto Pinochet.
“Hasta ahora la Constitución nos ha dividido, ahora debe ser la casa de todos”, sostuvo en su discurso, destacando que la nueva convención constituyente, que gana ya por amplia ventaja junto con la opción que aprueba la redacción de una nueva constitución, “por primera vez tendrá plena igualdad entre hombres y mujeres para poder acordar una nueva constitución para Chile”.
Añadió que “una constitución nunca parte de cero, porque representa el encuentro de las generaciones. Una constitución siempre debe recoger la herencia de las generaciones que nos antecedieron, la libertad y la voluntad de las generaciones presentes y las esperanzas de las generaciones que vendrán”.
El resultado tiene un fuerte componente simbólico pues es visto como un final definitivo de la Constitución de 1980, redactada a puertas cerradas durante la dictadura de Augusto Pinochet