Los países más pobres del planeta se ven obligados a elegir entre pagar la deuda externa o dirigir recursos hacia la salud a medida que avanza la pandemia Covid-19, alertó un reporte de la coalición no gubernamental de lucha contra la pobreza Oxfam.
“Ningún país debería verse obligado a elegir entre pagar su deuda y salvar vidas”, señaló la organización, pues “cada dólar que se destina a pagar la deuda es un dólar que no puede invertirse en proteger a las personas de las enfermedades, el hambre y la pobreza extrema”.
Recordó que la deuda externa pública de 73 de las naciones en desarrollo más pobres alcanzó 457 000 millones de dólares en 2018, y como servicio (intereses y amortización de capital) deberán pagar 40 500 millones de dólares en 2020.
La coalición lanzó una campaña para apoyar los pedidos de que los acreedores privados, estatales y multilaterales cancelen la deuda de los países más pobres, y en su página web colocó un contador del dinero pagado por los deudores del Sur desde que comenzó la pandemia.
La marca de ese contador el viernes 23 era de 24 462 millones de dólares.
En abril el Grupo de los 20 (G20, países industrializados y emergentes) acordó una suspensión temporal de los pagos de la deuda de 73 países, “un paso en la buena dirección, pero que no es en absoluto suficiente”, según Oxfam.
Señaló que ese acuerdo no abordó las deudas masivas con los acreedores privados, como los bancos y los fondos de cobertura, o algunos de los mayores prestamistas multilaterales como el Banco Mundial, a los que muchos países en desarrollo deben enormes cantidades de dinero.
El año pasado, 64 de los países más pobres del mundo gastaron más en pagar su deuda a los países ricos y a las instituciones financieras que en financiar sus sistemas de salud, y algunos de esos sistemas necesitan una inyección urgente de efectivo para hacer frente a la crisis generada por la covid.
El alivio de la deuda, según la coalición, “es la forma más rápida de hacer llegar el dinero allí donde más se necesita”, pues liberaría en un año 40 000 millones de dólares que los países en desarrollo podrían destinar a programas de salud y a encarar el impacto económico de la pandemia.
Por contraste con los sistemas de salud robustos en países del Norte industrializado, muchos del Sur en desarrollo son “indignantemente frágiles y profundamente desiguales, solo reciben tratamiento quienes tienen dinero”, según Oxfam, y presentó algunos casos de África subsahariana para sustentar su argumento.
La República Centroafricana, con casi cinco millones de habitantes, solo tiene tres respiradores para todo el país, Tanzania cuenta con un solo médico por cada 71 000 personas y Kenia solo dispone de 130 camas en unidades de cuidados intensivos para una población de casi 50 millones de personas.
En Malawi solo hay 25 camas de cuidados intensivos y 17 respiradores para una población de más de 18 millones de personas. El país dedica 14,2 millones de dólares mensuales al pago de su deuda, con lo que podría financiar el salario anual de 6000 profesionales de enfermería.
Uganda dispone únicamente de 55 camas de cuidados intensivos para una población de 42 millones de personas. El país destina 19 millones de dólares mensuales al pago de su deuda, cantidad con la que podrían financiarse 270 camas adicionales.
La República Democrática del Congo dispone de menos de la mitad del personal de enfermería necesario, y con el dinero que abona por cuatro meses de su deuda podría pagar el salario anual de los 141 000 enfermeros adicionales que necesita.
Oxfam subrayó que “estamos viviendo una emergencia global de salud pública que supera cualquiera que hayamos vivido antes, los países no pueden derrotar solos al virus y se necesita una respuesta global”.
Si no se controla al coronavirus, expuso a modo de conclusión, la pandemia que ya infectó a 42 millones de personas y causó 1,14 millones de muertes “podría causar hasta 40 millones de muertes y sumir en la pobreza a otros 500 millones de personas”.