Dos iglesias fueron quemadas ayer domingo en Santiago de Chile, después de persistentes ataques realizados por reducidos grupos violentistas que se desprendieron de la masiva concentración que reunió a unas 150.000 personas en la conmemoración del estallido social de octubre del año pasado y a solo una semana del plebiscito que llevará a las urnas a más de 17 millones de votantes que decidirán la suerte de la Constitución heredada por el régimen dictatorial de Augusto Pinochet.
El primer ataque afectó a la iglesia San Francisco de Borja, una parroquia destinada a Carabineros –la policía militarizada chilena- que resultó con daños pero que había sido desocupada, según informó la institución.
Pero ha sido la parroquia de la Asunción, también ubicada a pocas cuadras de la Plaza Italia donde se realizaba la masiva manifestación, la que terminó totalmente destruida por las llamas y cuya cúspide se derrumbó aparatosamente mientras los canales transmitían en directo el esfuerzo de los bomberos por controlar el siniestro. Esta iglesia ya había sido vandalizada en noviembre del año pasado, cuando manifestantes encapuchados sacaron el mobiliario del templo para levantar barricadas.
El incendio se produjo cerca de las 20 horas del domingo, cuando la mayoría de los manifestantes que estuvieron pacíficamente durante todo el día en la rebautizada «Plaza de la Dignidad», comenzaba a retirarse. En ninguno de los dos incendios hubo heridos.
Caída la noche, se fueron multiplicando los informes de incidentes en el centro de Santiago entre manifestantes y la policía, así también como se informó de barricadas en la norteña ciudad de Antofagasta, Melipilla, San Bernardo, Concepción, Los Ángeles, Temuco y en la austral Punta Arenas, entre otras localidades. También fueron reportados ataques con bombas incendiarias y piedras a al menos dos cuarteles policiales, en Puente Alto y Puerto Varas, en el sur de Chile.
La situación de orden público fue monitoreada durante todo el día desde el palacio presidencial de La Moneda, hasta donde llegó por la noche el presidente Sebastián Piñera, quien se reunió con el ministro del Interior, Víctor Pérez, y el general director de Carabineros, Mario Rozas.
Al final de la jornada el ministro del Interior dijo que «grupos minoritarios» realizaron actos de violencia al interior de la multitudinaria manifestación, las que luego trasladaron a otros sectores de la ciudad. El ministro se refirió así a un breve incidente que se produjo en medio de la manifestación cuando dos «barras bravas» de clubes de fútbol se enfrentaron a golpes.
El ministro destacó que la policía protegió instalaciones vitales, como el Metro de Santiago, y lamentó la quema de las dos iglesias, acto que calificó de una «brutalidad».
Víctor Pérez enfatizó que, a una semana del plebiscito, «los chilenos deben canalizar sus diferencias a través de los canales institucionales y democráticos».