Pequeños productores de caracol rosado (Strombus gigas), en tres países del Caribe oriental, se beneficiarán de un proyecto lanzado por organizaciones internacionales para ayudarles simultáneamente a la conservación de la especie y aumentar sus ingresos, con mejores oportunidades en las cadenas de valor.
La carne es un manjar muy apreciado, pero el caracol rosado tiene además importantes usos no alimentarios, que incluyen productos terapéuticos, joyería y artesanías. Es un producto icónico del Caribe, estrechamente vinculado a los servicios culinarios, culturales y turísticos.
En los países caribeños de habla castellana también se le conoce con nombras tan variados como lambi, botuto, guarura o caracol pala.
El mercado mundial del caracol se estimó en 74 millones de dólares en 2017 y sigue creciendo. Solo en 2015 se exportaron desde el Caribe 1400 toneladas de caracol rosado a Estados Unidos, lo que representa 70 por ciento del comercio de la especie.
Pero aunque su demanda global está en auge, los productores costeros a pequeña escala en el Caribe oriental no están aprovechando completamente la amplia gama de oportunidades que ofrecen los mercados sostenibles del caracol.
Por ello, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites) y la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS) desembarcaron en esas playas con su proyecto “Blue Bio Trade”.
Esa iniciativa de “comercio azul”, un plan de 18 meses apoyado por la Unión Europea, tiene como objetivo empoderar a los pequeños productores costeros de las principales naciones productoras de caracol rosado del Caribe oriental: Granada, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas .
Durant, dijo que “este proyecto piloto brinda nuevas esperanzas a las poblaciones vulnerables de la región, un punto de convergencia para la conservación y el uso sostenible de los recursos marinos, y un motor para una recuperación azul y verde de la Covid-19”.
“Blue Bio Trade” tiene como objetivo “desarrollar medios de vida respetuosos con el planeta y fomentar la adaptación a mercados dinámicos y condiciones ecológicas cambiantes”, ha sostenido la Unctad.
En paralelo, se buscará mejorar la producción y el comercio de caracol rosado para los mercados nacionales, regionales e internacionales, con base en los “Principios y Criterios de Biocomercio”, de sostenibilidad económica, social y ambiental que la Unctad impulsa desde hace más de una década en 60 países.
El primer ministro de Dominica y actual presidente de la OECS, Roosevelt Skerrit, dijo que “debemos asegurarnos de que podemos agregar valor a la comercialización existente de productos y derivados del caracol rosado bajo los Principios y Criterios de Biocomercio”.
Subrayó que el caracol rosado puede verse amenazado “a menos que se evalúe y controle la recolección y se vigile de cerca el comercio” de esta especie, de la que sus tres países vecinos exportan más de 600 toneladas anuales.
La secretaria general de Cites, Ivonne Higuero, confió en que el proyecto “promoverá la sostenibilidad a largo plazo del uso y el comercio del caracol rosado y el bienestar de las comunidades locales que dependen de la pesca para su sustento”, en el marco de la esperada recuperación pospandemia de la economía caribeña.
Los socios del proyecto confían en que pueda ampliarse a otros Estados miembros de la OECS y otras especies con potencial rentable, como el musgo marino y los sargazos.