El aumento incesante del hambre, las economías en dificultades, la agudización de la desigualdad y una activa temporada de huracanes amenazan a las poblaciones de América Latina y el Caribe y pueden tener consecuencias a largo plazo a menos que se tomen medidas rápidas, advirtió el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, por sus siglas en inglés).
A medida se disparan los casos de coronavirus, América Latina se ha convertido en la región más afectada por la COVID-19 a nivel mundial, representando más de una cuarta parte de los casos del mundo. La pandemia de salud está impulsando el hambre y la inseguridad alimentaria, lo que corre el riesgo de alimentar conflictos y disturbios políticos y obligar a las familias vulnerables a emigrar.
El Director Ejecutivo, David Beasley, quien estuvo en Ecuador y Panamá, y conversó con otros líderes de América Latina la semana pasada, dijo:
“La pandemia de la COVID-19 ha sido devastadora en América Latina, donde las nubes de una tormenta económica ya se estaban formando. Las familias luchan por comprar productos básicos como alimentos y medicinas porque sus medios de vida han sido destruidos y la cantidad de personas sin trabajo en la región alcanza los 44 millones. Es una combinación mortal y tenemos que actuar ahora, y hacerlo de manera inteligente. No se puede lidiar con la COVID-19 o con el hambre por separado. Deben ser tratados juntos. Si lo hacemos bien, podemos salvar vidas. Si no lo hacemos bien, la gente morirá",
David Beasley, Director Ejecutivo de WFP.