Las costas que rodean el mar Caribe están recibiendo cada vez más descargas de material desde los campos y ciudades adyacentes, lo que amenaza principalmente al turismo, la pesca y la biodiversidad. Pero también, al 60 por ciento del producto interno bruto (PIB) de la región, ya que este depende de la explotación de esos recursos y actividades.
Solo en la última década la acumulación de sedimentos aumentó entre 8 y 21 veces respecto de principios del siglo pasado en las zonas estudiadas, constató un estudio publicado en el Journal of Environmental Radioactivity.
“Las razones del aumento son variadas. Entre ellas están los sistemas de drenaje [que descargan en el mar], la deforestación y las malas prácticas agrícolas”, explicó por teléfono a SciDev.Net Ana Carolina Ruiz, académica del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México y coautora del estudio.
“La tala y quema de bosques para despejar zonas para la agricultura y los monocultivos provocan que se pierda la capacidad de retención de los suelos y que estos terminen como sedimentos en las costas”, añadió.
“Esto demuestra que para conservar estos ecosistemas no se puede actuar solamente sobre el sitio costero, sino también debe hacerse en las cuencas”, advirtió Ruiz.
Especialistas de la Red de Investigación Marino-Costera (Remarco), apoyados por la Agencia Internacional de Energía Atómica, tomaron muestras en puntos específicos de las costas de Colombia, Cuba, República Dominicana, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela.
Las muestras fueron fechadas con plomo 210, técnica que permite estimar cuánto sedimento se ha acumulado en el tiempo. El periodo estudiado fue de 100 años. El plomo 210 se forma en la atmósfera y luego cae a tierra acumulándose en las distintas capas del sedimento. Esa acumulación en el tiempo es lo que miden los científicos.
La investigación constató que si bien la mayor acumulación se generó en todos los países desde los años 50, su tasa varía y en algunos es considerablemente más alta, como en Honduras, México y Venezuela.
Esto puede ocasionar una serie de problemas medioambientales que van desde turbiedad en las aguas hasta hipoxia (falta de oxígeno), precisó Ruiz. La hipoxia puede favorecer a algunas especies, como las medusas, pero también desplaza otras al alterar y volver inhabitables los ecosistemas.
Además de afectar al turismo por la apariencia de las aguas, también impacta a las pesquerías, otra fuente importante de ingresos para la región. Los sedimentos, que incluyen desechos domésticos, industriales y agrícolas, así como también componentes generados por la erosión de los suelos, pueden incidir en la disminución de la captura o desplazar especies.
Los resultados del estudio permitieron también reafirmar la eficacia de algunas medidas y revelar incumplimientos. Mientras la bahía de La Habana bajó su sedimentación por políticas adoptadas en el 2000 sobre desechos industriales y reforestación, en Jamaica se detectó que aún se estaban utilizando agroquímicos prohibidos hace años.
Trabajo en progreso
Sin embargo, autores e investigadores coinciden en que se requiere una segunda etapa de confirmación de los hallazgos.
“Si bien estos datos son interesantes, también lo sería analizar cómo se conecta la acumulación de sedimentos de distintas zonas geográficas”, dijo por teléfono a SciDev.Net Práxedes Muñoz, académica de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte e investigadora del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (Ceaza), ambos en Chile.
Esto permitiría aportar una visión más extensa del fenómeno y entender cómo se cruza con el cambio climático y con las variaciones decadales o interdecadales (fases de calentamiento y enfriamiento de las aguas), como los Fenómenos del Niño-Niña, agregó la investigadora, que no fue parte del estudio. Este tipo de análisis más amplio también posibilitaría mejorar el manejo del borde costero, recalcó.