Una década después del reconocimiento del acceso al agua y al saneamiento como un derecho humano, todavía hay miles de millones de personas que carecen de esos servicios básicos, lamenta un experto de la ONU en la materia y afirma que la pandemia ha visibilizado la desgracia que acarrea dejar atrás a los sectores de población más necesitados.
La ONU reconoció explícitamente hace diez años el agua y el saneamiento como derechos humanos; sin embargo, miles de millones de personas carecen todavía de acceso a esos servicios básicos para su bienestar y su salud, lamentó este lunes el relator especial sobre esas garantías fundamentales.
En un comunicado, Léo Heller aseveró que la pandemia “nos ha enseñado que dejar atrás a las personas que más necesitan los servicios de agua y de saneamiento puede conducir a una tragedia humanitaria”.
Agregó que en la próxima década debe ser prioritario lograr que toda la población cuente con esos servicios para “construir sociedades justas y humanas”.
Heller recordó que el 28 de julio de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución en la que todos los Estados miembros de la Organización se comprometieron a garantizar el acceso de todas las personas al agua y al saneamiento. Ese compromiso se reforzó en la Agenda 2030, cuyos Objetivos de Desarrollo Sostenible buscan acabar con la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas futuras de toda la gente.
El experto reconoció que la resolución fue un buen punto de inicio y ha inspirado iniciativas y avances importantes, aunque a un ritmo lento.
El relator especial dijo que los países no parecen estar listos para lograr los objetivos relativos al agua, el saneamiento y la higiene para 2030. Una de cada tres personas sigue sin poder acceder al agua potable y más de la mitad de la población mundial carece de acceso a un saneamiento seguro.
Unos tres mil millones de personas no disponen de instalaciones básicas para el lavado de manos con jabón y agua, y más de 673 millones de personas todavía practican la defecación al aire libre. Esta situación inaceptable causa 432,000 muertes debidas a la diarrea cada año.
“Los compromisos de la Agenda 2030 son un incentivo para que nadie se quede atrás, pero esto no será suficiente si los países enfocan las metas y los objetivos de manera puramente cuantitativa, dejando de lado los derechos humanos al agua y al saneamiento”, concluyó el relator, llamando a acelerar los esfuerzos para alcanzar esos derechos para todos.