Solo el año pasado, una treintena de Estados exportaron sustancias peligrosas que fueron prohibidas en los países de origen por motivos sanitarios y ambientales a América Latina, África y Asia. Un relator de derechos humanos señala el doble rasero de los países exportadores.
El envío de productos químicos tóxicos no deseadas de los países ricos a los más pobres, que carecen de capacidad para gestionar los riesgos que entrañan estos productos, es una práctica “deplorable” que debe finalizar de inmediato, advirtió el relator especial sobre las implicaciones para los derechos humanos de la gestión y eliminación ambientalmente racionales de las sustancias y los desechos peligrosos.
Durante el año pasado, por lo menos 30 Estados exportaron sustancias peligrosas que fueron prohibidas en los países de origen por motivos sanitarios y ambientales a América Latina, África y Asia.
Baskut Tuncak explicó que las naciones más ricas suelen aplicar dobles raseros “que permiten el comercio y el uso de sustancias prohibidas en partes del mundo donde las regulaciones son menos estrictas, externalizando los impactos sanitarios y ambientales en los más vulnerables”.
El experto considera que “no se puede ignorar” que estas normas imponen una interpretación racial “ya que los peligros se externalizan a las comunidades de ascendencia africana y otras personas de color”, una situación que constituye una grave preocupación. A esta circunstancia se le añade la que también existe en el seno de los países exportadores: la ubicación de las industrias contaminantes y el vertido de desechos peligrosos.
"En casi todos los casos no hay ninguna justificación legítima de interés público", dijo Tuncak.
"Estos vacíos legales son una concesión política a la industria, que permite a sus fabricantes de productos químicos aprovecharse de trabajadores y comunidades envenenadas en el extranjero, al tiempo que importan productos más baratos a través de las cadenas de suministro mundiales y promueven pautas de consumo y producción insostenibles. Hace mucho tiempo que los Estados deberían haber finalizado a esta explotación".
Tuncak expuso los peligros que plantean la exportación de productos químicos tóxicos en sus informes a Alemania, Dinamarca y el Reino Unido, y comunicó preocupaciones similares a Canadá y a Suiza. Del mismo modo, formuló una serie de recomendaciones para Brasil relacionadas con las comunidades envenenadas por las exportaciones.
Al mismo tiempo, felicitó a Francia por la reciente aprobación de una ley que termina con la exportación de productos químicos prohibidos en el país. "Francia ha adoptado el enfoque correcto para poner fin a este doble rasero, una práctica que otros miembros de la UE y la OCDE deben imitar", dijo.
Tuncak también elogió a varios países africanos por sus progresivos esfuerzos progresivos para prohibir esas importaciones.
Igualmente, recordó que el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas recomendó a México el año 2015 que dejara de importar plaguicidas debido a los graves efectos que tienen en los niños indígenas y que dicha recomendación no se ha aplicado todavía.
"Los Estados que exportan productos químicos prohibidos sin una clara justificación de interés público violan sus obligaciones extraterritoriales en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, entre ellas las relativas a un medio ambiente sano y a unas condiciones de trabajo seguras y saludables", dijo el experto, citando la reciente Observación general N.º 24 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.