La alta comisionada adjunta para los Refugiados de las Naciones Unidas habló en exclusiva con DW sobre la situación de las personas asiladas e internamente desplazadas en América Latina.
Latinoamérica se mantiene como una región con complicados retos en materia de derechos humanos, lo que la convierte –además- en un territorio con creciente aumento de habitantes desalojados que buscan seguridad lejos de sus comunidades. La alta comisionada adjunta de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Kelly Clements, visitó El Salvador para conocer de primera mano la situación que, entre 2006 y 2016, ya había causado que unas 71.500 personas dejaran sus casas y otras 167.000 solicitaran asilo en distintas partes del mundo.
DW: ¿Cómo analiza el cumplimiento del derecho humano al asilo en el continente americano?
Kelly Clements: Esta es una región que está bajo estrés con respecto al asilo y aquellos que se ven obligados a huir de la persecución, particularmente la violencia generalizada. La situación venezolana es un importante impulsor del desplazamiento. Tenemos casi 5 millones de venezolanos que han salido de su país, muchos de los cuales han solicitado asilo principalmente en los países vecinos. Colombia es el que ha asumido la mayoría de la responsabilidad con respecto a la acogida de venezolanos. Esto se vuelve bastante difícil para un gobierno que tiene recursos escasos para poder darles respuesta a todas las personas venezolanas que necesitan ayuda.
Más al norte, la situación nicaragüense continúa con las personas que tienen la necesidad de huir a Costa Rica. Hay un gran número en el área fronteriza, particularmente agricultores, pero también hay estudiantes, defensores de los derechos humanos y periodistas que han abandonado Nicaragua desde abril de 2018. Hay alrededor de 74.500 que han solicitado asilo en Costa Rica y las cifras siguen aumentando ya que vemos que unas 4.000 personas salen de Nicaragua cada mes. Esto dice mucho de la hospitalidad costarricense que -al igual que los países que albergan a venezolanos- tiene sistemas sociales estresados. El país, que es muy pequeño, está teniendo algunas dificultades para hacerle frente a la situación.
En el norte de Centroamérica, estamos hablando de 720.000 personas que han sido desplazadas dentro de sus países, principalmente en Honduras y El Salvador, o que han solicitado asilo en otras naciones. Esto ha sido muy desafiante para los gobiernos involucrados y requiere de un gran apoyo.
En El Salvador, hay una nueva legislación que se ocupa de la protección y ayuda para quienes han sido obligados a huir de sus hogares debido a la violencia. Este es otro ejemplo: hay diferentes niveles de capacidad en la región con respecto a los sistemas de asilo, algunos más fuertes que otros. El Salvador y Honduras han sido tradicionalmente países de origen en lugar de destino; Guatemala ha cambiado en los últimos años de ser principalmente un país emisor a uno de origen, tránsito y destino. El sistema de asilo de Guatemala, por supuesto, ha venido aumentando su capacidad considerablemente en los últimos dos años.
¿Cuáles son los países de América Latina que brindan mayores garantías a quienes solicitan refugio?
Realmente varía de un país a otro. Cada uno tiene capacidades diferentes: tienes a Guatemala en una fase más avanzada en términos de construcción de sus sistemas de asilo, pero hay tensiones y presiones; Honduras está un poco más adelante que El Salvador en el fortalecimiento de su sistema nacional. Si vas más al sur, tienes a Colombia, que está buscando dar permisos de trabajo para personas venezolanas, naturalizando a los bebés de padres venezolanos que nacieron en Colombia, y (recurre a) diferentes tipos de órdenes ejecutivas para proteger y proporcionar ayuda. En el caso de Perú, están buscando dar visas humanitarias para poder abordar la necesidad de aquellos venezolanos que buscan refugio; en Brasil están reconociendo como refugiado a quien sea de Venezuela y ya llevan 37.000 en esta categoría. De igual forma pasa en otros lugares, por lo que realmente depende del país y la subregión.
Esto es una especie de espada de doble filo en algunos aspectos: es bueno que la gente se sienta confiada en el sistema, por lo que ingresa una solicitud de asilo. Pero mientras más solicitudes de asilo se presenten, más tensión en el país y en el sistema para poder responder oportunamente.